Esta era la imagen de Isidora Pérez en el año 1876. Foto: tomada del folleto Siglo Futuro, publicado en el año 1928
Cuando llegas a la plaza de los Fueros, o plaza mayor de Cárcar, llama la atención una placa sobre la fachada del ayuntamiento en la que se indica, que además de dedicarse esa plaza a los fueros navarros, lo hace también a una monja llamada Madre Isidora. Es posible que algunos conozcan su vida y quien era esta mujer, pero es más probable que la inmensa mayoría lo desconozca y, esto, hay que remediarlo.
Isidora Pérez Arróniz (Madre Isidora del Corazón de María), nace en Cárcar el día 4 de abril del año 1856. Era hija de Martín Pérez Gómez y María Eugenia Arróniz Ruiz y nieta, por parte paterna, de Miguel Pérez y María Ángela Gómez y por la parte materna de Blas Arróniz y Valentina Ruíz. El padre de Isidora bien pudo ser el alguacil del pueblo, o quizá el secretario, ya que la niña nace en la propia casa consistorial, teniendo la entrada a la vivienda por la calle Monte. Era la quinta de un total de nueve hermanos.
Casa Consistorial al poco de colocar las placas de 1928. Foto: librito homenaje.
Otra vista del Ayuntamiento en una segunda remodelación todavía con las placas conmemorativas originales. Foto tomada del libro: Cárcar, Impresiones, Oficios, Anécdotas y Fotos. Eduardo Mateo. Pag. 46
José, el marido de Isidora, participó militarmente mientras la guerra en las batallas que se dieron en Lacar, Lorca, Somorrostro y Elgueta, y al parecer lo hizo de forma heroica ya que recibió condecoraciones por ello.
Madre Antonia Oviedo. Foto: oblatassr.org
Madre Isidora. Fotografía extraída del librito homenaje de 1928
Edificio de las Oblatas de Cienpozuelos. Composición hecha para la conmemoración de 2018.
Portada del librito homenaje
Eulogio Martínez,
carcarés y párroco de Andosilla se expresó también con un largo poema de su
cosecha y del que extraeré solo unos versos:
“No es extraño que de ti (Cárcar)/
salgan hijos como éstos,/ y que si ahora son cuatro/ sean luego cuatrocientos/
y que recíproco sea/ el cariño y el afecto,/ tú… dedicándoles calles/ gratitud
y honra, ellos”.
Ese
día de abril de aquel año, 1928, además de las placas que se colocaron en honor a los
otros tres homenajeados, dos de ellas lucieron sobre la fachada de la Casa Consistorial,
lugar en el que había nacido Isidora, perpetuando así la memoria de esta destacada
mujer. A partir de ese momento la secularmente llamada Plaza de los Fueros pasó a denominarse también "y de la Madre Isidora". El texto de una de esas placas dice así:
Honda
debió ser la huella que dejó esta mujer a juzgar por tan grandes elogios que
recibió. A pesar de que el homenaje era extensivo a los citados cuatro hijos de
Cárcar, será sin embargo a Madre Isidora a quien expresamente vayan dirigidos
la mayor parte de las menciones y alabanzas.
Pero no solo la figura de Madre Isidora la que destacó entre las Hermanas
Oblatas en la familia Pérez de Cárcar; también lo hizo y de modo fulgurante una de
sus sobrinas, María Eugenia Pérez Ilzabe (María Eugenia del Dulce Nombre de
Jesús) que era hija de Jenaro, el hermano de Madre Isidora, y de Antonia
Ilzarbe Zabalza, natural esta de Irurre.
A
la memoria de la Madre Isidora del Corazón de María –
Superiora
de las Oblatas del Santísimo Redentor
Modelo
de virtudes cristianas y religiosas
Heroína
de la Caridad.
Nació
en esta Casa en 4 de Abril de 1856.
Pasó
por el mundo haciendo bien a todos.
Murió
en olor de santidad en Zaragoza a 9 de Enero de 1928.
La
Villa de Cárcar a su Hija esclarecida.
Las
Religiosas Oblatas a su Madre incomparable dedican este recuerdo
en
22 de Abril de 1928.
Vista parcial del Ayuntamiento en la actualidad, donde se aprecia una de las placas conmemorativas a Madre Isidora
Eugenia había nacido en Etayo el día 12 de febrero del año 1885 ya que su padre se encontraba destinado en este pueblo de la merindad de Estella. Durante 25 años fue la Superiora General de las Oblatas y también la responsable de que estas se instalaran en Pamplona en el año 1948, en el edificio construido al efecto por el arquitecto pamplonés Eugenio Arrainza Vilella. Desde entonces, a este conjunto se le denomina comúnmente como el edificio de Oblatas. Se daba la circunstancia de que el noviciado de Zaragoza amenazaba ruina y María Eugenia apostó por Pamplona para traerlo aquí dadas las buenas perspectivas que ofrecía Navarra en cuanto a vocaciones. Ya existía en la capital navarra una pequeña comunidad de Oblatas, desde 1912, pero esto supuso un impulso considerable para la Congregación.
Los estudiosos aseguran que en los más de ciento
diez años de recorrido en Pamplona, desde que se asentaran las Oblatas,
han visto nacer en su seno más de trescientas cincuenta vocaciones navarras, y por sus manos han pasado más de mil mujeres marginadas de la
sociedad a las que han asistido y acogido de forma familiar, sacándolas de la exclusión y dándoles dignidad y formación.
En cuanto al hijo de Madre Isidora, Francisco López Pérez, fue, como se ha visto, Superior de la Orden de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, comúnmente llamados claretianos, y Delegado oficial del Gobierno General de la Congregación. En las diferentes búsquedas que he hecho para encontrar información sobre Francisco (con poco éxito de momento, la verdad) he podido encontrar que en 1938 se encontraría en Burgos atendiendo, entre otros menesteres, espiritualmente en el confesonario y donde uno de los penitentes sería al parecer san Josemaría Escrivá de Balaguer. Seguro que futuras investigaciones permitirán ampliar su trayectoria pastoral.
He tratado de recuperar a grandes rasgos la vida y virtudes de un nuevo personaje de Cárcar, que me ha sido especialmente grato al tratarse por fin de una figura femenina. Concluyo echando mano de las palabras que empleó Gregorio Roldán, encargado de hacer la oración fúnebre en el homenaje de 1928 a los cuatro hijos de Cárcar: “No hay pueblo que no derrame lágrimas sobre la tumba de sus héroes, que no conmemore las hazañas de sus hijos ilustres, cuidando de transmitir a la posteridad el precioso legado de sus acciones virtuosas, para que sirvan de ejemplo, estímulo y acicate a los demás hijos”.
En cuanto al hijo de Madre Isidora, Francisco López Pérez, fue, como se ha visto, Superior de la Orden de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, comúnmente llamados claretianos, y Delegado oficial del Gobierno General de la Congregación. En las diferentes búsquedas que he hecho para encontrar información sobre Francisco (con poco éxito de momento, la verdad) he podido encontrar que en 1938 se encontraría en Burgos atendiendo, entre otros menesteres, espiritualmente en el confesonario y donde uno de los penitentes sería al parecer san Josemaría Escrivá de Balaguer. Seguro que futuras investigaciones permitirán ampliar su trayectoria pastoral.
He tratado de recuperar a grandes rasgos la vida y virtudes de un nuevo personaje de Cárcar, que me ha sido especialmente grato al tratarse por fin de una figura femenina. Concluyo echando mano de las palabras que empleó Gregorio Roldán, encargado de hacer la oración fúnebre en el homenaje de 1928 a los cuatro hijos de Cárcar: “No hay pueblo que no derrame lágrimas sobre la tumba de sus héroes, que no conmemore las hazañas de sus hijos ilustres, cuidando de transmitir a la posteridad el precioso legado de sus acciones virtuosas, para que sirvan de ejemplo, estímulo y acicate a los demás hijos”.
Investigación
y redacción: María Rosario López Oscoz
-Archivo General de las Oblatas en Cienpozuelos (Madrid).
-Diario de Navarra. Calles y Barrios: "Las Oblatas al descubierto". A.O. Pamplona. 1-10-2014
-Diario de Noticias de Navarra. Artículo de Manuel María Sagües Lacasa. 29-11-2015.
-familysearch.org
-Folleto Siglo Futuro 21-1-1928
-Librito homenaje a Madre Isidora. Taquigrafiado por Enrique Quijada Villapadierna. Talleres de Artes Gráficas Sobrino de Tomás Blasco. Ecce Homo, 9. Zaragoza.
Quiero
agradecer particularmente a Ana María Barandiarán, Oblata del S.R., responsable del Archivo
General en la casa madre de Cienpozuelos (Madrid) por su colaboración al
facilitarme información que consta en sus archivos sobre Madre Isidora, y adicional, y por su
amabilidad y diligencia. Así como a Nieves Asurmendi, lerinesa de la misma congregación
por facilitarme el contacto con Ana María.