Los primeros estudios y observaciones que se hicieron en España sobre la radiactividad los inició un catedrático de Mecánica Química llamado José Muñoz del Castillo, creando en 1904 el primer laboratorio español de radiactividad, adjunto a la Universidad Central (hoy Complutense); más tarde, en 1910, pasaría a ser ya instituto independiente ubicándose en la madrileña calle Amaniel. El máximo colaborador en ese instituto, vicedirector en sus inicios, y posterior continuador como director de la labor de Muñoz del Castillo sería un carcarés, su nombre: Faustino Díaz de Rada Ruiz. A pesar de ser Faustino personaje tan importante y precursor en tan pionera disciplina, inexplicablemente, no existe una biografía escrita sobre él. Por eso, valiéndome de notas, reseñas y algunos artículos en los que aparece citado, voy a tratar de solventar esta carencia.
Faustino Díaz de Rada. Foto cedida por la familia Adrados-Serrano
FAUSTINO DÍAZ DE RADA RUÍZ nace en Cárcar el día 15 de febrero del año 1881; dos días más tarde es bautizado en su iglesia parroquial de San Miguel Arcángel. Era hijo de Andrés Díaz de Rada Pagola y Juana Ruiz Pascual. Andrés y Juana se habían casado en Cárcar el día 1 de junio del año 1874 y fruto de este matrimonio nacieron siete hijos: Félix, Máxima, Juan Cruz, Eufrasia, Faustino, Julián, y una niña que en 1877 murió al nacer, entre el primero y el tercero de los hijos. Los abuelos paternos se llamaban Cenón y Gregoria y los maternos, Javier y Catalina.
De entre ellos, Félix, estudió Farmacia en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central, entre los años 1893-96, y puso un establecimiento de farmacia en su pueblo de Cárcar, que más tarde continuaría su hija Clotilde; Faustino, por su parte, hizo el bachiller en Logroño y lo terminó el día 3 de septiembre del año 1900, expidiéndosele el título el día 24 de enero del año siguiente. De Logroño se traslada a la capital maña donde ingresa en la Facultad de Químicas de la Universidad de Zaragoza. Sin una mancha en su expediente académico hizo los cuatro cursos correspondientes en las materias habituales: Análisis Matemático, Geometría Métrica, Química General y Mineralogía y Botánica, en el primer curso; Análisis Matemático de segundo, Geometría Analítica, Física General, Cristalografía y Dibujo Geométrico, en el segundo; Zoología General, (matrícula de honor), Elementos de Cálculo Infinitesimal y Química Inorgánica en el tercero, y Cosmografía y Física del Globo, Química Orgánica y Análisis Químico General, en el cuarto y último curso, que acabó con excelentes notas: un notable y dos sobresalientes. Tras superar los exámenes sin obstáculos, obtiene la licenciatura en Ciencias, sección Químicas, el día 7 de junio el año 1904 en documento firmado por Francisco Velasco como secretario general, y Ángel de Castro en su calidad de jefe de negociado de dicha facultad.
Díaz de Rada recibe ese año una beca de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones
Científicas (JAE). Esta beca tenía como objetivo realizar varias estancias
de formación; primeramente iría el laboratorio químico parisino de Charles
Moureau, después a Londres, donde conectaría con William Ramsay y en Manchester
recibiría formación en el laboratorio de Ernest Rutherford, -Charles Moureau era
profesor de química de la Escuela Superior de Farmacia de París y miembro de
las Academias de Ciencias y Medicina, William Ramsay, químico británico nacido
en Glasgow que recibió el premio nobel de química en 1904, y Ernest Rutherford fue el descubridor del gas radón y se le considera el padre de la física
nuclear. En resumen, la flor y nata del momento en estas disciplinas-. Díaz de
Rada pospuso un año su marcha por la necesidad de atender los asuntos del Instituto;
cuando quiso hacer la beca la redujo solo a la estancia en el
laboratorio de Charles Moureau en París, asistiendo no obstante también a los
cursos que Marie Curie impartía en la Sorbona.
El Instituto Español
de Radiactividad -funcionando ya de modo independiente- fue uno de los primeros
en constituirse en Europa (el primer Instituto del radio se creó en Viena en el
año 1908 y los de París y Londres en 1909), y consiguió importantes recursos
materiales y humanos para llevar a cabo sus propias vías de investigación. Muñoz
del Castillo y su equipo centraron si interés inicial en el estudio de la radiactividad
de las aguas minerales. Esto ayudó a los hidrólogos médicos a dar publicidad a
balnearios y manantiales, lo que favoreció a crear un vínculo entre estos y el
Instituto. Desde 1908, dependiendo todavía de la Facultad de Químicas de la Universidad
Central, el Instituto ya publicaba su propio Boletín, o revista de
divulgación científica. Faustino realizó multitud de análisis a las aguas de muchos manantiales que plasmó en abundantes monografías. Los datos se acumulaban junto
con los del resto de colaboradores y todos ellos sirvieron para trazar un primer
mapa de zonas radiactivas españolas.
El estudio sobre el manantial de Los Barrancos de Valdemorillo lo hizo Faustino en el año 1923, recién nombrado director del Instituto tras jubilarse Muñoz del Castillo; en él, el químico carcarés afirma que las aguas de dicho manantial presenta unos valores de emanación rádica (gas radón) muy por encima del resto de los muchos manantiales españoles estudiados; y añade: “que la más activa de las aguas francesas posee menos de una quinta parte de emanación que la que nos ocupa”.
A partir de 1911, al adquirir el Instituto de estatus propio y contar con nuevos recursos y subvenciones, se pudo establecer una nueva línea de investigación centrada también en la radioagricultura y los efectos de la radiactividad en el crecimiento de las plantas, creándose las bases para la futura certificación de abonos radiactivos.
Faustino trabajó con
ahínco no solo en el Instituto, sino impartiendo abundantes cursos y conferencias como
catedrático, especialmente en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central.
Las conferencias eran emitidas a través de U. Radio; en una de ellas, Díaz de Rada decía lo siguiente: “como quiera que la
desintegración de los cuerpos activos se verifica con sujeción a leyes fijas e
independientes en absoluto de cuantos agentes el hombre puede poner en juego,
resulta que no podemos disponer de esa inmensa energía que la materia encierra;
encontrándonos ante ella como estaría un sediento ante un depósito enorme de
agua, que solo dejara escapar alguna ligera gota por un diminuto orificio que,
por otra parte, a él no le fuera dable agrandar”. No obstante vaticinaba
que si se pudiera disponer de ella: “tal
hecho sería el más culminante, el que mayor revolución produjera en la
Humanidad, pues, si bien se mira, todas sus luchas y toda su actividad se
reducen, en el fondo, a la adquisición y utilización de la energía”.
Apuntaba incluso el interés del estudio de la radiactividad para su aplicación
en geología, en cuanto a que proporcionaría la solución al cálculo de la edad
de la Tierra, resolviendo un problema hasta ahora irresoluble.
En su vida personal, Faustino se había casado con una joven natural de Aldeanueva de Ebro, población riojana no muy distante de su Cárcar natal. La joven se llamaba Clotilde Serrano. Al llegar el momento de la jubilación el matrimonio se asentó en este pueblo y aquí se quedaron a vivir hasta su muerte. Fueron no obstante numerosas las visitas que Faustino realizó a Cárcar con objeto de ver a sus familiares; su presencia, su prestancia y el halo de personaje importante que lo envolvía era notorio y no pasaba inadvertido entre sus paisanos.
Don Faustino (en el centro de la foto con bigote blanco) en el salón de las "Operarias Parroquiales" de Aldeanueva de Ebro, colectivo al que favoreció cediendo terrenos propios para la construcción del edificio que albergó dicha sociedad. Foto cedida por Ángel Fernández, alcalde de Aldeanueva.
La casa donde habitó el matrimonio Díaz de Rada-Serrano, situada junto al atrio de la iglesia, continúa en pie y el recuerdo de ambos perdura especialmente a través del callejero municipal. En Cárcar, sin embargo, pocos saben de la trayectoria de este insigne personaje, que en este mismo año se cumple el ciento cuarenta aniversario de su nacimiento.
Tras el cierre del madrileño Instituto de Radiactividad que dirigió Díaz de Rada, y en el que se dejó buena parte de su vida, los estudios sobre radiactividad y energía nuclear volvieron más tarde a resurgir en España con nuevos bríos, y otro destacado carcarés ha brillado en este campo también con luz propia: Anastasio Rubio Arróniz, recientemente jubilado como Jefe de Servicio de Radiofísica y Protección Radiológica del Complejo Hospitalario de Navarra, que durante el ejercicio de su profesión ha estudiado y aplicado con precisión los tratamientos oncológicos de numerosos pacientes navarros a lo largo de su carrera profesional.
Que siga pues Cárcar brillando a través de sus hijos, ofreciendo sus dotes y conocimientos en favor de la comunidad científica y para el bien común.
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Investigación
y redacción: María Rosario López Oscoz
Octubre de 2021
Quiero agradecer a María Elisa Adrados por facilitarme la fotografía de portada que acompaña al artículo, y al alcalde de Aldeanueva de Ebro, Ángel Fernández Calvo, por la del día del funeral de Faustino mientras es llevado a hombros; así como a Agustín Garnica por las gestiones realizadas para conseguir el expediente académico del científico.
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Fuentes:
-ENSEÑANZA DE LAS
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http://dx.doi.org/10.5565/rev/ensciencias.1905 ISSN (impreso): 0212-4521 / ISSN
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-PRADO J.G.,
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-WorldCat Identities http://www.worldcat.org/identities/viaf-169707179/
-https://www.uab.cat/web/detalle-noticia/una-historia-de-la-radioactividad-en-espana-1345680342040.html?articleId=1096482698064
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