“No hay pueblo que no derrame lágrimas sobre la tumba de sus héroes, que no conmemore las hazañas de sus hijos ilustres, cuidando de transmitir a la posteridad el preciso legado de sus acciones virtuosas, para que sirvan de ejemplo, estímulo y acicate a los demás hijos” Gregorio María Roldán Marín.
Así se expresaba este religioso carcarés en la oración fúnebre que él mismo compuso y dirigió a sus ilustres paisanos, Madre Isidora, Salvador Ordoñez, Juan Cruz Aranaz y Francisco Marín Sola el día 22 de abril del año 1928, con motivo del homenaje que el pueblo de Cárcar les rindió. Hoy este artículo estará dedicado al propio Gregorio María Roldán.
Hijo de Javier Roldán Calvo y Dolores Marín Guillen, nace en Cárcar el día 27 de noviembre del año 1881. Desde muy pequeño destacó por su voz y sus cualidades para el canto. Con tan solo doce años se sacaba unos dinerillos cuando le solicitaban para hacer de pregonero anunciando los productos que los tenderos exponían a la venta (pescado, verduras, ropa…). Pero su futuro no sería el de pregonero ya que a Gregorio ya se le despertó la chispa a la vocación religiosa, o quizá alguien entendió que era un buen candidato para ello. Así que pronto ingresa en el Seminario del Monasterio de Santa María del Espino en Burgos (conocido como “El Espino”), un importante centro religioso de los Misioneros Redentoristas con el carisma de San Alfonso María de Ligorio. Este monasterio se encuentra ubicado en Santa Gadea del Cid y antiguamente era un monasterio benedictino. Llegó Gregorio al noviciado el 24 de octubre del año 1900 y desde el principio se afanó en los estudios con interés, destacando en las asignaturas de música y caligrafía.
Concluida la carrera eclesiástica fue ordenado sacerdote el día 23 de diciembre del año 1905, y enseguida será nombrado profesor de Literatura en ese mismo centro; posteriormente, en 1906, es destinado al Seminario Mayor de Astorga donde dará clases de Teología Dogmática.
Como ya he apuntado, gozaba el P. Roldán de una potente voz acompañada de una imponente figura que le hacía destacar notablemente del resto. Tenía gran afición por la música y durante unas vacaciones en Madrid publicó la Cántica Sacra; recopiló en un librito también otra serie de cantos, a los que tituló Cánticos Piadosos, que sirvieron durante mucho tiempo a los padres Redentoristas para los servicios litúrgicos, y escribió también el libro ¡Quiero ser sacerdote, quiero ser apóstol! editado por la Editorial Perpetuo Socorro.
Tomada de Todocolección
En el año 1912 lo nombran Cronista Provincial por lo que se traslada a Madrid. Sus crónicas llenaron dos volúmenes que desgraciadamente se perdieron, pasto de las llamas en las revueltas de la pre-guerra civil. Esa tarea de cronista la alternaba con una intensa vida misional, predicando y dando multitud de ejercicios y conferencias. Su labor fue tan intensa que desde el año 1913 hasta 1924, y según su propio testimonio, recorrió 44.545 kilómetros por diversos puntos de la geografía. Solo durante los siete meses que duró la campaña de misiones, que abarcaba desde septiembre de 1913 hasta abril de 1914, recorrió 3.861 kilómetros. En el año 1913 estaba destinado en Cuenca y al año siguiente lo reclamaron de nuevo en Madrid para ser nombrado Procurador Provincial.
A pesar del duro trabajo y el trasiego de viajes y predicaciones, el P. Roldán tenía también tiempo para algunas aficiones; le gustaba coleccionar sellos y esto le hacía estar en contacto con coleccionistas de todo el mundo. Contaba sus perepecias filatélicas a sus alumnos y estos las seguían con interés.
En el año 1918 vuelve de nuevo a Cuenca para ser nombrado Director y Rector del Seminario Menor recién inaugurado sobre el antiguo convento dominicano de San Pablo; allí dirigió a los jóvenes aspirantes hasta el año 1920, en que se cierra el Seminario por no reunir el local espacio suficiente para el esparcimiento de los postulantes. Así que el P. Roldán va a regresar a Madrid donde continuará escribiendo las crónicas, además de hacerse cargo de la dirección espiritual de la Comunidad hasta el año 1924, año en que abandona Madrid para ser destinado a Pamplona donde permanecerá hasta el año 1930 realizando una labor intensa de predicación y misionado. En Pamplona destacaba por “su bondad y campechanía”.
Como Pamplona se encuentra a unos setenta kilómetros de su Cárcar natal tuvo ocasión de trasladarse a su pueblo un 22 de abril del año 1928, para participar en el homenaje que el ayuntamiento dispensaba a cuatro de sus hijos ilustres y a los que dedicaba sendas calles en su memoria. Fue muy abundante la participación de oradores y de entre ellos destacó la larga y sentida oración fúnebre que el P. Roldán dirigió a los homenajeados desde el ambón de la parroquia. Decía: entre otras cosas: “Este pueblo quiere honrar hoy a algunos de sus hijos, o mejor diría, quiere honrarse a sí mismo, honrando a los que lo honran”. Frase memorable.
En el año 1930 se ofreció para ir a misionar a China, pero fue destinado a la América Central: República de El Salvador, Costa Rica, Guatemala y Méjico. El clima tropical no le sentó nada bien al P. Roldán. Ya en Jamaica, enseguida de llegar, enfermó gravemente y tuvo que ser atendido en el convento de los Jesuitas. Ya recuperado llegó a San Salvador donde celebró sus bodas de plata en la iglesia de La Agonía, templo donde los Redentoristas tienen su sede y donde será elegido Superior Redentorista para la República de El Salvador.
Pronto empezó su primera campaña de misiones que resultó agotadora. Él mismo contaba que apenas dormía tres horas, lo que agravó su enfermedad; pronto fue evidente la pérdida de peso. Viendo lo mal que le sentaba el clima le recomendaron que volviera a España, pero el P. Roldán fue tajante: “Sacrifiqué a Dios mi patria y no volveré a tomar lo que a Dios di”.
Pronto empezó su primera campaña de misiones que resultó agotadora. Él mismo contaba que apenas dormía tres horas, lo que agravó su enfermedad; pronto fue evidente la pérdida de peso. Viendo lo mal que le sentaba el clima le recomendaron que volviera a España, pero el P. Roldán fue tajante: “Sacrifiqué a Dios mi patria y no volveré a tomar lo que a Dios di”.
No consta el motivo de su dolencia, pero estando residiendo en el Colegio San Alfonso de la ciudad costarricense de Alajuela acudió a la capital, San José, el día 19 de noviembre de 1934 para ser sometido a una operación.
Alajuela se encuentra a unos diecinueve kilómetros de la capital de Costa Rica. De la operación salió bien y siendo dado de alta regresó de nuevo a la Comunidad, pero a diario tenía que acudir al hospital para hacerse las curas, lo que suponía hacer a pie el recorrido dos veces al día; esas caminatas no ayudaban a su recuperación, por lo que optó en hospedarse provisionalmente en el convento de los Dominicos.
Colegio Redentorista San Alfonso. Alajuela. Foto: corsaalajuela.blogspot
El P. Gregorio Roldán. Foto: santalfonsoedintorni.it
Recorte del periódico La Tribuna donde se da cuenta del fallecimiento del P. Roldan. Foto del perfil de Facebook Fotos de Alajuela publicada por Esteban García
El cronista apunta que a la llegada del P. Roldán a El Salvador, “todo su afán era fundar allí el Jovenado y trabajó en este sentido, hizo viajes, recogió limosnas, trazó planos (...) Con motivo del segundo Centenario de la congregación preparó un número en el periódico El Tiempo sobre los Redentoristas para darlos a conocer”. Y una vez publicado, él mismo reconoció jubiloso: "¡Todo El Salvador supo quiénes éramos!".
¿Sabías tú la historia del P. Gregorio Roldán?
María Rosario López Oscoz
Fuentes:
*Archivo Parroquial de Cárcar.
*Librito homenaje a la Madre Isidora. Talleres de Ártes Gráficas Sobrino de Tomás Blasco. Zaragoza. 1928.
*Anales del Archivo Provincial Redentoristas. Vol X, pp. 383-386.
Esta última información me ha sido facilitada por el Padre Vicente Gracía, Secretario Provincial de los Padres Redentoristas de Madrid, al cual desde aquí agradezco su amabilidad y buena disposición.
Esta última información me ha sido facilitada por el Padre Vicente Gracía, Secretario Provincial de los Padres Redentoristas de Madrid, al cual desde aquí agradezco su amabilidad y buena disposición.
Como siempre impresionante por el trabajo y lo bien que lo cuentas
ResponderEliminarMuchas gracias, Miguel Javier. Es curioso, el libro de cantos que recopiló este hombre y que tanto se usó en su momento, ni siquiera lleva su nombre. Por eso ha sido importante también el testimonio de la memoria viva. Aún se vende algún ejemplar en páginas de coleccionistas...
EliminarEs impresionante todo lo que haces. Te doy muchos ánimos y adelante con tus trabajos de investigación. Un abrazo prima
ResponderEliminarMuchas gracias, Isidro. ¡Un abrazo!
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