lunes, 17 de noviembre de 2025

LA RESTAURACIÓN DE LA VIRGEN DE GRACIA (Año 1947) Y APROXIMACIÓN A SU HISTORIA

 

Procesión con la Virgen de Gracia antes de su restauración en 1947. Foto: Luis Javier Fortún. Tomada del libro Cárcar, Historia, Vocabulario y Plantas escrito Por E. Mateo, L.J. Fortún, J. A. Díaz de Rada y C. Pardo. Pag. 193

Orígenes y estilo de la talla

La talla de la Virgen de Gracia de Cárcar es, por sus características y según los expertos, de estilo gótico medieval, más concretamente del denominado estilo vasco-navarro-riojano. Tallada en madera y policromada data de principios del siglo XIV; y así debió de ser ya que siendo Gracia o María Gracia un nombre que no se prodiga precisamente por la zona, arranca con fuerza por esas fechas en Cárcar siguiendo la tradición de elegir para las niñas el nombre de la advocación local.

Sosteniendo esta afirmación está el libro La Población de Navarra en el siglo XIV escrito por Juan Carrasco Pérez (1973), donde el nombre de Gracia para las chicas aparece en Cárcar con cierta frecuencia en los censos del año 1335 y cercanos.

Imagen original tallada en el siglo XIV. Foto: Folleto quintos del 51 (Terencio Ruíz)

La tradición y arranque de la devoción

Según la tradición la imagen se talló en el propio Cárcar y la quisieron comprar en la población de Los Arcos porque tenía fama de hacer milagros. Esta afirmación invita a pensar que no sería pues en ese momento una imagen recién tallada, sino que ya compartía devoción con la ya existente del Regadío. Aun así, no parece que pusieran objeción en venderla.

Siempre, según la tradición, se la montó en un animal de carga para llevarla a Los Arcos, pero llegados al punto donde hoy se encuentra la ermita no hubo modo humano de que el animal siguiera su camino, por lo que entendieron que la Virgen quería quedarse allí. Siguiendo esa línea se podría pensar que en ese lugar no había ermita anteriormente y que se construyó una por este motivo, pero este extremo no se sostiene ya que los documentos antiguos reflejan la existencia de una pequeña ermita dedicada a Nuestra Señora del Regadío, situada en el término de la Plana de Santa María; es decir, allí mismo. Sea como fuere, el caso es que en un momento dado la talla de la Virgen de Gracia pasó a un primer plano (como titular y patrona del pueblo), quedando la del Regadío —un siglo más antigua— en un lugar más discreto.

Foto antigua de la ermita de cuando todavía estaba la casa del ermitaño. Facilitada por Aitor Ramírez

La ermita y su evolución

En el siglo XVII se llevó a cabo sobre esta una gran remodelación, levantándose un espacioso templo barroco con planta de cruz latina, nave única y amplio crucero. Un siglo después se completó la obra con un retablo mayor de gran tamaño y de estilo rococó donde se colocó sobre un bello camarín la imagen de la titular, es decir, Nuestra Señora de Gracia, patrona de Cárcar.

Retablo de la Virgen de Gracia construido en el siglo XVIII. Foto RLO 

Este retablo lo construyeron los Martínez de Puelles, padre e hijo, ambos de nombre Tomás y retablistas locales. Dos tallas de San Joaquín y Santa Ana se colocaron a ambos lados de la Virgen. La Virgen del Regadío, por su parte, quedó colocada en el crucero del lado del Evangelio, manteniendo también sus devotos. Las obras del retablo finalizaron en el año 1757.

Devoción y culto a lo largo de los siglos

Pasaron los siglos y el santuario, que se sitúa entre la vega del río Ega y las tierras de secano, siguió siendo el centro de culto para los fieles marianos, refugio y amparo de sus hijos carcareses, que con creciente fervor se acercaban hasta su ermita a venerarla y presentar sus peticiones. Cada lunes después del domingo de Pentecostés se celebraba su fiesta anual con misa en la ermita y romería multitudinaria.

La fama de ser una Virgen milagrosa no dejó de extenderse, y notorias han sido las gracias, milagros y favores que se le vienen atribuyendo a lo largo de los siglos. Muchos recordamos todavía la cantidad de exvotos que colgaban de las paredes del presbiterio en agradecimiento por las curaciones concedidas.

Probablemente coincidiendo con la construcción en el siglo XVII de la nueva ermita, se decidió también vestir la imagen de la Virgen, siguiendo las modas barrocas del momento, cubriendo la talla por completo y dejando solo a la vista el rostro, tanto de Ella como del Niño.

Aspecto que presentaba la Virgen de Gracia mientras estuvo vestida con ropajes. Foto: Folleto quintos del 51 (Terencio Ruíz).


La restauración de 1947

Y así se mantuvo hasta el año 1947 en que se decidió restaurarla, tal y como lo estaban haciendo en otras localidades vecinas. También la talla del Regadío, que es de suponer estaba igualmente vestida.

El impulsor de este proyecto fue el sacerdote don Mariano Elarre, que fue párroco de Cárcar entre los años 1941 y 1952. Entre las muchas obligaciones del párroco estaba la de velar por la ermita y gestionar su economía, dejando constancia de gastos e ingresos en un libro de cuentas.

A pesar de contar ese año con un remanente de solo veintinueve pesetas y cincuenta céntimos, no dudó don Mariano en embarcarse en tan excepcional empresa, la mayor intervención sobre la talla que se había hecho desde el siglo XVII.

Don Mariano Elarre. Foto álbum familiar P. Mateo Mateo

El traslado y los trabajos

Según la propia crónica de don Mariano, el día 11 de febrero de 1947, festividad de Nuestra Señora de Lourdes, se celebró una misa en su ermita, y ante las aclamaciones fervorosas del público congregado fue trasladada a Pamplona para su restauración (también la del Regadío).

Las tallas de la Virgen de Gracia y la del Regadío fueron entregadas por el párroco y el alcalde a la Institución Príncipe de Viana, que se hizo cargo de los trabajos bajo la dirección del Sr. Rubio (no se ofrecen más datos sobre este señor). Se aplicaron a las tallas retoques y una nueva policromía, técnica que consiste en colocar un fino lienzo encolado sobre la madera, aplicando después una capa de escayola y, finalmente, pintura al temple de huevo.

Mientras tanto, en Cárcar se organizaba una colecta extraordinaria, recaudando 34.135 pesetas destinadas a sufragar gastos.

Talla restaurada de la Virgen de Gracia. Foto: folleto quintos del 51 (Terencio Ruíz)

La vuelta a Cárcar

Tres meses después, el 15 de mayo (San Isidro) volvía a Cárcar la talla restaurada de la Virgen de Gracia. Aquí le esperaba una emotiva bienvenida. La traían “en un camión adornado con calas y flores”, siendo portada por el Vicario General de la Diócesis y acompañada por otras autoridades. Feligresía y devotos salieron a la plaza de los Fueros a recibirla.

El resultado de la restauración gustó a todos. Es de destacar el parecido que mantiene con la Virgen del Olmo de Azagra, restaurada ésta en 1942 también en Pamplona (seguramente por el mismo restaurador), y sirviéndose de ella como modelo para la de Cárcar.

Virgen del Olmo, patrona de Azagra. Foto: virgendelolmo.neocities.org

Asomado al balcón del Ayuntamiento, el joven abogado carcarés Jesús Fortún Ardáiz pronunció un discurso de bienvenida, seguido por una procesión por las calles del pueblo “estando todo el trayecto adornado de arcos, colgaduras, luces y flores”.

Este sería un momento de la gran fiesta y procesión. Foto: Cárcar, Impresiones, Oficios, Anécdotas y Fotos. E. Mateo Gambarte. Pag. 251

Esta fotografía refleja otro momento de la procesión. El decorado que rodeaba a la Virgen fue obra de Evaristo Pellejero (en la foto dirigiendo el monumento) que ideó esta especie de columnas salomónicas valiéndose de unos tubos de trilladora, sábanas blancas y otros elementos. El resultado fue, como se ve, espectacular. Foto: Amaya Pellejero

Tras la procesión, la Virgen fue conducida a la parroquia donde tuvo lugar el acto de consagración y posterior veneración por parte de sus devotos. A su término, y en la plaza de los Fueros, el grupo de danzas Oberena ofreció una serie de bailes típicos concluyendo con un lunch fraterno.

Cuadros realizados al efecto donde aparece en primer plano la Virgen de Gracia, en un segundo la del Regadío y, debajo, Cárcar


Gastos, mejoras y recuerdos

Para la ocasión se editaron quinientas novenas (375 pesetas), se hicieron cuadros, postales y medallas (2.971 pesetas). La restauración de la talla costó siete mil cien pesetas, más trescientas cincuenta por los pies de plata (la plata se aportó previamente, seguramente de donaciones).

El nuevo manto, confeccionado por una tal Faustina Apricio, costó mil cien pesetas, más mil doscientas siete, con diez céntimos, por los materiales empleados (tela de seda, forro, canutillos, lentejuelas y broche). Este manto fue considerado una reliquia para los devotos, que lo hemos besado con devoción durante generaciones.

Manto que confeccionó y bordó la señora Faustina. Foto: RLO

Detalle del bordado de la parte central

La Virgen tiene otros mantos. En esta instantánea lleva uno de ellos. Foto: J.I. Fernández

Se colocó además mosaico nuevo en el suelo de la ermita (10.000 pesetas), se pintaron las paredes (pinturas traídas de Pinturas Hueto, de Calahorra), se compró una imagen de Cristo Crucificado (1.160 pesetas) y se imprimieron mil programas (150 pesetas). Se contrató una póliza de accidentes para los pintores y otra para cubrir el día de la fiesta; también un seguro contra incendios para la ermita. Todos los obreros y artesanos cobraron debidamente por su trabajo, incluido por supuesto el ermitaño.

La cuantía de gastos para la restauración de la Virgen del Regadío fue menor: dos mil setecientas pesetas, a las que se sumaron setenta y ocho pesetas con cincuenta céntimos por su transporte de vuelta, que seguramente fue posterior.

El total de gastos fue cuantioso, pero también fueron algo mayores los ingresos, quedando un remanente de seiscientas noventa y ocho pesetas a favor de la Virgen de Gracia. 

Las celebraciones finales

Dos días después de la llegada de la Virgen se hicieron por barrios distintas novenas, predicadas por el P. Sanpedro, misionero claretiano, llegado desde Madrid. Las novenas acabaron la tarde del día 25 de mayo. Al día siguiente sería trasladada a su ermita. La crónica de don Mariano concluye así:

“El día veintiséis por la mañana hízose el traslado desde la iglesia parroquial hasta la ermita del Regadío. Se celebró misa de campaña por ser incapaz el recinto sagrado para todos los congregados. Ocupó la sagrada Cátedra el Dr. Espelosín, profesor del Seminario Conciliar de Pamplona, terminándose las festividades en honor de la Virgen de Gracia con una solemnísima Salve en la que tomaron parte valiosos elementos de la localidad y de otros pueblos”. (Mariano Elarre, párroco)

Robo de la imagen. 1982.

Valiosa crónica que ha permitido conocer fechas y detalles inéditos. La talla de Nuestra Señora de Gracia ha llegado hasta nuestros días tal y como quedó restaurada en ese año de 1947, aunque ya se le aprecian roces y desgaste. Además, en 1982 fue robada de su sede. En ese momento el pueblo entero se movilizó y lloró su pérdida. Fueron días de inquietud e incertidumbre. Incluso de dolor, como si nos hubieran arrancado algo muy personal. La devoción a la Virgen de Gracia que todo carcarés lleva en su interior se mostró en ese momento más patente, como empujada por los ancestros. Se contactó con las agencias de información y se hicieron reuniones buscando el mejor modo de proceder. Cárcar quedaba un poco huérfana a la espera de acontecimientos. Afortunadamente apareció días después. Los ladrones la habían escondido en un parque de Zaragoza, quizá con la intención de recogerla más tarde, o temerosos al ver la reacción que se estaba produciendo.

Desde el ayuntamiento de Zaragoza se trasladó la noticia al de Cárcar. En ese momento los quintos del pueblo se encontraban allí alistándose; al escuchar aquello, subieron rápidamente al campanario y comenzaron a tocar con fuerza e insistencia las campanas. La gente, alertada, salió a la calle sin saber qué pasaba. Enseguida se corrió la noticia, y como empujados por un resorte un importante número de devotos acudimos a la iglesia a dar gracias. Lágrimas de emoción y abrazos fue la reacción general. La Virgen había aparecido. 

Ni que decir tiene la gran fiesta que se preparó para recibirla. Al acto acudió la práctica totalidad del pueblo. Como en 1947, volvía también ahora en un furgón (de Conservas San Miguel) custodiada por las autoridades y un buen número de devotos que se habían desplazado hasta Zaragoza para acompañarla felizmente de vuelta a casa.

Epílogo

Sale el primer grupo trasladando a la Virgen de Gracia desde la parroquia hasta su ermita. Foto: Loli Izal

Actualmente se sigue procesionando con la Virgen el día de su fiesta (ahora se celebra el día anterior a Pentecostés) desde la parroquia hasta la ermita -unos ocho kilómetros-, portada a relevos a hombros de los fieles, muchas de ellas mujeres. La devoción no ha mermado y es una herencia preciosa que pasa de padres a hijos. 

Poema compuesto por Gracia Soto para la Virgen de Gracia

Por eso, no es extraño que se compongan poemas y plegarias en su honor. Escuchar su himno sigue provocando emoción y más de una lágrima. Venerarla, besar su manto y visitarla en su ermita es algo que nace del corazón y solo lo saben los carcareses, sea cual sea su condición o pensamiento. 


Video-composición que realizó Juan Ignacio Fernández en junio de 2023 donde se escucha el ancestral himno a Nuestra Señora de Gracia cantado por el coro y el pueblo, junto a fotos alusivas a la Virgen

Investigación y redacción: María Rosario López Oscoz
Noviembre de 2025

Bibliografía:

-Blog Legado de Cárcar. Arquitectos de Cárcar en el siglo XVIII. Martínez de Puelles. Charo López Oscoz. Junio 2020 https://legadodecarcar.blogspot.com/2020/06/arquitectos-de-carcar-en-el-siglo-xviii.html

-GARCÍA GAÍNZA M Concepción, HEREDIA MORENO M Carmen. Catálogo Monumental de Navarra II* Merindad de Estella. Institución Príncipe de Viana. 1982

-Libro de cuentas de Nuestra Señora la Virgen de Gracia (1894-1953)

-MATEO GAMBARTE E., FORTÚN PÉREZ DE CIRIZA L.J., DÍAZ DE RADA RUIZ J.A., PARDO GUILLÉN C. "Cárcar, Historia, Vocabulario y Plantas". (e.a.) 2002

-MATEO GAMBARTE Eduardo. Cárcar, Impresiones, Oficios, Anécdotas y Fotos. Editado por el Ayuntamiento de Cárcar. Año 2008.

-MORENO MARTÍNEZ Fco. Javier. Virgen del Olmo. Emperatriz y Señora. Cuadernos azagreses. Volumen 11. Editado por el Ayuntamiento de Azagra. 2006.

-Novena a Nuestra Señora la Virgen de Gracia venerada en Cárcar. Imprenta Tudelana. 1950.

martes, 28 de octubre de 2025

EL ÓRGANO DE LA IGLESIA DE CÁRCAR: un tesoro mudo

 

Texto que se lee en el secreto del órgano de Cárcar: Joseph de Mañeru y Ximenez me fecit en Lerín. Año 1736 rueguen a Dios por él. Foto: José Luis Echechipía

Introducción

El presente artículo está pensado como recordatorio para mostrar una vez más la necesidad de recuperar este tesoro mudo, instrumento musical de gran valor que languidece en el desván del olvido desde hace muchas décadas, testigo pasmado del mayor esplendor patrimonial que ha tenido Cárcar a lo largo de los siglos y que sigue pidiendo a gritos su reparación y vuelta a la vida musical para la que fue creado.

Origen y valor artístico

El órgano de la iglesia parroquial de Cárcar es un instrumento salido de la prestigiosa escuela de organería de Lerín. Estudiado detenidamente en el año 1985 por Aurelio Sagaseta y Luis Taberna, y en 2018 por Rubén Pérez Iracheta y José Luís Echechipía, está catalogado en su conjunto como “de mucho interés”, aún considerando el lamentable estado en el que se encuentra. Este órgano, como todos los de sus características, es una pieza única, irrepetible, dotada del carisma que cada maestro organero lograba imprimirle y, por lo tanto, susceptible de cuidar y preservar convenientemente.

Aspecto actual del órgano de Cárcar. Foto: RLO

Antecedentes históricos

Antes del que vemos actualmente hubo otros órganos, ya que eran elemento imprescindible en los templos católicos para seguir la liturgia, especialmente en días de solemnidad. El inmediatamente anterior databa del año 1696, como así consta en los litigios que mantuvieron dos organeros lerineses: Félix de Yoldi y Joseph de Mañeru, tío y sobrino, respectivamente. Pero el tiempo pasaba y por diversos motivos los de Cárcar lo quisieron renovar.

Lugar donde se encontraba el instrumento anterior y que da acceso al coro desde la sala capitular. Foto: RLO

La solicitud de 1735

De modo que corría el año 1735 cuando los cabildos eclesiástico y secular enviaron al obispado una solicitud con un memorial exponiendo las causas que impulsaba esa petición. Entre ellas se dice, que el existente llevaba más de treinta años sin apear ni afinar por lo que tenía acumulado mucho polvo y los registros iban muy lentos y, alguno incluso, estaba estropeado. A esto se unía que:

“se halla plantado en la Capilla por donde sube y baja el cabildo de la sacristía al coro y por el mismo paraje sube la gente al campanar a tañer las campanas a las procesiones, nublados y demás que ocurre (...) Y no solo embaraza dicho órgano para el paso de la gente, sino que al pasar se conmueve y se desafina aquel, y está expuesto a que la gente de él guste y descomponga flautas, como ha sucedido algunas veces”.

Pero eso no era todo, además pretendían cambiarlo de ubicación alegando estas causas:

“y así bien sucede que de donde el presente está dicho órgano, no se ve el altar de la imagen de Ntra. Sra. del Rosario donde todos los días de sábado se dice misa cantada y salve, y es preciso avisar siempre que ha de callar el órgano”.

En resumen, que todo eran inconvenientes, por lo que pretenden revertir esta situación adaptando una nueva capilla donde colocarlo, enfrente a donde hasta ahora se encontraba:

“donde no habrá paso a parte alguna, y se verá dicho altar de Nuestra Señora del Rosario y se evitarán todos los inconvenientes que van mencionados”.

Estudiado el caso en Pamplona, se concede la licencia con condición

“con tal que no saquen ni usen del dinero que se halla en el archivo”

sino que lo hagan con el dinero de que disponen

“hasta el importe de doscientos y doce pesos que supone podrán tener de gasto la efectuación de todas dichas fábricas, procurando hacerlas con la seguridad y menor coste que se pueda sobre que les grabamos sus conciencias”.

El documento está firmado por el licenciado Fermín de Lubian el 7 de noviembre de 1735.


La construcción del nuevo órgano (1736)

Así que, una vez obtenido el permiso se ponen manos a la obra. De la construcción del nuevo órgano se va a hacer cargo uno de los más famosos organeros del momento: Joseph de Mañeru y Ximénez, maestro lerinés, ya citado, que para el siguiente año lo tendrá listo, dejando constancia de ello en el secreto izquierdo donde aparece la siguiente leyenda:

“Joseph de Mañeru y Ximénez me fecit en Lerín Año 1736. Rueguen a Dios por él”.

Pero el caso es que el órgano se hace, pero a los de Cárcar no les debió de llegar el dinero para colocarlo en el lugar que pretendían, por lo que se colocó nuevamente donde había estado el anterior, y así se mantuvo hasta que tres décadas más tarde se removió de sitio aprovechando que se iban a llevar a cabo otras obras en la iglesia, como era una nueva sillería para el coro. De modo que, toda esa parte de atrás iba a sufrir un cambio notable en su fisonomía.

Reformas posteriores y nueva caja rococó

Del tallado de la sillería se van a hacer cargo dos prestigiosos tallistas: Julián Martínez, artista de Calahorra y Francisco de Bousou, natural de la población francesa de Meiac y residente también en Calahorra; y de la nueva capilla y caja para el órgano (donde se había de trasladar la maquinaria construida por Mañeru) correría a cargo de un maestro carpintero carcarés: Joseph de Arbizu y Brabo.

Mantiene Pérez Iracheta, que el delicado trabajo de adaptación del órgano a la nueva caja corrió a cargo de otro maestro organero lerinés, uno de los hermanos Tarazona López de Velasco, sin llegar a precisar si fue Lucas o Ramón.

Interior del órgano. Foto: José Luis Echechipía

Al parecer se rescataron algunas piezas del órgano anterior, como el Flautado de 13, que data de principios del siglo XVII. Sospecha Pérez Iracheta  y Echechipía la posibilidad de que por la tipología, esta pieza pudiera pertenecer al organero italiano Guido Baldo Fulgencio, unido a que en una de sus partes se advierte la leyenda: “Ubaldo”.

También la Flauta alemana de dos hileras podría ser de un posterior arreglo que hizo Pedro Roqués en el año 1841. Cabe señalar, por los indicios, que el anterior instrumento había estado policromado, pero no va a ser así con el que se estaba construyendo; y no se hizo, seguramente, porque de nuevo se les iba del presupuesto.

Así que, esta nueva caja será de madera de pino sin policromar, sobre la que se advierte una ligera capa de cera que la protege y le aporta color y brillo. Como toda ella es de estilo rococó y muy similar a la sillería, bajaran los expertos que bien pudieron intervenir de algún modo los tallistas encargados de la sillería, ayudando o aconsejando al carpintero carcarés.

Detalle donde se aprecia su perfecto tallado, obra de Arbizu. Foto: RLO

El caso es que dicha caja, según criterio de Sagaseta y Taberna, recuerda a algunas fachadas barrocas italianas. El conjunto consta de un teclado “de ventana” con una curiosa tapa.

Distintos puntos de visualización del teclado. Fotos: RLO

A mano izquierda tiene registros, tales como: viola, violón, bajón, trompeta real, címbala, diez y novena, quincena, docena, octava y flautado de 13; a mano derecha: corneta (en ecos), lleno (de 4 h.), clarín de ecos, corneta, flauta alemana, clarín de batalla, clarinete, quincena, címbala, docena, violón, octava y flautado de 13.

Una soberbia lengüetería horizontal de fachada, con nada menos que cinco filas de tubos, completaba el conjunto. Cuando estos tubos desaparecieron se optó por tapar el hueco con una madera conteniendo la siguiente inscripción:

“Laudate Dominum in chordis, et organo” (Alabad al Señor con cuerdas y órgano).

Los tubos verticales de fachada se encuentran distribuidos en cinco campos sobre dos alturas. Tiene un cuadro de registros barroco con los nombres primitivos de estos, pero también se encuentran tapados con una madera.

El modo de accionar la maquinaria no ha cambiado desde que se creó en 1736; es decir, alimentada por un fuelle manual.

El conjunto del coro y los libros de música

El órgano y la sillería lucieron soberbios tras su inauguración en 1766; toda una agrupación de armoniosa belleza. Los tallistas calahorranos hicieron también un facistol sobre el que se habían de colocar los grandes libros de coro escritos en pergamino y que servían para visualizarlos holgadamente desde los asientos mientras los cantos.

Sillería y facistol. Foto: RLO

Sagaseta y Taberna dejaron constancia en el libro Órganos de Navarra: “se conservan seis de aquellos librotes de música de los siglos XVII y XVIII y así se pueden ver a día de hoy.” Advierten que:

“en una contratapa aparecen hojas sueltas con música gregoriana medieval (una línea roja) y notas in campo aperto. La notación es aquitana”.

Todo ello añade valor al conjunto.

Algunos de los libros de música existentes en el archivo de la parroquia. Foto: Juan I. Fernández

Uso, deterioro y valoración actual

Orgullosos quedaron los feligreses de como había quedado la zona del coro: sillería y órgano. A ello se sumó la gran puerta de cancela que se alza bajo el órgano, obra también del maestro Joseph de Arbizu y realizada para la ocasión.

Ya nada estorbaba al organista para seguir la misa cuando el celebrante oficiaba en la capilla del Rosario; nada perjudicaba ahora el paso de los transeúntes que accedían a la torre o al coro, como anteriormente ocurría. El órgano se encontraba ahora en lugar expresamente pensado para él y para que solo el organista lo manipulara, lo cual facilitaba su buen funcionamiento y conservación.

Muchos fueron los organistas que a lo largo de los siglos tañeron este instrumento, impregnando su melodioso y sublime sonido por cada uno de los rincones de esta iglesia. Todos ellos debían ser expertos y accedían previo examen, tras haber hecho estudios musicales, y eran además los encargados de educar al coro de voces que le acompañaba con sus cantos. Voces locales que se afanaron también en aportar dignidad a las celebraciones.

Uno de los primeros organistas de esta etapa fue seguramente el estellés Manuel de Albéniz; pero se podrían citar algunos otros, como su yerno, el bilbaíno Celestino de Villalón, Esteban Aranáz y su hijo Miguel, o los ya más próximos en el tiempo Gregorio Ojer o Alberto Lezáun
Pero llegó un día en que dejó de sonar y así sigue desde entonces.

Las puertas por las que se accede a su interior se encuentran bastante bien conservadas, y el órgano, aunque sin la prestancia física que le aportaba la trompetería horizontal, no ha perdido su estructura barroca; aunque, desgraciadamente mudo, no sirve para aquello para lo que fue creado.

Catalogado como DETERIORADO por los expertos citados, todos ellos coinciden en calificarlo no obstante con una valoración global: DE MUCHO INTERÉS.

Sagaseta y Taberna hacen una reflexión final muy a tener en cuenta:

“Es un buen órgano, bastante bien conservado y se puede rehacer su maquinaria y estructura dentro de un presupuesto razonable. Merece la pena. Y añaden: ¡Lástima de la venta estúpida de su tubería exterior horizontal!”

Epílogo

Si físicamente se ha mantenido en pie durante casi trescientos años, ¿No seremos capaces de volverlo a dotar de sonido, y dar de nuevo vida a este valioso instrumento, devolviéndole la sonoridad de aquellas sublimes notas que durante tantos años disfrutaron nuestros antepasados?

MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ

AGRADECIMIENTO

Me gustaría destacar y agradecer los desvelos y la encomiable labor que se viene realizando desde ANAO (Asociación navarra de amigos del órgano), en general, y del compositor José Luis Echechipía París, en particular, que no escatiman esfuerzos en dar visibilidad y poner en valor la importante organería barroca lerinesa, y por los repetidos intentos de recuperación de estos valiosos órganos, incluido este de Cárcar. Me consta también que don Cesar Rueda, actual párroco de Cárcar, se muestra muy interesado en su recuperación (lo cual agradecemos hondamente) por lo que mantenemos elevada la esperanza. 

Para realizar este artículo ha sido imprescindible consultar diversos documentos, además del libro Órganos de Navarra, de Aurelio Sagaseta y Luis Taberna, editado por el Gobierno de Navarra en el año 1985, además de la ficha técnica que realizaron Rubén Pérez Iracheta y José Luis Echechipía París en otoño de 2018, a raíz de la visita que realizaron con el objeto de estudiar este órgano concreto de Cárcar

viernes, 5 de septiembre de 2025

ADRIÁN MARTÍNEZ DE PUELLES IGÚZQUIZA, arquitecto, retablista y entallador


Artista trabajando en una talla.

En una entrada anterior tracé la trayectoria profesional del arquitecto Tomás Martínez de Puelles, natural de Leza (Álava) y afincado en Cárcar, y de su hijo Tomás Antonio Martínez de Puelles Igúzquiza, natural este sí, de Cárcar. Ahora quisiera resaltar la figura de Adrían, otro de los hijos de Tomás. 

Manifestaba en aquel artículo mi sorpresa al encontrar tantos arquitectos y retablistas relacionados con Cárcar en el siglo XVIII. Casi podría hablarse de un auténtico Siglo de Oro local, cuyo origen sería interesante conocer dado que estos artistas no aparecían espontáneamente, sino que requerían de una sólida formación, largos años de aprendizaje y superar exigentes exámenes. A falta de la clave sobre ese dato, he ido destacándolos uno a uno y resaltando todos los trabajos documentados salidos de su mano. 

Vista panorámica de Cárcar. Foto: Juan I. Fernández García

Toca hablar pues sobre la vida y obra de Adrián Martínez de Puelles e Igúzquiza. Pero para hablar ello es necesario poner su vida en contexto. Tomás, el padre, que como digo era natural de Leza, había llegado a Cárcar para participar en las obras de reforma de la iglesia de San Miguel, casándose en 1722 con Josefa Igúzquiza Balduz, una joven natural de Cárcar. Aquí se asentaron y tuvieron cinco hijos: Tomás Antonio, Joseph, Francisco Antonio, Adrián y Juana María. Al menos Tomás Antonio y Adrián seguirán los pasos del padre como arquitectos, retablistas y entalladores

Adrián nacerá hacia el año 1737 en Cárcar, como el resto de sus hermanos, aunque sin poderlo precisar exactamente ya que no ha aparecido la partida de bautismo. Hay que pensar que sus primeros pasos profesionales  estuvieron ligados al taller de su padre, aprendiendo de él junto a su hermano Tomás Antonio. Los tres trabajarían en las contratas que le aprobaban al progenitor, colaborando de este modo en la economía familiar y aprendiendo el oficio. 

En un momento dado Adrián se traslada a Samaniego (Álava) donde conoce a la que será su esposa, Josefa Martínez de Fuicio y Martínez de Puelles, casándose con ella en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Samaniego en el año 1762;  tres meses mas tarde el matrimonio ya había fijado su residencia en Cárcar, donde se velan en su iglesia de San Miguel. Aquí nacerán seis de sus hijos, entre los años 1764 y 1773. 

Zona del coro de la iglesia de Santa María de Lerín en la que pudo actuar Adrián. Foto: MR López Oscoz

Posterior a esa fecha se instalan en Lerín, seguramente con motivo de realizar Adrián algún encargo en la iglesia de Santa María, quizá apoyando a los tallista que se encargaron de hacer la sillería del coro. En Lerín nace en 1776, Maximiliano, el último de los hijos de este matrimonio.

Sillería del coro de la iglesia. Samaniego. Foto: Photo Araba. ATHA-ENC-CD 31628

Al poco de esto, Adrián se independiza del taller de su padre y vuelve a Samaniego (el pueblo de su esposa), donde en 1780 consigue la contrata para hacer la sillería del coro de su iglesia de la Asunción. Posteriormente le aprueban otra contrata en la vecina Laguardia (situada a unos diez kilómetros), para tallar la caja del órgano de la parroquia de Santa María de los Reyes

Portada iglesia de Santa María de los Reyes. Laguardia (Álava). Foto: MR López Oscoz

Así que se traslada a vivir a Laguardia con su mujer y sus hijos. Ese mismo año reformó la sillería del coro, también en Santa María de los Reyes, obra original de Antonio de Herrera. En 1783 va a entrar en liza con Francisco de Sabando para hacer dos retablos en la iglesia de la Asunción de Navarrete, pero finalmente, Sabando rebajó las condiciones y le fue adjudicada la obra a él en perjuicio de Adrián. Unos años después, en 1788, será Adrián el encargado de adaptar un retablo que pertenecía a la iglesia de Santa María de los Reyes de Laguardia (obra de Bartolomé Calvo y Martín de Arenalde), para pasarlo a la de San Juan Bautista de Cripán. Ese mismo año hará también en la iglesia de Cripán un guardavoz para el púlpito.   

Retablo barroco construido para la iglesia de Santa María y que Adrián Martínez de Puelles adaptó para la de San Juan Bautista de Cripán. Foto: @PatrimonioÁlava

Cripán es un pequeño pueblecito que se encuentra a once kilómetros de Laguardia por lo que no va a abandonar su residencia en la Laguardia, o si lo hace, regresa al concluir las obras. Y en Laguardia continuó viviendo con su familia hasta que en febrero del año 1799 muere Josefa, su mujer. Adrián busca rápidamente esposa y la encuentra en Lucia Pinedo, una viuda mucho más joven que él y que aportaba al matrimonio dos hijos de su anterior marido: la boda tiene lugar en enero de 1800, once meses después del fallecimiento de Josefa. Con Lucía va a tener ahora siete hijos más, todos ellos bautizados en la iglesia San Juan Bautista de  Laguardia, entre los años 1800 y 1811, a pesar de tener Adrián ya una edad provecta. Al año siguiente de nacer el último de sus hijos, el 21 de noviembre de 1812, fallece el arquitecto, teniendo lugar los funerales en la iglesia San Juan Bautista de Laguardia. En este momento tenía unos 75 años. A pesar de que los hijos mayores ya se habrían independizado, dejaba unos cuantos hijos pequeños al cuidado de su madre que nuevamente se vuelve a casar.

Algunas de las obras llevadas a cabo por Adrián todavía se pueden ver; otras ya no; de aquella caja del órgano que hiciera para la iglesia de Santa María de los Reyes de Laguardia apenas se conservan tres arcángeles y un San Miguel. Algo es algo.

UN LEGADO ARTÍSTICO PARA LA HISTORIA DE CÁRCAR

La trayectoria de los Martínez de Puelles, los Arbizu, Eizaguirre, Andrés de Mata, Domingo de Mendoza, etcétera, vistos ya todos ellos en este blog, demuestra que Cárcar no solo fue un núcleo agrícola, sino también un foco artístico de primer orden capaz de formar y proyectar a arquitectos, retablistas, entalladores, doradores, organeros, etcétera, de gran prestigio, cuyas obras en muchos casos todavía se pueden admirar. 

Todo este legado constituye un motivo de orgullo para el pueblo, como es tener en su historia a creadores que participaron activamente en la configuración del patrimonio religioso y artístico de tan amplia zona geográfica, por lo que conservar y difundir su obra es, en definitiva, reconocer a Cárcar como cuna de un linaje de artistas cuya huella ha llegado hasta nosotros a través de los siglos.

Investigación y redacción: M. Rosario López Oscoz

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Fuentes:
-Archivos Sacramentales de Álava
-Enciclopedia Auñamendi. https://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/eu/martinez-de-puelles-adrian/ar-93001/
-GUTIERREZ PASTOR Ismael. Unos Retablos de la Parroquia de la Asunción de Navarrete. Pag. 301. 1986. Departamento de Historia del Arte. Universidad Autónoma de Madrid.
-Familysearch.org
-Legado de Cárcar. Arquitectos de Cárcar en el siglo XVIII (I). Martínez de Puelles.  https://legadodecarcar.blogspot.com/2020/06/arquitectos-de-carcar-en-el-siglo-xviii.html

miércoles, 23 de julio de 2025

EUGENIO SÁDABA, MISIONERO PAÚL EN PUERTO RICO


Eugenio fue uno de los muchos sacerdotes que salieron de Cárcar para hacer la misión, eligiendo el carisma de San Vicente de Paúl. Nació un 25 de agosto del año 1930 y empezó su educación en el colegio de su pueblo observando con asombro, desde su visión infantil, los avatares de la guerra civil. Ya en tiempos de posguerra, e intuyendo cierta vocación religiosa, se trasladó a Pamplona al seminario de los Padres Paúles, dejando en Carcar a sus padres, Santiago Sádaba Brún y Joaquina Sádaba Hernández y a sus seis hermanos, Serapio, Pilar, Remedos, Corpus, Esteban y Carmen. 
  
Eugenio Sádaba CM

Alto y enjuto de cuerpo, de esa etapa de estudiante en Pamplona se sabe que prestó sus manos como modelo para emular a las del fundador, San Vicente de Paúl, que quedaron plasmadas en las paredes de la parroquia de La Milagrosa. Así lo dejará dicho en 2013 el P.  Martiniano León: “¡Que no se sentían orgullosos los Sádaba cuando llegaban al Seminario y verificaban que las manos del san Vicente niño, que repartía harina a los pobres, dibujado en una de paredes de la Iglesia «La Milagrosa» eran las manos de su hijo seminarista!”. 

Continuando su formación, en septiembre de 1947 y con diecisiete años se trasladó a Madrid al Seminario de los Paúles de Hortaleza, donde recibe la educación específica para el discernimiento vocacional, tan abundante en aquella época. Aunque no todos perseveraban, él lo hizo, y aquí hará los tres cursos de Filosofía, entre los años 1948 y 1951.

Terminados estos se traslada a Cuenca para cursar los otros tres de Teología y es ordenado sacerdote el 12 de septiembre de 1945 en la Basílica de la Milagrosa de Madrid, de manos de Monseñor Emilio Lissón Chávez, obispo peruano de su congregación con fama de santo. A todo este aprendizaje aún añadió Eugenio un curso más de Teología y Pastoral  que hizo en Londres entre los años 1954-55.
 
Iglesia de Ntra. Sra. de la Candelaria y San Matías. Manatí. Foto: Wikipedia

Terminada su formación  eclesiástica esperó su destino a caballo entre las casas de San Pedro de Madrid y Teruel; en el año 1956 le llegó el permiso de emigración para ir a Puerto Rico a la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria y San Matías Apóstol de Manatí. Esta iglesia es un hermoso edificio del siglo XVIII y ha sido declarada Monumento  Histórico Nacional.

Recuerdo de 1958 donde figura entre otros el P. Sádaba 

Estuvo en Manatí cuatro años como vicario parroquial; en este período le tocó predicar tandas de misión, como se ve en la fotografía de 1958. En 1960 fue nombrado párroco de la misma, cargo que desempeñó por un período de seis años. En el trienio de 1961 a 1964 fue también ecónomo provincial, y le tocó bregar, no solo en el aspecto material, sino que sobre sus espaldas recayó también la responsabilidad de construir varias capillas, además de la casa parroquial.

De actitud callada, silenciosa y acogedora, decían los visitadores apostólicos que lo trataban que era el misionero más exquisito de la Provincia. Amante del diálogo y de las causas justas, promovió en Manatí la fundación de los Caballeros de Colón y fundó en 1962 el Consejo San Vicente Paúl. Asegura Onelia Padilla, antigua estudiante del colegio de la Inmaculada Concepción de Manatí, que en 1961 el P. Eugenio compuso el himno del centro educativo que todavía se canta  a día de hoy. (se puede ver y escuchar en esta página) https://www.facebook.com/watch/?v=463251537716887
 
El P. Sádaba entregando el diploma de graduación a una alumna del colegio de la Inmaculada Concepción de Manatí. Foto tomada de Facebook y subida por Scheilla Ramos

En 1966 deja Manatí al ser nombrado párroco y superior de la Casa Central, en San Juan de Puerto Rico. Esta sede está ubicada en el distrito de Santurce, en aquel momento un barrio obrero muy populoso. Ahora centrará Eugenio en esta comunidad todos sus esfuerzos; su frágil salud le impedía misionar al modo habitual pero trabajó muy activamente en otros campos, y en opinión de sus colaboradores siempre le acompañaron las virtudes y las obras del misionero.

Interior de la iglesia San Vicente Paúl de Santurce. Puerto Rico. Foto tomada de la página de Facebook de esta parroquia

Además de tomar las riendas de la parroquia de Santurce, recayeron sobre él multitud de tareas; asumió la dirección del colegio y la director espiritual de las Hijas de la Caridad.  También fue director diocesano del Movimiento Familiar Cristiano, y durante siete años, director de catequesis de la diócesis de Arecibo. Era muy creativo y polifacético y en su labor docente y evangelizadora se sirvió de distintos medios de comunicación, como radio, televisión y, especialmente, los de forma impresa. Fue fundador y director del “Centro de Servicios Pastorales” y desde aquí proveía a la parroquia de todo el material necesario para la liturgia. 

Editó el librito Cantemos del que posteriormente se hicieron cientos de reediciones. En este mundo de la edición su labor se fue ampliando dando servicio a otras parroquias a través de libritos breves de oración, dirigidos especialmente a la formación de laicos. 

Escribió la presentación al libro La Cruz Presente en mi Vida: siete Viacrucis sobre los Sacramentos. Este libro consta de  de 127 páginas y fue editado por el Centro de Servicios Pastorales de San Juan de Puerto Rico. También escribió un librito de acompañamiento Contigo en la enfermedad; consta apenas de 64 páginas pero es muy útil en momentos de debilidad física o espiritual. 

Y es que Eugenio consideraba la lectura espiritual un medio crucial en la formación doctrinal, por eso pensó en un librito que contuviera las reflexiones al Evangelio del Día. Así nació en el año 1988 Palabra y Vida.  Esta publicación se hizo muy popular y llegó a superar una tirada de cuarenta y cinco mil ejemplares. Palabra y Vida se sigue editando a día de hoy, cumpliendo la función inspirada en su día por el fraile carcarés. 
 
Ejemplar número 77 de "Palabra y Vida" del año 2000

Tal fue la impronta de esta publicación que en el año 2003 (tres años después del fallecimiento del P. Eugenio), la senadora por el Partido Nuevo Progresista, Luz Zenaida Arce Ferrer, presentó en el Senado de Puerto Rico una petición que buscaba reconocer al Centro de Servicios Pastorales  en el decimoquinto aniversario del nacimiento de la publicación “Palabra y Vida”. Los motivos los expresaba la senadora de este modo:  “Por iniciativa del Padre Eugenio Sádaba, C. M. se inició una publicación religiosa, un servicio que él llamaba pastoral y que tenía el propósito de llenar un hueco en la comunidad católica de Puerto Rico. El Padre Sádaba trabajó en la publicación bimensual de un librito: sencillo, pero práctico. Este es una edición bolsillo, de meditaciones diarias siguiendo el calendario litúrgico. Un instrumento de evangelización masiva-personal. Esta publicación tiene la finalidad de ayudar a los cristianos a reflexionar sobre la Palabra de Dios, según nos lo propone la Iglesia. Lo que nació como un servicio para los católicos de Puerto Rico, llega a muy diversos y lejanos países”

Esta propuesta de la senadora Arce Ferrer ante el Senado de Puerto Rico, reconociendo la publicación “vicenciana” y al P. Eugenio Sádaba en particular, fue aprobada por unanimidad por todos los miembros del Senado.  

También se debe al P. Sádaba el llamado Fondo del Pobre, una obra benéfica de ayuda a los necesitados, que atendía no solo a las personas necesitadas de Puerto Rico sino también a las de Haití, Cuba y República Dominicana.  
Así lo expresaba él mismo: 
“El amor a Dios y al prójimo son los dos pilares de nuestra religión. Lo primero es fácil. Una mirada a lo mucho que debemos a Dios nos mueve a sonreirle de corazón. Lo segundo nos cuesta más.
Sin embargo, solo podemos amar a Dios en el prójimo; lo dice S. Juan: “quien no ama a su hermano al que ve, no puede amar a Dios, al que no ve” (Jn 4,20)
Todo cristiano debe matricularse en la escuela del amor al prójimo para aprender de memoria y de corazón generoso las obras de misericordia.
El “Fondo del Pobre” recoge su ofrenda monetaria para repartirla íntegramente entre los más pobres, atendidos por la familia Vicenciana, a través de sus diversas obras en Puerto Rico, República Dominicana, Haití y Cuba.
Que Dios les multiplique en vida con toda clase de bienes su aportación al “Fondo del Pobre”. Gracias. 
P. Eugenio Sádaba CM

El P. Basilio Rodán (primero a la derecha) misionero paúl celebrando misa. Foto: Pedro Roldán

Mientras su estancia en el centro de Santurce en Puerto Rico, coincidió con algunos paisanos, como el P. Basilio Roldán Ricarte, también misionero paúl, lerinés con raíces carcaresas, con quien trabajó y mantuvo una excelente relación. Y en más de una ocasión se vería también con su paisano carcarés, el P. Mateo Mateo, Misionero de los Sagrados Corazones de Jesús y de María en la ciudad portorriqueña de Guaynabo. Este misionero fue además pintor y columnista, entre otras cosas.

El P. Mateo Mateo junto a una parte de la comunidad parroquial de Guaynabo. Foto: María Orantes

La jerarquía de la Iglesia portorriqueña, valorando la labor del P. Eugenio, puso en él su mirada. El historiador de la Provincia asegura, que  “cuando en 1973, el obispo de la diócesis, (monseñor Miguel Ángel Rodríguez) presentó su renuncia al Papa por débil estado de salud, se barajaron varios candidatos. Poseo la certeza de que uno de los nombres de la lista, era el de Eugenio Sádaba”

Eugenio, muy amante de su familia y de su pueblo de Cárcar,  tardó en un principio hasta siete años en regresar a ver a su familia, según costumbre de su congregación, pero después ya lo podía hacer cada dos años. De este modo, podía disfrutar unos días de vacación con sus padres y hermanos; cuando ya su madre fue haciéndose mayor, volvía cada año. Era habitual verlo concelebrar en la parroquia de su pueblo o pasear por sus calles saludando a sus paisanos. La muerte le sorprendió en Puerto Rico sin haber cumplido todavía los setenta años, y con las manos todavía “en el arado”. Ocurrió un 20 de mayo del año 2000.  Allí descansan sus restos, junto al pueblo creyente portorriqueño que lo acogió, en el lugar donde se gastó y desgastó siguiendo su vocación y perseverando en la fe hasta el final de sus días. 

MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ

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Fuentes:
-http://catalogo.bibliotecasagustinianas.es/cgi-bin/koha/opac-detail.pl?biblionumber=47571
-https://www.facebook.com/watch/?v=463251537716887
-https://www.facebook.com/photo/?fbid=663587435560552&set=p.663587435560552
-LEÓN Martiniano CM. Biografías de misioneros paúles. Año 2013 https://vincentians.com/es/p-eugenio-sadaba-sadaba/
-https://via.library.depaul.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=2243&context=vincentiana 
-https://senado.pr.gov/document_vault/session_diary/1505/document/013003.pdf (SENADO DEL ESTADO LIBRE ASOCIADO DE PUERTO RICO. DIARIO DE SESIONES. PROCEDIMIENTOS Y DEBATES DE LA DECIMOCUARTA ASAMBLEA LEGISLATIVA. QUINTA SESION ORDINARIA. Jueves, 30 de enero de 2003, Núm. 6, página 29687 R. del S. 2588)