La vida de este desconocido carcarés servirá para situarnos en singulares momentos históricos del siglo XVIII y en los tristes sucesos que de él se derivaron. Aunque no había noticias de él a su pueblo, el P. Antomas fue un jesuita muy conocido y reconocido en Chile y también entre los de su orden jesuítica. Ya en 1850, el sacerdote e historiador chileno José Ignacio Eyzaguirre apuntaba: "El nombre de Domingo Anthomas es muy célebre en la historia de Chile por los recuerdos venerandos que lleva consigo de virtudes preciosas y erudición espiritual vastísima". Tan rotunda frase me ha hecho pues indagar con entusiasmo sobre el personaje, y aquí está la semblanza que he confeccionado.
Domingo Antonio Antomas y Sádaba era hijo de Juan Domingo de Antomas y María Teresa Sádaba Martínez, esta última, hija de Joseph de Sádaba Piudo y Teresa Martínez Chocarro. Nace en Cárcar el día 13 de junio del año 1723 siendo el segundo de ocho hermanos. Hacia el año 1728, la familia se traslada a la población de Cortes de Navarra ya que el padre, Juan Domingo, que era de profesión escribano real, se iba a hacer cargo de la administración de los bienes de un noble llamado Antonio de Idiáquez y Garnica, duque de Granada de Ega, marqués de Cortes y Conde de Javier. Solo en Cortes, este señor poseía unas ocho mil robadas de regadío y diecinueve casas, a las que había que sumar innumerables bienes repartidos por todo Navarra, incluidos el Castillo de Javier, el Palacio de Cortes y el Palacio de los Reyes de Navarra de la ciudad de Estella, de cuya administración también se haría cargo el carcarés.
Cinco años permanece la familia Antomas en Cortes, para regresar posteriormente a Cárcar donde nacerá el último de los hijos. Pero no van a permanecer aquí mucho tiempo, ya que para atender mejor los intereses del duque de Granada de Ega el escribano carcarés se instala con su familia en Pamplona. Para entonces, Domingo, el protagonista de este trabajo, había pasado su infancia y parte de su adolescencia en Cárcar, y una parte en Cortes.
Uno de los hijos del duque se llamaba Francisco Javier Idiáquez y Aznarez de Garro, que fue un jesuita muy notable, Rector, Provincial y propuesto incluso para General de los jesuitas. Es seguro que este personaje influyó en el ánimo y vocación de Domingo, que ingresa también en la Compañía de Jesús un 11 de abril del
año 1739. Ambos mantuvieron contacto, especialmente en esa primera época de la formación del carcarés, cuando Idiaquez era profesor. Domingo hace el noviciado en Villagarcía de Campos (Valladolid) y emite los primeros votos el 12 de abril de 1741. Estudia filosofía en Palencia y Teología en la Universidad de Salamanca.
El día 10 de noviembre del año 1747, sin haber terminado todavía la carrera eclesiástica, Domingo Antomas se embarca rumbo a la América virreinal, recabando primero en Buenos Aires para llegar cinco meses más tarde, el 27 de abril de 1748 a Chile, donde recibe en Santiago las órdenes
sacerdotales de manos del obispo Juan Bravo del Rivero.
Universidad Pontificia de Salamanca. Aula Magna
Justo al año siguiente, el ya P. Antomas es nombrado profesor de Filosofía y Teología en el Colegio Máximo San Miguel de Santiago de Chile, dedicándose también con empeño a sus otras funciones como predicador y confesor. Por voluntad propia se ofreció al entonces administrador y gobernador del Reino de Chile, Antonio Guill y Gonzaga, para que le destinara a misionar a los indios promaucaes, y a la isla de Juan Fernández.
Decía el padre Antomas que quería prestar auxilios espirituales “a aquellos infelices que no oían jamás la Palabra de Dios por falta de
sacerdotes” porque nadie había ido allá a misionar. Su petición fue escuchada y allí se marchó, aunque su estancia se prolongó apenas un año. (Promaucaes llamaban los incas a los indígenas que no se querían someter a su dominio y que habitaban en una zona concreta de la Cuenca de Santiago, entre los ríos Maipo y Maule.
Prototipo de etnia promaucae. indigenasenchile.blogspot.com
Portada de la última edición del libro del P. Antomas
De vuelta de la isla de Juan Fernández a la capital chilena, el P. Antomas escribe un memorial titulado: Relación del viaje a la isla de Juan
Fernandez, y del fruto que de ella se hace. Este, que sería para conocimiento de sus superiores, no se llegó a imprimir,
y tampoco la Colección
de Sermones Panegíricos y Morales, que quedó en los archivos de la Orden jesuita. En la ciudad de Santiago de Chile el P. Antomas fue director espiritual de los monasterios femeninos de El Carmen y de Santa Rosa.
Expulsión de los jesuitas. Grabado. revistamito.com
CARTA DEL P. ANTOMAS A UNA DIRIGIDA
De este tiempo se conserva un documento inesperado. Estando en Imola, el P. Antomas escribe una carta dando respuesta a una penitente (quizá real, quizá imaginaria), que le pedía consejo. La carta, que pasó a la imprenta, iba dirigida a una señora marquesa a la que nombra con la inicial N, y de la que al parecer era capellán o director espiritual. Por lo que se desprende de su contenido, esta marquesa había ayudado al jesuita en los momentos delicados de la expulsión: "Muy señora mía y mi apreciada favorecedora. Cuando mi espíritu débil y cercado de pasiones suspira por los amables objetos que me hizo abandonar la providencia, puedo asegurar con verdad que no es V.S. (vuestra señoría) quien tiene menos parte en mi corazón. Llegué a España falto de conocimientos y cuando aguardaba todas las calamidades consiguientes a los hombres que vivían en desgracia del mejor de los Monarcas, V.S. con una generosidad digna de sus virtudes, auxilió a este miserable bendiciendo su nobleza los temores de la opinión pública".
Al parecer, la marquesa ya le había enviado otras misivas a Mantua, pero como ahora el P. Antomas había sido llevado a Imola no las había recibido. El P. Antomas deduce en la carta que la marquesa tiene una posición económica desahogada: "Bien veo que la ilustre casa de V.S. descolla entre los más altos capiteles de la opulencia de España". Viuda, en edad avanzada, sin hijos ni familia inmediata le manifiesta al jesuita su intención de recogerse en un monasterio para vivir de modo secular, y dejar sus bienes a cargo de su administrador "para disponer de ellos a la hora de su muerte según las piadosas intenciones que tiene meditadas" .
El P. Antomas aprueba la decisión manifestada por ella de ingresar en el monasterio "porque en el estado actual de la Europa me parece difícil la tranquilidad en el siglo; siempre los cumplimientos de etiqueta, debidos a la dignidad de los grandes señores, la conservación de ciertas amistades y tertulias, de que no se puede prescindir, etcétera, han sido los enemigos de la paz y el sosiego, con que, el estado actual de las cosas le hace casi imposible". Pero en cuanto al segundo de los puntos no opina lo mismo y ya le adelanta que será sincero: "Espere V.S. que he de hablarle con la mayor ingenuidad: este es mi carácter, y aunque por desgracia no lo fuera, mi edad, mi estado y mi delicado cargo en que V.S. me pone, me obligarían a responder sin disimulación ni miramiento". Seguidamente se mete en harina: "pero en cuanto reservar para el punto de la muerte las disposiciones que me anuncia, jamás será de mi dictamen". Y es que, según su opinión, cuando la persona está para morir es cuando menos lucidez tiene y más se puede dejar influenciar por otros: "crea V.S. y crea a un hombre que tiene bastante experiencia, que cuando uno está enfermo nada más resuelve que lo que tiene la codicia de sus parientes y allegados. Entonces, todo el mundo está solícito, porque casi todo el mundo es ambicioso". En cuanto al moribundo: "todas las facultades se reparten, ya entre los dolores que nos atormentan, ya en el amor a la vida que se va a perder, ya en la dura separación de las cosas que nos han poseído el corazón, y, sobre todo, en el temor del gran paso a la eternidad (...) Y a todo esto se une las sugestiones de los asistentes para acabarlo de oprimir. Todos tratan de su interés: cual hace uso de las lágrimas, cual supone más obligaciones mal fundadas, o que no existen, y hasta desde el ministerio de la Religión se abusa con fines ambiciosos".
Por todo lo cual concluye: "Decía pues, Señora, que nada hay mas peligroso que no aprovechar los momentos de salud y tranquilidad para formar unas buenas disposiciones. Esto es señora lo que me parece a la consulta de V.S.. Puedo haber errado por no comprender su mente, pero V.S. suplirá lo que faltare, o si juzgare útil podrá proponerme las objeciones que hallare conveniente".
La misiva, que llena veintiuna páginas, se custodia en la Universidad de Harvard, pero se puede leer completa en el siguiente enlace:
https://curiosity.lib.harvard.edu/latin-american-pamphlet-digital-collection/catalog/43-990039525800203941
OTROS LIBROS DEL P. ANTOMAS
Será en este escenario de Imola donde el P. Antomas escriba su cuarto y último libro, que ocupa en este caso ciento tres páginas y está centrado en el Apocalipsis de San Juan. Su título principas es: Christianus huius seculi. Traducido al castellano, el título completo sería: "El cristiano de este siglo, iluminado e instituido divinamente por la Carta de Nuestro Señor Jesucristo, escrita en el capítulo 3º del Apocalipsis a todos y cada uno de los Ministros de Dios, que por su cargo, instituto o caridad, tiene la cura de almas, y por ellos va encaminada a todas y cada una de las Iglesias de Cristo, Comunidades y Congregaciones". La expone el presbítero y teólogo señor Antomás.
Será en este escenario de Imola donde el P. Antomas escriba su cuarto y último libro, que ocupa en este caso ciento tres páginas y está centrado en el Apocalipsis de San Juan. Su título principas es: Christianus huius seculi. Traducido al castellano, el título completo sería: "El cristiano de este siglo, iluminado e instituido divinamente por la Carta de Nuestro Señor Jesucristo, escrita en el capítulo 3º del Apocalipsis a todos y cada uno de los Ministros de Dios, que por su cargo, instituto o caridad, tiene la cura de almas, y por ellos va encaminada a todas y cada una de las Iglesias de Cristo, Comunidades y Congregaciones". La expone el presbítero y teólogo señor Antomás.
De este libro se sacó en Bolonia una segunda edición en el año 1786 en la imprenta de Saxo.
Portada del librito Christianus...
A lo largo de esas cartas, Lacunza relata el lamentable estado psicológico en el que se encuentran, y cómo era el transcurrir diario de sus vidas. Gracias a esto se puede saber también como se encontraba el fraile carcarés.
Asegura Lacunza que se sienten deshonrados, injuriados y calumniados: “nos vamos muriendo en silencio y en
paciencia debajo de la Cruz”. El día 9 de
octubre del año 1788, dirige una carta a su madre y a su abuela, donde apunta: “Por
acá todo está quieto respecto de nosotros. Todos nos miran como un árbol
perfectamente seco e incapaz de revivir o como un cuerpo muerto y sepultado en
el olvido: casi todas las cortes nos son contrarias, unas por un motivo, otras
por ninguno. Entre tanto nos vamos acabando. De 352 que salimos de Chile,
apenas queda la mitad, y de éstos los más están enfermos o mancones, que apenas
pueden servir para caballos yerbateros/.../ Acaba de morir Ignacio Ossa,
hermano de doña María, el otro hermano, Martín, ya murió cerca de tres años ha.
Antomas, aunque siempre fue loco
tolerado, ahora está del todo rematado, ha estado en la loquería pública, más
como no es loco furioso lo tenemos ahora entre nosotros, aunque encerrado con
llave, porque ya se ha huido”. Cartas del Padre Manuel Lacunza. pag. 215. Juan Luis Espejo.
Valioso documento que hiela la sangre y que revela que el P. Domingo Antomas se había vuelto loco, y que en su locura había intentado huir de su triste situación. En una de esas huidas llegó hasta Francia. Walter Hanisch Spínola, en su libro: Itinerario y Pensamiento de los jesuitas expulsos de Chile (1767-1815), especula sobre este punto (seguramente de forma certera), “tal vez con deseos de llegar a Navarra su tierra natal”. Estremece pensar en las veces que se le pasaría por la cabeza huir buscando desesperadamente el amparo de su familia; aún cuando esto suponía arriesgarse a ser detenido y a perder incluso la pequeña pensión que tenían asignada.
Valioso documento que hiela la sangre y que revela que el P. Domingo Antomas se había vuelto loco, y que en su locura había intentado huir de su triste situación. En una de esas huidas llegó hasta Francia. Walter Hanisch Spínola, en su libro: Itinerario y Pensamiento de los jesuitas expulsos de Chile (1767-1815), especula sobre este punto (seguramente de forma certera), “tal vez con deseos de llegar a Navarra su tierra natal”. Estremece pensar en las veces que se le pasaría por la cabeza huir buscando desesperadamente el amparo de su familia; aún cuando esto suponía arriesgarse a ser detenido y a perder incluso la pequeña pensión que tenían asignada.
Sobrecoge también imaginarlo escondido y agazapado, corriendo con sigilo por montes y caminos, salvando todo tipo de obstáculos, buscando con anhelo llegar a
Cárcar, su patria chica, y el amparo de los suyos. Pero lo cierto es que lo descubrieron y lo devolvieron de nuevo a Imola donde demente, y muy probablemente a consecuencia de su triste situación, acabó el P. Antomas sus días un 17 de enero del año
1792 a la edad de setenta años, según asegura Herman Schewember, en el libro Las Expulsiones de los Jesuitas, o los
Fracasos del Éxito.
La primera obra de Antomas: Arte de la Perseverancia Final en Gracia, se ha reeditado recientemente y se puede adquirir por medio de la empresa de comercio electrónico Amazon.
Es de suponer que Antomas escribía cartas a su familia, pero estas no se conservan. ¿Qué les contaría? ¿Cómo manifestaba a los suyos sus situación? Nada se sabe de esto.
Los padres de Antomas, Juan Domingo y Teresa, fundaron en Cárcar un aniversario de misas con limosna de medio ducado, y otro más para el día de la fiesta de Santa Teresa (15 de octubre), hipotecando para ese fin una casa de su propiedad que lindaba con la del herrero, Juan Laserna, y con la del padre de Teresa, en ese momento ya difunto, y que pertenecía a los herederos. Además, un hermano de Domingo fue durante años presbítero en la iglesia san Miguel de Cárcar, por lo que se deduce que la familia Antomas fue recordada en su pueblo hasta muchos años después de la muerte de todos ellos.
Trescientos años después de su nacimiento, traigo a luz la semblanza de este misionero, escritor y sufriente jesuita que salió un día de su Cárcar natal y acabó desterrado y loco, añorando alcanzar su patria y el amparo de los suyos.
Trescientos años después de su nacimiento, traigo a luz la semblanza de este misionero, escritor y sufriente jesuita que salió un día de su Cárcar natal y acabó desterrado y loco, añorando alcanzar su patria y el amparo de los suyos.
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Investigación
y redacción: María Rosario López Oscoz
Bibliografía:
-CALDERÓN
DE PUELLES, Mariana. Contado con los Malvados. Retórica y Milenarismo en Manuel Lacunza. Universidad Nacional de Cuyo. 10 pag. 215
-FERNÁDEZ ARRILLAGA, Inmaculada. Crónicas inéditas de Jesuitas expulsados por Carlos III
(1767-1815). Universidad de Alicante. 2013. Pag. 85
-HANISCH ESPÍNDOLA, Walter. Los jesuitas expulsos en Chile 1767-1815. Andrés Bello.
1972. Pag. 123.
-SCHEWEMBER, Herman. "Las Expulsiones de los Jesuitas, o los Fracasos del Éxito. J.C. Saez, editor. 2005.
-SEPERIZA PASQUALI, Iván. Lacunza el Milenarista. Mundo Mejor nº 65. Quilpué, Chile. 2001.
-TORIBIO MEDINA, José. Historia de la Literatura Colonial de Chile. Tomo segundo. Imprenta de la Librería del Mercurio. Santiago de Chile. 1878.
-SCHEWEMBER, Herman. "Las Expulsiones de los Jesuitas, o los Fracasos del Éxito. J.C. Saez, editor. 2005.
-SEPERIZA PASQUALI, Iván. Lacunza el Milenarista. Mundo Mejor nº 65. Quilpué, Chile. 2001.
-TORIBIO MEDINA, José. Historia de la Literatura Colonial de Chile. Tomo segundo. Imprenta de la Librería del Mercurio. Santiago de Chile. 1878.
-TORIBIO MEDINA, José. Imprenta en Lima. Educación. 2013. Pag. 570
http://indigenasenchile.blogspot.com/2008/05/promaucaes.html
https://haimbhausenveas01.blogspot.com/2014/08/cartas-del-padre-manuel-lacunza-y-diaz.html
-http://www.fondazioneintorcetta.info/pdf/biblioteca-virtuale/documenti_1/Storni.pdf
Aún vivió años con todas las penurias pasadas.
ResponderEliminarBuen trabajo Charo.
El apellido Antomas, sigue en Peralta.
Gracias Pedro. Si, alcanzó cierta edad para la época, lo que le generaría más sufrimiento, seguramente.
EliminarComo bien dices, el apellido Antomas parece que se afianza en Peralta, y estoy casi convencida de que el padre vino de allá como escribano real (notario)a ejercer a Cárcar. En próximas visitas al archivo lo trataré de averiguar...
Cada vez me impresionas mas. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Miguel Javier por tus amables palabras. Lo sorprendente es que este personaje no haya salido a la luz antes. Es costoso tomar datos de aquí y de allá y formar con todos ellos estas pequeñas (o grandes) historias, por eso anima mucho saber que hay personas que valoran este trabajo.
EliminarBien merecido tu artículo para este carcares que dejó esos interesantes textos. Para escribir en aquellos años debía de ser muy bueno!
ResponderEliminarGracias Agustín. En el 2017 se reeditó uno de estos libros, y en Cárcar no sabíamos nada de la vida de este hombre. Pero, ya ves, nunca es tarde ;-)
EliminarImpresionante trabajo, reitero mis agradecimientos por acercarnos la historia de Cárcar.
ResponderEliminarGracias
Muchas gracias, Juan Ignacio. Se agradece saber que hay personas que se interesan por el trabajo que estoy realizando.
EliminarTodo lo que leo es impresionante. Gracias por dedicar tiempo, trabajo, interés, etc. a todo esto, para que los demás lo podamos leer con toda facilidad. Muchas gracias prima.ANIMO LO HACES MUY BIEN
ResponderEliminarUn abrazo, Isidro. Agradezco mucho tus palabras. El esfuerzo es grande; espero que merezca la pena...
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