CRISPULO nace en Cárcar el día 10 de junio del año 1846 y era hijo del médico del pueblo, Ramón Eulalio Ordoñez Cuadrado y de Agapita Petra Abadía Goya. Para conocer el resto de datos sobre su filiación ir al artículo dedicado a Salvador.
No permaneció mucho tiempo Críspulo en Madrid, ya que para el año 1878 estaba en la ciudad de Santander donde su hermano Salvador era Magistral de su Catedral; todo ello invita a pensar que el núcleo familiar buscaba estar agrupados, ya que también Anastasio, el pequeño, abrió farmacia en varios pueblos cántabros.
Ya en Santander, abre Críspulo farmacia en la calle Del Martillo (actualmente calle de Marcelino Sanz de Sautuola). Era esta una calle muy concurrida de la ciudad con abundantes edificios históricos en su entorno, además de estar situada muy cerca del mar. Por todo lo que se verá, Críspulo fue un farmacéutico inquieto y estuvo siempre a la cabeza de los intereses generales, y particularmente de los de su profesión. Sus colegas farmacéuticos de Madrid ya estaban colegiados y en la capital cántabra se empezaban a plantear también la necesidad de hacer lo mismo; pero no será hasta el mes de mayo de 1878 cuando se den los primeros pasos para la constitución del Colegio de Farmacia, creándose al efecto una comisión que nombró a Críspulo Ordoñez como su presidente, sentando así los fundamentos de lo que será en un futuro el Colegio de Farmacéuticos de Santander, instando además a Ordoñez a redactar las bases para su creación.
Viendo Críspulo las responsabilidades que se le venían encima ve conveniente la necesidad de doctorarse, cosa que consigue en el año 1882, en la misma facultad madrileña donde se licenció. La tesis doctoral la defendió el día 30 de junio de ese mismo año y llevaba el tituló de “Angélica, asafétida y cicuta”. Para el año siguiente (1883), y con el título de doctor en la mano, presentó a la Comisión santanderina de Farmacia un proyecto de reglamento que esta aprobó enseguida.
Mientras se terminaba de constituir y formalizar el ansiado Colegio de Farmacéuticos santanderino, don Críspulo (con todo merecimiento se ganó el título de don) asume el cargo de Subdelegado Provincial de Farmacia, lo que equivale a Presidente de dicho Colegio en ciernes.
En el libro "El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Santander", escrito por M.E. Alegre y M.P. Montero, se explica así esa evolución: “Críspulo Ordoñez Abadía, tras veinte años de trabajo, conseguirá dejar a sus sucesores un Colegio Provincial de Farmacéuticos establecido. En 1898 asumirá la presidencia Leopoldo Hontañón".
En la “Guía Consultor e Indicador de Santander y su Provincia” del año 1892, escrita por Antonio María Coll y Puig (director también del periódico la Voz Montañesa), se dice que Ordoñez Abadía era en ese año Vocal de la Junta Provincial de Sanidad de Santander, Diputado por el distrito de esta ciudad, y Presidente de la Comisión Permanente de Hacienda; en una palabra, que se había metido en política y estaba totalmente involucrado en el gobierno de la provincia. Esto no debe extrañar, pues según asegura Pilar Montero en "Historia de la Farmacia en Cantabria en el siglo XIX", los farmacéuticos solían estar muy al tanto de lo que ocurría en política, debido a que en las tertulias habituales que tenían lugar en las llamadas reboticas, se acostumbraba a discutir mucho sobre estas cuestiones, por lo que no fueron pocos los boticarios que en aquella época ocuparon cargos políticos. Y tampoco hay que olvidar el hecho de que como Crispulo ya representaba al sector farmacéuticos de Santander, estaba bastante familiarizado con el servicio público.
Es siendo Ordoñez el máximo representante farmacéutico de la provincia, además de Diputado, cuando tiene lugar en la capital santanderina una catástrofe de dimensiones apocalípticas. El día 3 de noviembre del año 1893 un barco de vapor que hacía la ruta Bilbao-Sevilla, de nombre Cabo Machichaco, se encontraba atracado en el puerto de Maliaño cuando de pronto empezó a arder. Este barco arribaba a Santander cada semana para dejar su carga y se encontraba en esos momentos en el muelle más céntrico de la ciudad.
El incendio, que fue tomando poco a poco un cariz importante, provocó que muchos curiosos se acercaran a las inmediaciones para ver el incidente. En el lugar del suceso se congregaron dotaciones de bomberos, policías y casi la totalidad de las autoridades civiles y militares de la ciudad, además de un buen número de embarcaciones que se aprestaron a colaborar en las tareas de extinción. Pero un cúmulo de fatalidades hizo que la situación se agravara. Y es que como Bilbao estaba sufriendo una epidemia de cólera se había retrasado la salida del puerto del Cabo Machichaco y por esta razón la carga que acostumbraba a transportar se había multiplicado. El barco portaba en sus bodegas un total de 1.600 toneladas de toda clase de materiales, principalmente hierro; pero además, almacenaba 20 botellones de de ácido sulfúrico y 1.720 cajas de dinamita, con un peso de 25 kilos cada una, lo que unido a las llamas provocadas por el incendio, aumentaba aún más su peligrosidad.
Como no conseguían apagar el fuego los responsables optaron por hundir el barco, pero al hacer esa maniobra los golpes y movimientos provocaron que la nitroglicerina detonara, lo que unido a la acción de la dinamita provocó una explosión de tal magnitud que el barco voló literalmente por los aires y “se llevó por delante media ciudad” -según dijeron después algunos cronistas-, ocasionando lo que se denominó la mayor tragedia civil y naval de la España moderna.
Veinticinco manzanas de edificios quedaron destruidas y un total de seiscientos cadáveres yacían muertos en el suelo, a los que había que sumar alrededor de otros dos mil heridos de diversa consideración, la mayor parte de ellos mutilados debido al amasijo de hierros y metralla que se les vino encima. La onda expansiva destruyó multitud de edificios y el caos posterior fue total. Las autoridades, que en ese crítico momento tenían que manejar la situación, habían perecido o se encontraban gravemente heridas. Esa noche, el Diario Montañés dirá: “Sobre la cubierta estaban presentes la totalidad de las autoridades, así como los grandes capitanes de empresas marítimas de la ciudad, discutiendo e impartiendo órdenes a los tiznados y empapados bomberos y marineros afanados en su lucha contra el fuego”. Otro corresponsal, un tal Sazatornil, aseguraba que en ese momento la ciudad había quedado destruida, descabezada y desnortada.
Se salvaron del desastre, el Presidente de la Diputación, señor Sainz Trapaga, y varios diputados, entre ellos Ordoñez, que se apresuraron a reconocer el lugar y la magnitud de la tragedia. Con objeto de controlar la situación se constituyó enseguida un gabinete de crisis y rápidamente se crearon diferentes comisiones de actuación, repartidos en distritos; en una de estas comisiones se encontraba Ordoñez. Para hacerse una idea de lo que este accidente supuso para la ciudad hay que tener en cuenta que en aquel momento Santander tenía un censo aproximado de cincuenta mil habitantes. Muy recomendable para conocer los pormenores de este accidente leer el artículo de Luis Jar Torre: https://www.practicosdepuerto.es/colegio-federacion/publicaciones/articulos-luis-jar/un-desastre-la-espa%C3%B1ola
Como la dinamita no estalló toda a un tiempo el peligro seguía y la ciudad de Santander vivió unos días de verdadera incertidumbre. Se intentó por todos los medios sacar el resto de dinamita que continuaban en el barco hundido, pero dada la peligrosidad que esta maniobra implicaba se tuvo que ir haciendo poco a poco. La catástrofe atrajo a no pocos periodistas que enviaron su crónica de los hechos. La versión de uno de ellos no dejó muy contento al gremio de farmacéuticos, lo que provocó la indignación de Ordoñez, que se apresuró a escribir una carta al director de la agencia desde donde se había emitido la noticia. La carta de Ordoñez, que fue publicada, dice así: «Subdelegación de farmacia del partido de Santander, 12 de Noviembre de 1893. »SR. D. FRANCISCO MARÍN Y SANCHO. »Mi distinguido comprofesor y amigo: Un corresponsal de la Agencia Mencheta, venido aquí con motivo de la catástrofe del dia 3, ha comunicado á aquélla noticias que distan mucho de ser ciertas; y aunque personas respetables y dignísimas de esta localidad las han desmentido en telegramas dirigidos á varios periódicos de Madrid y publicados en los de LA FARMACIA ESPAÑOLA 739, ésta, como alguna de aquéllas afecta al buen nombre de la clase farmacéutica, me considero obligado, también yo, á consignar la más enérgica protesta contra esas falsedades. AI ocuparse el tal corresponsal de lo que en Santander ocurrió el día 8, cuando se tuvo noticia de que se iba á proceder á la extracción de 600 cajas de dinamita que habían quedado sin estallar en el vapor Machichaco, se atreve á decir que se cerraron algunas farmacias. «Como representante de la honrada clase farmacéutica de esta localidad tengo que decir que todos mis dignos compañeros ocuparon sus puestos, y que ni uno solo cerró su oficina al servicio público, en contra de lo que afirma el corresponsal aludido. «Sensible es que cuando un pueblo se halla bajo la pesadumbre de una inmensa catástrofe, se permita un periodista herirle en su dignidad, inventando noticias y dando como cierto lo que solo puede ser ensueño de una inteligencia enferma. »No para justificar á los farmacéuticos de Santander, cuya conducta en estos aciagos días no puede ser más correcta y digna, sino para satisfacción de la farmacia toda española, me permito dirigir á Ud, estos renglones, que han de confirmar más y más el general convencimiento de que todos y cada uno de nuestros comprofesores en los momentos de peligro, saben afrontarlo y rivalizar en celo por cumplir la misión que les está confiada. «Ruego á Ud. que dé cabida á estos renglones en las columnas de su ilustrada Revista, con lo que prestará un servicio á la profesión, y se lo agradecerá su amigo y compañero q. b. s. m., CRÍSPULO ORDONEZ.». La contundencia y el vigor de esta misiva muestra el enfado del boticario ante tan desafortunada crónica en momentos tan delicados.
Cuatro meses después del accidente todavía quedaba dinamia en el barco y los responsables seguían intentando sacarla evitando correr el mínimo de riesgo; a pesar de eso, una nueva explosión provocó la muerte de otras quince personas más.
Ese verano de 1894 se celebraron elecciones a Diputados Provinciales y Ordoñez obtuvo un total de 3.782 votos, quedando solo por debajo de Tomás Agüero Tagle que le superó en apenas 331.
En el año 1898 Francisco Rivas Moreno, en ese momento Gobernador Civil de Santander, crea la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de la ciudad. La idea surgió a raíz de una donación testamentaria que Rivas intentaba del mejor modo gestionar. Existe un memorial que este señor escribió en 1913, titulado: “El Ahorro en España. Mis Instituciones”, que refleja el momento en el que convoca a las autoridades provinciales para explicar su proyecto: “El día 23 de Enero de ese año (1898), se celebró en el Gobierno civil una reunión, a la que, convocados por mí, asistieron D. Alejandro Gil de Revolaño, en representación del señor Obispo; D. Críspulo Ordóñez, Presidente de la Diputación; D. Fernando de Meana, Presidente accidental de la Audiencia; D. José Barrasa, Comandante de Marina; D. Dimas Martínez, Coronel jefe de la zona militar; D. Ricardo Orga Alcalde accidental, y un largo etcétera. Este documento demuestra que para esa fecha Críspulo era ya Presidente de la Diputación de Santander; ese cargo lo volvería a ocupar también años más tarde.
En septiembre del año 1904 la revista La Atalaya recoge un acto celebrado en el Hotel Europa de Santander; aquí se reunieron un grupo de farmacéuticos con motivo de ofrecer una comida al entones Presidente de la Junta del Gobierno español, Joaquín Ruíz Jiménez. En el brindis Ordoñez manifestó a Ruíz Jiménez cosas tan contundentes como estas: “…prosiguiendo en su laudable trabajo, haga entender en todas partes, y muy principalmente en las esferas oficiales, que los farmacéuticos no son sencillamente mercaderes de drogas, sino hombres de ciencia, acreedores á ser tratados como tales…”.
En el año 1907, Ordoñez Abadía es de nuevo elegido Presidente de la Diputación Provincial de Santander. Reinaba en España Alfonso XIII y acababa de ganar una vez más las elecciones el partido conservador de Antonio Maura.
En mayo de 1909 Ordoñez Abadía asumirá interinamente el Gobierno Civil de Santander al dimitir Justino Bernad Valenzuela, según se ve en el Boletín Oficial de la Provincia del día 15 de mayo de 1909.
Murió concretamente el día 3 de febrero del año 1910. La Diputación provincial y el Gobernador civil de Santander encargaron una esquela que se publicó al día siguiente en el periódico "El Cantábrico". En ella se hacían constar sus títulos y cargos: doctor en Farmacia, Jefe Superior honorario de la Administración civil, diputado provincial y expresidente de la Diputación de Santander. Los funerales tuvieron lugar al día siguiente, 4 de febrero en la iglesia de Santa Lucía de la ciudad de Santander.
ANASTASIO ORDOÑEZ ABADÍA
Anastasio, el más pequeño de los hermanos Ordoñez Abadía, nació en Cárcar el día 27 de abril del año 1848; hizo los estudios elementales en su pueblo natal y los de Bachillerato, al igual que su hermano Críspulo, en Pamplona; en el año 1873 se trasladó a la Facultad de Farmacia de la Universidad Central para conseguir la licenciatura; allí estaba todavía su hermano Críspulo en su farmacia La Central de Específicos, pero pronto se irá a Santander donde para el año 1874 abrió su propio establecimiento de farmacia en el pueblo montañés de Quijano. En el año 1876 aparece como farmacéutico en el municipio de Piélagos para pasar de allí a la ciudad de Santander. Probablemente y dada la competencia tiene que volver de nuevo a Piélagos; en el año 1884 abre un nuevo establecimiento farmacéutico en la localidad de Arce, también de la misma provincia. Murió en la capital cántabra el día 2 de noviembre del año 1887 con tan solo treinta y nueve años. La prensa de la época se hizo eco del deceso.
Fue Santander el destino de estos carcareses, y el lugar desde donde se proyectaron. Antes de iniciar esta investigación yo desconocía totalmente el recorrido de sus vidas, ¿las conocías tú?
Investigación y redacción: María Rosario López Oscoz
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-www.academia.edu. Las tesis doctorales de Farmacia defendidas en España. Catálogo de tesis.
-ALEGRE PEREZ, Mª Esther; MONTERO PARRA, Mª del Pilar. El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Santander / Cantabria (1878-2015). Pag. 208. Ciencia y Profesión. El Farmacéutico en la Historia. E. Moreno, A. Ramos, A. González
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-COLL Y PUIG, Antonio María. Guía Consultor e Indicador de Santander y su Provincia. Año 1892
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-familysearch.org
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-Los farmacéuticos de Santander. Biblioteca Virtual de la Real Academia Nacional de Farmacia. bibliotecavirtual.ranf.com
-La Columna. Hemeroteca digital. hemerotecadigital.bne.es
-MONTERO PARRA, Pilar. Historia de la Farmacia en Cantabria en el Siglo XIX. Madrid. 2016.
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-RIVAS MORENO, “El Ahorro en España, Mis Instituciones”. Biblioteca de la “La Cooperación”. Vol. IX. Sevilla. 1913. Pag. 14. Est. Tip, de J. Santigosa, S. en C., Albareda, 45 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha.