martes, 8 de febrero de 2022

LA MADRE ISIDORA. ISIDORA PÉREZ ARRÓNIZ.

 

Esta era la imagen de Isidora Pérez en el año 1876. Foto: tomada del folleto Siglo Futuro, publicado en el año 1928

Cuando llegas a la plaza de los Fueros, o plaza mayor de Cárcar, llama la atención una placa sobre la fachada del ayuntamiento en la que se indica, que además de dedicarse esa plaza a los fueros navarros, lo hace también a una monja llamada Madre Isidora.  Es posible que algunos conozcan su vida y quien era esta mujer, pero es más probable que la inmensa mayoría lo desconozca y, esto, hay que remediarlo. 

Isidora Pérez Arróniz  (Madre Isidora del Corazón de María), nace en Cárcar el día 4 de abril del año 1856. Era hija de Martín Pérez Gómez y María Eugenia Arróniz Ruiz y nieta, por parte paterna, de Miguel Pérez y María Ángela Gómez y por la parte materna de Blas Arróniz y Valentina Ruíz. El padre de Isidora bien pudo ser el alguacil del pueblo, o quizá el secretario, ya que la niña nace en la propia casa consistorial, teniendo la entrada a la vivienda por la calle Monte. Era la quinta de un total de nueve hermanos.
 
Casa Consistorial al poco de colocar las placas de 1928. Foto: librito homenaje.

Fue Isidora una guapa y recatada joven, adornada también de gran modestia, de quien se enamoró  un apuesto militar que había llegado a Cárcar mientras esta población estaba ocupada por los liberales durante la tercera guerra carlista, y con la cual se casó. El joven militar se llamaba José López Sanz y había llegado desde el levante valenciano. Éste había nacido en la ciudad de Valencia en el año 1852. Sus padres se llamaban Domingo López, que era natural de Orense, y Josefa Sanz, de Vinaroz.
 
Del matrimonio entre Isidora y José nacieron cuatro hijos, pero solo uno sobrevivió, Francisco. Este niño había nacido el día 10 de octubre del año 1877, al poco de acabar la guerra. En su partida de nacimiento se destaca que vivían en la calle Monte número 4, o sea, la casa de la Villa, o casa consistorial, lo que se entiende que vivían con los padres de Isidora, probablemente de modo circunstancial. Como nota curiosa apuntar que en el ayuntamiento dieron fe del nacimiento de Francisco dos testigos: Estanislao Irisarri Mendoza, que era sastre, y el zapatero Vicente Iturriaga, a los que se les solía llamar habitualmente para estos menesteres ya que siempre estaban en buena disposición y sabían firmar.
 
Otra vista del Ayuntamiento en una segunda remodelación todavía con las placas conmemorativas originales. Foto tomada del libro: Cárcar, Impresiones, Oficios, Anécdotas y Fotos. Eduardo Mateo. Pag. 46

José, el marido de Isidora, participó militarmente mientras la guerra en las batallas que se dieron en Lacar, Lorca, Somorrostro y Elgueta, y al parecer lo hizo de forma heroica ya que recibió condecoraciones por ello.
 
 La guerra terminó pero trajo también sus secuelas que llevaron a José a enfermar y  morir a edad temprana; tan solo tenía treinta y cinco años cuando fallece. Era el año 1887.  Viuda quedaba Isidora y huérfano de padre  Francisco con solo once años. En esta difícil situación, a tan solo cinco meses de morir José, manda Isidora a su hijo a la Congregación de los Misioneros del Corazón de María (claretianos) donde ingresa. Seis años más tarde, tras larga meditación y después de rechazar interesantes propuestas de matrimonio, encuentra de nuevo Isidora su vocación y profesa como novicia en la Congregación de las Religiosas Oblatas del Santísimo Redentor de Cienpozuelos (Madrid). Era el 7 de noviembre del año 1893. Tenía treinta y siete años. El convento de Cienpozuelos era la casa madre de la Congregación de las Hermanas Oblatas y en ese momento todavía vivía en él la Madre Fundadora, Antonia María Oviedo y Schöntahal (Lausana 1822, Cienpozuelos 1898) por lo que Isidora y Madre Antonia, no solo se conocieron, sino que pudieron convivir durante todo el período de formación de la novicia carcaresa. El carisma de estas religiosas es el de acogimiento y hospitalidad, especialmente dirigido hacia las mujeres víctimas de la prostitución y/o la exclusión social. 
 
Madre Antonia Oviedo. Foto: oblatassr.org

Se da la circunstancia que en este mes de marzo de 2022 se cumplirán los doscientos años del nacimiento de Madre Antonia, mujer que por sus méritos y carismas ha sido reconocida por la Iglesia como Venerable.
 
En el convento de Cienpozuelos hizo la Hermana Isidora Pérez su primera formación, como era lo habitual, hasta la toma de hábito y primera profesión. La toma de hábito tuvo lugar el día 15 de julio del año 1894 y la Profesión temporal el 22 de julio de 1895, ante la atenta mirada de la Fundadora a la que Isidora vería morir tres años después. Los votos perpetuos, sin embargo, los hizo Isidora en Vitoria el día 22 de agosto del año 1900.  Adoptó para sí el nombre religioso de Isidora del Corazón de María
 
 
Madre Isidora. Fotografía extraída del librito homenaje de 1928

Tras quedar  totalmente consagrada al carisma de las Oblatas, que según ellas mismas aseguran:está al lado de las mujeres inmersas en contextos de prostitución, recorriendo juntas caminos de redención y liberación” su labor se prolongó por un período de treinta y cinco años  que culminó con su muerte. Durante ese tiempo será Isidora Madre Superiora en todos los centros a donde fue destinada: los dos primeros en la Casa Sucursal de Barcelona, ocho en la de Santander, seguido de la de Zaragoza donde dedicó dieciocho años de su vida, con un intervalo donde estuvo también en la Casa de Vitoria.
 
Edificio de las Oblatas de Cienpozuelos. Composición hecha para la conmemoración de 2018. 

La figura de Madre Isidora otorgaba un porte distinguido, pero destacó sin embargo por su caridad y humildad a través de su trabajo; trato bondadoso con marcado amor de madre, gran inteligencia y exquisita amabilidad, a la que se unía una gran delicadeza, tanto para con las Hermanas como para con las jóvenes allí acogidas, lo que hacía que arrebatara a todo el que la trataba. Oblata de cuerpo entero, dirían con énfasis algunos.
 
Resumiendo, Madre Isidora destacó por su gran piedad para con Dios, amor de madre para con sus subordinadas y acogidas, y corazón obediente como el de una niña para quienes debía obediencia. Murió en Zaragoza en olor de santidad el día 9 de enero de 1928. Dos meses más tarde, el Ayuntamiento de Cárcar, presidido entonces por Veremundo Ágreda, acordó por unanimidad hacerle un homenaje junto a otros tres hijos ilustres del pueblo, ya vistos todos ellos en este blog: Juan Cruz Aranáz, Salvador Ordoñez y el P.Marín Sola, y ponen en funcionamiento toda la maquinaria para llevarlo a cabo.
 
El párroco, Gracián Goicoechandía, se prestó gustosamente a colaborar en la tarea de preparativos y organización y se cursan las invitaciones. La impresionante fiesta que se llevó a cabo quedó reflejada en un librito conmemorativo donde se dan todos los detalles y se fijan los discursos. La representación oficial se culmina con un ramillete de autoridades: representaciones de los obispos de  Pamplona y Zaragoza, gobernadores civiles de las mismas, un general de artillería, un jefe político, un abogado de Madrid y hasta el jefe de la sección de loterías del Ministerio de Hacienda que hará las funciones de taquígrafo.
 
Por la parte de la familia de Madre Isidora se invitaron, entre otros, al hijo de Madre Isidora, el P. Francisco López, que era en ese momento el Superior de los claretianos de Zaragoza, y la prima carnal de este, Eugenia Pérez, en ese momento también Superiora General de las Oblatas, así como familiares del difunto esposo de la monja, venidos expresamente de Valencia.
 
El 22 de abril de ese año 1928, era el día señalado y comenzó la fiesta donde los panegíricos se sucedieron por parte de rutilantes hijos del pueblo que dieron lo mejor de sí en sus discursos. Las adhesiones al acto se sucedieron abundantemente enviando cartas y telegramas: los cardenales arzobispos de Toledo, Sevilla y Granada, y los obispos de Cuenca y Barbastro, así como el Presidente del Consejo de Ministros y el Director General de Comunicaciones, entre otras, destacando especialmente la carta que envió el Catedrático de Medicina legal y Toxicóloga de la Universidad de Zaragoza, el carcarés Juan Bastero Lerga (ya estudiado también en este blog) que además era primo segundo de la homenajeada. La carta que dirigió este personaje supone en sí un tesoro por los elogios y alabanzas a su pueblo y a sus paisanos al llevar a cabo ese acto: “los pueblos como Cárcar, que saben hacer la justicia de honrar y perpetuar la memoria de sus hijos selectos por sus virtudes y gran saber, merecen figurar a la cabeza de los pueblos más civilizados…”. “Gloria a la Villa de Cárcar, que con este acto pone de relieve la grandeza de su alma colectiva y la más selecta espiritualidad, base de los grandes valores morales que atesora y que en justicia le hacen acreedor al más elevado concepto social”.  
 
Portada del librito homenaje

La lectura del libro homenaje supone en su totalidad un tesoro digno de preservar por la cantidad de nombres y detallado despliegue de medios que aporta.
Eulogio Martínez, carcarés y párroco de Andosilla se expresó también con un largo poema de su cosecha y del que extraeré solo unos versos: “No es extraño que de ti (Cárcar)/ salgan hijos como éstos,/ y que si ahora son cuatro/ sean luego cuatrocientos/ y que recíproco sea/ el cariño y el afecto,/ tú… dedicándoles calles/ gratitud y honra, ellos”.
 
Ese día de abril de aquel año, 1928, además de las placas que se colocaron en honor a los otros tres homenajeados, dos de ellas lucieron sobre la fachada de la Casa Consistorial, lugar en el que había nacido Isidora, perpetuando así la memoria de esta destacada mujer. A partir de ese momento la secularmente llamada Plaza de los Fueros pasó a denominarse también "y de la Madre Isidora". El texto de una de esas placas dice así:  
 
A la memoria de la Madre Isidora del Corazón de María –
Superiora de las Oblatas del Santísimo Redentor
Modelo de virtudes cristianas y religiosas
Heroína de la Caridad.
Nació en esta Casa en 4 de Abril de 1856.
Pasó por el mundo haciendo bien a todos.
Murió en olor de santidad en Zaragoza a 9 de Enero de 1928.
La Villa de Cárcar a su Hija esclarecida.
Las Religiosas Oblatas a su Madre incomparable dedican este recuerdo
en 22 de Abril de 1928.
 
Honda debió ser la huella que dejó esta mujer a juzgar por tan grandes elogios que recibió. A pesar de que el homenaje era extensivo a los citados cuatro hijos de Cárcar, será sin embargo a Madre Isidora a quien expresamente vayan dirigidos la mayor parte de las menciones y alabanzas.
 
Vista parcial del Ayuntamiento en la actualidad, donde se aprecia una de las placas conmemorativas a Madre Isidora

Pero no solo la figura de Madre Isidora la que destacó entre las Hermanas Oblatas en la familia Pérez de Cárcar; también lo hizo y de modo fulgurante una de sus sobrinas, María Eugenia Pérez Ilzabe (María Eugenia del Dulce Nombre de Jesús) que era hija de Jenaro, el hermano de Madre Isidora, y de Antonia Ilzarbe Zabalza, natural esta de Irurre.

Eugenia había nacido en Etayo el día 12 de febrero del año 1885 ya que su padre se encontraba destinado en este pueblo de la merindad de Estella. Durante 25 años fue la Superiora General de las Oblatas y también la responsable de que estas se instalaran en Pamplona en el año 1948, en el edificio construido al efecto por el arquitecto pamplonés Eugenio Arrainza Vilella. Desde entonces, a este conjunto se le denomina comúnmente como el edificio de Oblatas. Se daba la circunstancia de que el noviciado de Zaragoza amenazaba ruina y María Eugenia apostó por Pamplona para traerlo aquí dadas las buenas perspectivas que ofrecía Navarra en cuanto a vocaciones. Ya existía en la capital navarra una pequeña comunidad de Oblatas, desde 1912, pero esto supuso un impulso considerable para la Congregación.

Edificio de Oblatas de Pamplona. Foto: Diario de Noticias de Navarra de fecha 29-11-2015
Los estudiosos aseguran que en los más de ciento diez años de recorrido en Pamplona, desde que se asentaran las Oblatas, han visto nacer en su seno más de trescientas cincuenta vocaciones navarras, y por sus manos han pasado más de mil mujeres marginadas de la sociedad a las que han asistido y acogido de forma familiar, sacándolas de la exclusión y dándoles dignidad y formación.
   
En cuanto al hijo de Madre Isidora, Francisco López Pérez,  fue, como se ha visto, Superior de la Orden de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, comúnmente llamados claretianos, y Delegado oficial del Gobierno General de la Congregación. En las diferentes búsquedas que he hecho para encontrar información sobre Francisco (con poco éxito de momento, la verdad) he podido encontrar que en 1938 se encontraría en Burgos atendiendo, entre otros menesteres, espiritualmente en el confesonario y donde uno de los penitentes sería al parecer san Josemaría Escrivá de Balaguer. Seguro que futuras investigaciones permitirán ampliar su trayectoria pastoral.
 
He tratado de recuperar a grandes rasgos la vida y virtudes de un nuevo personaje de Cárcar, que me ha sido especialmente grato al tratarse por fin de una figura femenina. Concluyo  echando mano de las palabras que empleó Gregorio Roldán, encargado de hacer la oración fúnebre en el homenaje de 1928 a los cuatro hijos de Cárcar: “No hay pueblo que no derrame lágrimas sobre la tumba de sus héroes, que no conmemore las hazañas de sus hijos ilustres, cuidando de transmitir a la posteridad el precioso legado de sus acciones virtuosas, para que sirvan de ejemplo, estímulo y acicate a los demás hijos”.
 
Investigación y redacción: María Rosario López Oscoz
 
Fuentes:
-Archivo municipal de Cárcar
-Archivo General de las Oblatas en Cienpozuelos (Madrid). 
-Diario de Navarra. Calles y Barrios: "Las Oblatas al descubierto". A.O. Pamplona. 1-10-2014
-Diario de Noticias de Navarra. Artículo de Manuel María Sagües Lacasa. 29-11-2015.
-familysearch.org
-Folleto Siglo Futuro 21-1-1928
-Librito homenaje a Madre Isidora. Taquigrafiado por Enrique Quijada Villapadierna. Talleres de Artes Gráficas Sobrino de Tomás Blasco. Ecce Homo, 9. Zaragoza.


Quiero agradecer particularmente a Ana María Barandiarán, Oblata del S.R., responsable del Archivo General en la casa madre de Cienpozuelos (Madrid) por su colaboración al facilitarme información que consta en sus archivos sobre Madre Isidora, y adicional, y por su amabilidad y diligencia. Así como a Nieves Asurmendi, lerinesa de la misma congregación por facilitarme el contacto con Ana María.