miércoles, 23 de julio de 2025

EUGENIO SÁDABA, MISIONERO PAÚL EN PUERTO RICO


Eugenio fue uno de los muchos sacerdotes que salieron de Cárcar para hacer la misión, eligiendo el carisma de San Vicente de Paúl. Nació un 25 de agosto del año 1930 y empezó su educación en el colegio de su pueblo observando con asombro, desde su visión infantil, los avatares de la guerra civil. Ya en tiempos de posguerra, e intuyendo cierta vocación religiosa, se trasladó a Pamplona al seminario de los Padres Paúles, dejando en Carcar a sus padres, Santiago Sádaba Brún y Joaquina Sádaba Hernández y a sus seis hermanos, Serapio, Pilar, Remedos, Corpus, Esteban y Carmen. 
  
Eugenio Sádaba CM

Alto y enjuto de cuerpo, de esa etapa de estudiante en Pamplona se sabe que prestó sus manos como modelo para emular a las del fundador, San Vicente de Paúl, que quedaron plasmadas en las paredes de la parroquia de La Milagrosa. Así lo dejará dicho en 2013 el P.  Martiniano León: “¡Que no se sentían orgullosos los Sádaba cuando llegaban al Seminario y verificaban que las manos del san Vicente niño, que repartía harina a los pobres, dibujado en una de paredes de la Iglesia «La Milagrosa» eran las manos de su hijo seminarista!”. 

Continuando su formación, en septiembre de 1947 y con diecisiete años se trasladó a Madrid al Seminario de los Paúles de Hortaleza, donde recibe la educación específica para el discernimiento vocacional, tan abundante en aquella época. Aunque no todos perseveraban, él lo hizo, y aquí hará los tres cursos de Filosofía, entre los años 1948 y 1951.

Terminados estos se traslada a Cuenca para cursar los otros tres de Teología y es ordenado sacerdote el 12 de septiembre de 1945 en la Basílica de la Milagrosa de Madrid, de manos de Monseñor Emilio Lissón Chávez, obispo peruano de su congregación con fama de santo. A todo este aprendizaje aún añadió Eugenio un curso más de Teología y Pastoral  que hizo en Londres entre los años 1954-55.
 
Iglesia de Ntra. Sra. de la Candelaria y San Matías. Manatí. Foto: Wikipedia

Terminada su formación  eclesiástica esperó su destino a caballo entre las casas de San Pedro de Madrid y Teruel; en el año 1956 le llegó el permiso de emigración para ir a Puerto Rico a la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria y San Matías Apóstol de Manatí. Esta iglesia es un hermoso edificio del siglo XVIII y ha sido declarada Monumento  Histórico Nacional.

Recuerdo de 1958 donde figura entre otros el P. Sádaba 

Estuvo en Manatí cuatro años como vicario parroquial; en este período le tocó predicar tandas de misión, como se ve en la fotografía de 1958. En 1960 fue nombrado párroco de la misma, cargo que desempeñó por un período de seis años. En el trienio de 1961 a 1964 fue también ecónomo provincial, y le tocó bregar, no solo en el aspecto material, sino que sobre sus espaldas recayó también la responsabilidad de construir varias capillas, además de la casa parroquial.

De actitud callada, silenciosa y acogedora, decían los visitadores apostólicos que lo trataban que era el misionero más exquisito de la Provincia. Amante del diálogo y de las causas justas, promovió en Manatí la fundación de los Caballeros de Colón y fundó en 1962 el Consejo San Vicente Paúl. Asegura Onelia Padilla, antigua estudiante del colegio de la Inmaculada Concepción de Manatí, que en 1961 el P. Eugenio compuso el himno del centro educativo que todavía se canta  a día de hoy. (se puede ver y escuchar en esta página) https://www.facebook.com/watch/?v=463251537716887
 
El P. Sádaba entregando el diploma de graduación a una alumna del colegio de la Inmaculada Concepción de Manatí. Foto tomada de Facebook y subida por Scheilla Ramos

En 1966 deja Manatí al ser nombrado párroco y superior de la Casa Central, en San Juan de Puerto Rico. Esta sede está ubicada en el distrito de Santurce, en aquel momento un barrio obrero muy populoso. Ahora centrará Eugenio en esta comunidad todos sus esfuerzos; su frágil salud le impedía misionar al modo habitual pero trabajó muy activamente en otros campos, y en opinión de sus colaboradores siempre le acompañaron las virtudes y las obras del misionero.

Interior de la iglesia San Vicente Paúl de Santurce. Puerto Rico. Foto tomada de la página de Facebook de esta parroquia

Además de tomar las riendas de la parroquia de Santurce, recayeron sobre él multitud de tareas; asumió la dirección del colegio y la director espiritual de las Hijas de la Caridad.  También fue director diocesano del Movimiento Familiar Cristiano, y durante siete años, director de catequesis de la diócesis de Arecibo. Era muy creativo y polifacético y en su labor docente y evangelizadora se sirvió de distintos medios de comunicación, como radio, televisión y, especialmente, los de forma impresa. Fue fundador y director del “Centro de Servicios Pastorales” y desde aquí proveía a la parroquia de todo el material necesario para la liturgia. 

Editó el librito Cantemos del que posteriormente se hicieron cientos de reediciones. En este mundo de la edición su labor se fue ampliando dando servicio a otras parroquias a través de libritos breves de oración, dirigidos especialmente a la formación de laicos. 

Escribió la presentación al libro La Cruz Presente en mi Vida: siete Viacrucis sobre los Sacramentos. Este libro consta de  de 127 páginas y fue editado por el Centro de Servicios Pastorales de San Juan de Puerto Rico. También escribió un librito de acompañamiento Contigo en la enfermedad; consta apenas de 64 páginas pero es muy útil en momentos de debilidad física o espiritual. 

Y es que Eugenio consideraba la lectura espiritual un medio crucial en la formación doctrinal, por eso pensó en un librito que contuviera las reflexiones al Evangelio del Día. Así nació en el año 1988 Palabra y Vida.  Esta publicación se hizo muy popular y llegó a superar una tirada de cuarenta y cinco mil ejemplares. Palabra y Vida se sigue editando a día de hoy, cumpliendo la función inspirada en su día por el fraile carcarés. 
 
Ejemplar número 77 de "Palabra y Vida" del año 2000

Tal fue la impronta de esta publicación que en el año 2003 (tres años después del fallecimiento del P. Eugenio), la senadora por el Partido Nuevo Progresista, Luz Zenaida Arce Ferrer, presentó en el Senado de Puerto Rico una petición que buscaba reconocer al Centro de Servicios Pastorales  en el decimoquinto aniversario del nacimiento de la publicación “Palabra y Vida”. Los motivos los expresaba la senadora de este modo:  “Por iniciativa del Padre Eugenio Sádaba, C. M. se inició una publicación religiosa, un servicio que él llamaba pastoral y que tenía el propósito de llenar un hueco en la comunidad católica de Puerto Rico. El Padre Sádaba trabajó en la publicación bimensual de un librito: sencillo, pero práctico. Este es una edición bolsillo, de meditaciones diarias siguiendo el calendario litúrgico. Un instrumento de evangelización masiva-personal. Esta publicación tiene la finalidad de ayudar a los cristianos a reflexionar sobre la Palabra de Dios, según nos lo propone la Iglesia. Lo que nació como un servicio para los católicos de Puerto Rico, llega a muy diversos y lejanos países”

Esta propuesta de la senadora Arce Ferrer ante el Senado de Puerto Rico, reconociendo la publicación “vicenciana” y al P. Eugenio Sádaba en particular, fue aprobada por unanimidad por todos los miembros del Senado.  

También se debe al P. Sádaba el llamado Fondo del Pobre, una obra benéfica de ayuda a los necesitados, que atendía no solo a las personas necesitadas de Puerto Rico sino también a las de Haití, Cuba y República Dominicana.  
Así lo expresaba él mismo: 
“El amor a Dios y al prójimo son los dos pilares de nuestra religión. Lo primero es fácil. Una mirada a lo mucho que debemos a Dios nos mueve a sonreirle de corazón. Lo segundo nos cuesta más.
Sin embargo, solo podemos amar a Dios en el prójimo; lo dice S. Juan: “quien no ama a su hermano al que ve, no puede amar a Dios, al que no ve” (Jn 4,20)
Todo cristiano debe matricularse en la escuela del amor al prójimo para aprender de memoria y de corazón generoso las obras de misericordia.
El “Fondo del Pobre” recoge su ofrenda monetaria para repartirla íntegramente entre los más pobres, atendidos por la familia Vicenciana, a través de sus diversas obras en Puerto Rico, República Dominicana, Haití y Cuba.
Que Dios les multiplique en vida con toda clase de bienes su aportación al “Fondo del Pobre”. Gracias. 
P. Eugenio Sádaba CM

Mientras su estancia en el centro de Santurce en Puerto Rico, coincidió con algunos paisanos, como el P. Basilio Roldán Ricarte, también misionero paúl, lerinés de raíces carcaresas con el que trabajó y mantuvo una excelente relación. Y en más de una ocasión se vería también con su paisano carcarés, el P. Mateo Mateo, Misionero de los Sagrados Corazones de Jesús y de María en la ciudad portorriqueña de Guaynabo. Este misionero fue además pintor y columnista, entre otras cosas.

La jerarquía de la Iglesia portorriqueña, valorando la labor del P. Eugenio, puso en él su mirada. El historiador de la Provincia asegura, que  “cuando en 1973, el obispo de la diócesis, (monseñor Miguel Ángel Rodríguez) presentó su renuncia al Papa por débil estado de salud, se barajaron varios candidatos. Poseo la certeza de que uno de los nombres de la lista, era el de Eugenio Sádaba”

Eugenio, muy amante de su familia y de su pueblo de Cárcar,  tardó en un principio hasta siete años en regresar a ver a su familia, según costumbre de su congregación, pero después ya lo podía hacer cada dos años. De este modo, podía disfrutar unos días de vacación con sus padres y hermanos; cuando ya su madre fue haciéndose mayor, volvía cada año. Era habitual verlo concelebrar en la parroquia de su pueblo o pasear por sus calles saludando a sus paisanos. La muerte le sorprendió en Puerto Rico sin haber cumplido todavía los setenta años, y con las manos todavía “en el arado”. Ocurrió un 20 de mayo del año 2000.  Allí descansan sus restos, junto al pueblo creyente portorriqueño que lo acogió, en el lugar donde se gastó y desgastó siguiendo su vocación y perseverando en la fe hasta el final de sus días. 

MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ

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Fuentes:
-http://catalogo.bibliotecasagustinianas.es/cgi-bin/koha/opac-detail.pl?biblionumber=47571
-https://www.facebook.com/watch/?v=463251537716887
-https://www.facebook.com/photo/?fbid=663587435560552&set=p.663587435560552
-LEÓN Martiniano CM. Biografías de misioneros paúles. Año 2013 https://vincentians.com/es/p-eugenio-sadaba-sadaba/
-https://via.library.depaul.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=2243&context=vincentiana 
-https://senado.pr.gov/document_vault/session_diary/1505/document/013003.pdf (SENADO DEL ESTADO LIBRE ASOCIADO DE PUERTO RICO. DIARIO DE SESIONES. PROCEDIMIENTOS Y DEBATES DE LA DECIMOCUARTA ASAMBLEA LEGISLATIVA. QUINTA SESION ORDINARIA. Jueves, 30 de enero de 2003, Núm. 6, página 29687 R. del S. 2588)

martes, 24 de junio de 2025

CELESTINO DE VILLALÓN Y MUGARTEGUI, CANTOR DE LA CAPILLA DE MÚSICA DE BILBAO


Cantoral

Celestino Vicente de Villalon y Mugartegui era de Bilbao. Lo bautizaron un 4 de junio del año 1783 en la iglesia del Señor Santiago (después erigida como catedral) situada en el casco viejo, y que en aquella época pertenecía a la diócesis de Calahorra y La Calzada. Su padre, Fernando, era de Bilbao y Vicenta, su madre, de Lequeitio. El chico cantaba muy bien, por lo que a los siete años entró a formar parte como tiple (voz aguda propia de los niños) en la famosa “Capilla Musical de Santiago” como así se llamaba la actual Capilla de Música de la Catedral de Bilbao, considerada la más antigua de Vizcaya. La ciudad de Bilbao ha sido desde antiguo muy aficionada a la música polifónica e instrumental y esta veterana capilla  ya existía al menos desde el año 1578, gestionándose por mitades entre el ayuntamiento y el cabildo de la iglesia de Santiago. La capilla estaba compuesta por seis tiples (niños cantores), dos contratenores, dos tenores, dos bajos, dos violines, un violón, un bajo, un clarinete, dos trompas, el órgano, y a veces un arpa. Cada uno de los individuos la atendían con salario y dedicación plena, que les era abonado, mitad por el Ayuntamiento y mitad por la parroquia de Santiago y estaban dirigidos por el sochantre o maestro de capilla que debía opositar (también el organista) para acceder al cargo y era el máximo responsable de la misma.

En estos ambientes musicales una buena voz era muy cotizada y la de tiple, que era muy escasa, mucho más. Así que Celestino no tuvo dificultades para entrar a formar parte del coro, es más, lo recibirían con los brazos abiertos intentando aprovechar su potencial, a sabiendas de que la voz le cambiaría con la llegada de la adolescencia. Para conservar dicho tono, a algunos de estos niños se les sometía incluso a la castración, aún a costa de pagar tan alto precio. Muchos de ellos procedían de familias humildes y entrar en la Capilla de Música suponía un privilegio y el trampolín que les aseguraba una buena educación y formación. 

Dibujo del ábside y altar mayor del convento de S. Francisco Extramuros de Bilbao. planos y dibujos desglosados. Año 1680. Archivos Pares

Celestino era el tercero de seis hermanos y los padres pensaron con buen criterio que un buen modo de forjar su futuro sería introducirlo en la coral. Pasó solo dos años aprendiendo en esta Capilla de Música, para ir después, también como tiple, al convento de San Francisco Extramuros, iniciando a su vez el aprendizaje para el manejo del órgano. San Francisco Extramuros era un convento de frailes franciscanos que estaba situado en Abando, en la orilla izquierda de la ría, justo enfrente del Casco antiguo de Bilbao. Pasar Celestino de la iglesia de Santiago al convento de San Francisco se presta a pensar que barruntaba una posible vocación religiosa. En este convento pasó siete años, suficientes como para darse cuenta que esa no era su vocación, por lo que se vuelve a casa, arrimándose de nuevo a su antigua capilla de música, de la que ahora formará parte sin salario “ni interés”, buscando hacerse de nuevo un hueco. 

Niño de coro cantando. Figura pintada en alabastrina

Pero en este momento su vida va a dar un giro. Como lo que él quería era forjarse un futuro, da a conocer en esos ambientes su disponibilidad como cantor y organista. Tenía no mas de 17 años cuando lo reclaman desde la parroquia de Cárcar “en el Reyno de Navarra” para hacer una sustitución. Es probable que el organista titular de la San Miguel de Cárcar, Manuel de Albeniz y Senosiain, que tenía ya sesenta años, se encontrara indispuesto y el cabildo se viera obligado a buscar un sustituto temporal; así que supieron de Celestino y lo contrataron. De modo que hacia el año 1799  llega Celestino a Cárcar para trabajar como organista y director del coro de la parroquia

Sillería del coro y facistol de la iglesia San Miguel Arcángel de Cárcar

En Cárcar hará pronto relación, no solo con el organista Albéniz, sino también con su familia. Es muy probable que incluso se alojara en su casa. Albeniz tenía un hijo y tres hijas, y el bilbaino pronto va a intimar con Vicenta, la hija mayor, que era trece años mayor que él. Tanto intimaron, que pronto el asunto va a acabar en boda, lo que invita a pensar que la cosa corría prisa. En octubre del año 1800 se casa con Vicenta en la parroquia San Miguel de Cárcar y el primer hijo, al que pondrán por nombre Lorenzo, nacerá al año siguiente. Dos años más tarde llegará el segundo hijo, Manuel Severino. 

Detalle del órgano de la iglesia de Cárcar, obra de Joseph de Mañeru

El suegro se recupera y vuelve a su puesto de trabajo, por lo que, tras pasar el bilbaíno tres años en Cárcar y formar aquí una familia, se trasladan a Dicastillo para cubrir otra sustitución, esta vez por un espacio de solo seis meses. De Dicastillo lo llamarán en Santa Cruz de Campezo, en la provincia de Álava, donde en septiembre de 1804 nacerá el tercero de sus hijos, será una niña a la que pondrán por nombre María Tomasa Ramona. En Santa Cruz permanecerá un año y de allí se irán a Logroño a la Colegiata (actual concatedral de La Redonda). Estando en Logroño se le solicita para ir la catedral de Tarazona. 

En ese momento Celestino se replantea su futuro y ve que este porvenir de ir de un lado a otro, sin asentarse en ningún lado, no es lo que él quiere, ni para él, ni para su familia. Además, le decía siempre a su mujer que él quería volver a su Bilbao natal porque lo que mejor se le daba era cantar y allí tendría más oportunidades de conseguir un empleo estable. Además, le estaban llegando noticias de que el coro de la capilla de Bilbao empezaba a necesitar relevos debido a la avanzada edad de algunos de sus componentes.  Así que coge a su familia y se planta en Bilbao, y para las Navidades del año 1806 une su voz, ahora como contralto o contratenor, a su antiguo coro de la capilla de música, apoyando en funciones clásicas excepcionales, y de nuevo sin interés alguno. El maestro de capilla Pedro Casimiro Estorqui, consciente de la necesidad, “a causa de la falta de música que se experimenta por indisposiciones y edades avanzadas” le pidió “con la anuencia de los demás individuos” que le ayudase en su cometido; y será el propio Celestino quien lo confiese: “habiendo asistido con encargos de dicho Maestro en sus indisposiciones para el cuidado de los tiples”.

Ensayo al órgano. Matías Moreno González. 1880. Wikimedia Commons

 Será además en esas navidades cuando muere el tenor titular, Esteban de Alberdi y Arana, y Celestino aprovecha el momento para solicitar al Ayuntamiento de Bilbao dicha vacante. Redacta un memorial,  donde detalla toda su trayectoria y méritos, y lo presenta. 


El consistorio estudió su caso y pidió un informe al organista de la Capilla de Música, en ese momento Juan Simón de Saralegui, pamplonés y presbítero. En dicho informe, Saralegui decía:

 “Ilustrísimo Sr, la voz de don Celestino es de un contra alto muy sobresaliente, tanto que en cualquier catedral lo recibirán con los brazos abiertos; es excelente músico, por lo que soy del sentir que no pierda Vuestra Señoría tan hermosa ocasión. 
Este su Capellán y servidor Juan Simón de Saralegui”.

La opinión del organista no podía ser pues más favorable a Celestino, así que el dictamen también iría en la misma línea: “Y en su vista, de común acuerdo y conformidad, nombramos por tenor de dicha capilla al citado don Celestino de Villalon a quien se le contribuya con la renta y cargo según que se le hacía a su antecesor, bien entendido que cuando vaque la plaza de contralto, si gusta el dicho Villalon podrá hacerlo previa licencia de este Ayuntamiento”. Lo firman el 23 de marzo de 1807, el secretario, Dionisio de Urquijo, y toda la corporación.

De modo que el futuro laboral de Celestino se aseguraba con esta resolución y su mujer y sus hijos se irían acostumbrando a vivir en el viejo Bilbao, que en aquel momento tenía una población no superior a los ocho mil habitantes.

Pero poco tardaría en romperse esa tranquilidad, que no sabemos las consecuencias que les aportó. Eran los tiempos en que las tropas francesas de Napoleón estaban ocupando España. En el verano de 1808 (a los pocos meses de la llegada de Celestino a Bilbao) supieron que las tropas francesas venía a tomar la ciudad. Con ánimo de hacerles frente se alistaron todos los hombres solteros y viudos, pero conscientes de que el número era insuficiente, lo hicieron también los casados y muchas mujeres, y en las cercanías de la iglesia de San Antón se apostaron para hacerles frente. Los franceses creían que Bilbao caería sin mayor problema, pero no contaban con la resistencia del pueblo. Así que, en cuanto llegaron los franceses, los bilbaínos trataron de repelerlos desatándose una sangrienta batalla. Fue tal la valentía de los aguerridos habitantes de la villa en este envite que aquello se asemejó a los Sitios de Zaragoza.  A pesar de la resistencia no se pudo evitar la toma de Bilbao produciéndose una escabechina. Murieron muchos franceses pero también muchos bilbaínos. Los invasores pasaron por las armas a cuantos encontraron a su paso. Fusilamientos y saqueos sin fin. Algunos se refugiaron en el convento de San Francisco intentando resistir, pero los franceses los encontraron y acabaron con ellos. Mil doscientos muertos fue el balance, e incontables los heridos.

January Suchodolski, 1860. Museo Nacional, Varsovia

Sin duda los Villalón Albéniz, de un modo u otro, padecieron estos hechos, sin tener nosotros conciencia exactamente de hasta que punto. En marzo de 1810 Eulalia Villalón, hermana de Celestino, se casó con José Santiago Estorqui, hijo Pedro Casimiro, el maestro de capilla ya citado. Es de suponer que Celestino sería el padrino del primer hijo del matrimonio ya que en la pila del bautismo le pusieron su nombre. 

Según el Diccionario de Músicos Vascos, de Fernando Abaunza, Celestino muere en Vitoria el 27 de noviembre del año 1811, mientras España seguía en guerra con el francés. Tenía tan solo veintiocho años. ¿Pudo causarle la muerte alguna enfermedad o epidemia propia de las guerras? Pues posiblemente, sí.

A la muerte de Celestino, Vicenta volvería con sus hijos a Cárcar al amparo de su familia, o quizá ya a Estella de donde eran oriundos. Su hija Ramona se casará en Arróniz (Navarra) con Juan Luis Sotes Benito el 15 de agosto de 1829 y con él tendrá cinco hijos, nacidos todos en Estella. El marido morirá dejando a Ramona viuda, por lo que ésta se volverá a casar en 1849 en Estella con un tal Manuel Gastón Dallo, también viudo, y que aportaba al matrimonio otros dos hijos, habidos de su anterior matrimonio con Marciala Michelena. Manuel tenía en ese momento cuarenta años y Ramona cuarenta y cuatro. 

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Un documento digitalizado del Ayuntamiento de Bilbao del año 1807 me ha servido como pista principal para redactar esta historia de Celestino de Villalón, un artista bilbaíno, componente vocal de la Capilla de Música de Bilbao, que fue durante tres años organista y director del coro de la iglesia de Cárcar, que se casó con una carcaresa con la que tuvo descendencia, y que juntos se marcharon a vivir a Bilbao para seguir Celestino con su carrera musical, que al parecer fue corta. 

MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ
Fuentes consultadas:
-ABAUNZA Fernando. Diccionario de Músicos Vascos. 2017
-Archivo parroquial de Cárcar
-Documento del Ayuntamiento de Bilbao del primero de abril del año 1807:
https://www.bilbao.eus/cs/descargaPdf/AMB_SrvImagen.jsp?Exp=18070401.PDF
-ESTORNES Cesar. https://memoriasclubdeportivodebilbao.blogspot.com/2015/10/el-ambiente-musical-en-el-siglo-xviii.html
-Familysearch.org
-Registros Sacramentales de Euskadi


lunes, 26 de mayo de 2025

¡A LA VIRGEN DE GRACIA!

Del programa de fiestas en honor a la Virgen de Gracia del año 1989

Actualmente momento de la misa en el exterior de la ermita

Si hay una tradición en Cárcar que sigue perdurando en el tiempo esa es la romería a la ermita de la Virgen de Gracia. Siglos contemplan esta bonita forma de honrar a la Patrona y es una jornada festiva de devoción y encuentro. Pocos romeros se libran de unas emotivas lágrimas entonando su ancestral himno, y es que en ese momento son muchos los recuerdos que se agolpan recordando a familiares y amigos que pasaron a mejor vida, y que tampoco faltaron a la cita con la Virgen. Todo el que se precie de ser, o tener raíces de Cárcar, buscará un hueco en su agenda para acudir a esta singular romería.

Encuentros y risas. Todos disfrutando en "la Virgen". Foto familiar

Desde siglos atrás, la fiesta se celebraba cada lunes de Pentecostés, una fecha no fija en el calendario dependiendo de cuando haya caído ese año la Semana Santa. En un momento dado esta canónica celebración se cambió trasladándola al sábado anterior a Pentecostés, facilitando así la asistencia a los carcareses ausentes. Y aunque en lo esencial permanece inamovible a lo largo del tiempo, se han registrado algunos pequeños cambios, sobre todo en cuanto al modo de desplazarse hasta la ermita. 

Del programa de fiestas en honor a la Virgen de Gracia del año 1996

Siempre ha sido asequible hacer el trayecto a pie ya que la ermita dista apenas unos ocho kilómetros del pueblo, pero también se han venido utilizando otros medios. En las primeras épocas el modo habitual era hacer el recorrido a caballo, o en carros "enramados", impulsados también por caballerías. Mas tarde llegaron los vehículos agrícolas,  a motor, donde las cuadrillas acudían bulliciosas montadas en su remolque; hoy en día, lo habitual es desplazarse en automóviles de turismo, aunque siempre se verán por el paraje algunos tractores con remolques enramados, acudiendo las cuadrillas a la convocatoria de concurso de carrozas que organiza el Ayuntamiento con objeto de mantener la tradición.
 
Para conservar la tradición, hasta una carroza infantil enramada para disfrute de los niños

Del programa de fiesta en honor a la Virgen de Gracia del año 2003

Y hay también testimonios que nos hablan de una costumbre singular que tenía lugar al abrigo de la fiesta y de la Virgen. Y es que cuando una pareja iba a formalizar su noviazgo esperaba hasta ese día para hacerlo, y no antes ni después. Lo hacían uniéndose al resto de parejas que acudían montados a caballo hasta la ermita; los mozos a horcajadas y las mozas, como no acostumbraban en aquel tiempo a vestir pantalones, a la grupa. La comitiva con sus caballos llegaban hasta la campa y todas las miradas se dirigían hacía ellos intentando distinguir nuevas parejas que estrenaban su noviazgo ese día en público.

Años 70 

Esta tradición se perdió llegados los años cincuenta del siglo pasado, cuando los usos y costumbres empezaron también a cambiar, de modo que a las nuevas generaciones estos extremos les pueden resultar desconocidos o, cuando menos, curiosos. Para explicar este asunto he encontrado un interesante artículo que da fe extraordinaria del caso. Es el testimonio de alguien que vivió esa época y conoció esa costumbre. Es Juan Antonio Díaz de Rada, sacerdote carcarés, amante de las tradiciones locales y del que ya he echado mano en otras ocasiones. Esta particular crónica salida de su pluma y titulada !A la Virgen de Gracia!, constituye un tesoro digno de conocer y conservar. Espero que lo disfrutéis y lo difundáis. Es patrimonio de Cárcar.


Foto tomada del libro: Cárcar, Historia, Vocabulario y Plantas. E. Mateo, L.J. Fortún, J.A. Díaz de Rada y C. Pardo. Año 2002

¡A LA VIRGEN DE GRACIA!
por JUAN ANTONIO DÍAZ DE RADA RUÍZ

El lunes, después del domingo de Pentecostés, la villa de Cárcar celebra desde tiempo inmemorial el festejo más simpático y bello en torno a la Virgen de Gracia: la Romería anual a su ermita.

Dos facetas sobresalen con sus matices propios en esta tradicional fiesta. Una, la “enramada” que la tarde del domingo llevaban a cabo las cuadrillas de mozos. Con singular esmero las galeras y carros eran entoldados y adornados con ramas de chopo y arbustos en los sotos del regadío. En su ornato incluían ramos de rosas y de cerezas con su fruto en color, todo ello en atención a las mozas que a la mañana siguiente les acompañarían en cuadrilla a la romería.

La llegada de los vehículos enramados en la tarde del domingo a las calles del pueblo, al paso ligero de las reatas, era el mejor y más alegre preludio del aire romero de la mañana siguiente.

La otra faceta la viviremos mejor si nos trasladamos a los años cincuenta en que la fiesta todavía se celebraba con vigor.

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Colorido y tipismo de fiesta y romería. Es la marcha a la Virgen. También este año hay nuevas parejas de novios que comienzan a “ir formales”.

Son las diez de la mañana, y los caballos enjaezados, limpios, brillantes, van montados por la pareja. Él, a horcajadas, con las bridas en la mano. Ella, a la grupa y a un cabo, agarrada con un brazo a su novio y la otra mano al tiracol. En el puente tienen todos la cita, y allá se reúnen para marchar en grupo a la ermita. Van a la Virgen.

Quiero recordar, antes de seguir adelante, la anécdota que una simpática abuela me contaba hace ya bastantes años. Sus protagonistas fueron ya absorbidos por la historia.

Uno de los novios había marchado al pueblo vecino en busca de caballo para ir con su novia a la Romería. La novia estaba a la espera, sin dejarse ver y semioculta en un juncal entre el Puente viejo -no existía todavía el nuevo de hierro- y el Puente Molino. Las incidencias de la espera las vivían con intranquilidad, su padre desde el Altillo, que recelaba de la tardanza del novio, y la madre desde la puerta de su casa, que de vez en cuando salía para preguntar a su marido:
-Victor, ¿Viene?.
-María. No se ve.
-¿y la chica?
-quieta en el junco.

Ambos cumplieron al fin su misión romera, aunque tuvieron que trotar para dar alcance a las parejas.

Un pequeño incidente que nos demuestra el interés con que se tomaban los novios eso de “ir a la Virgen”.

Hemos llegado a la curva que da vista a la ermita. Las parejas frenan sus caballos, y la música puesta al frente del grupo comienza a sonar, mientras la comitiva avanza hacia la Virgen entre trigales y viñas que bordean el camino. Los numerosos romeros, que llegados por otros medios animan el “sequeral”, se reagrupan entre curiosos e impacientes en las inmediaciones de la ermita para recibirles y comprobar las “nuevas parejas de este año”. Al compás de la música dan la vuelta de honor al Santuario entre aplausos y algarabía.

Han llegado los novios. La Eucaristía está a punto de comenzar.

Concluida la ceremonia religiosa, el “sequeral” se llena de olor y sabor a tortilla con chorizo y vino de la tierra, acompañado por el pan bendito y “almendras de la Virgen”.

Vencida la mañana se va despejando el entorno, y mientras el “sequeral” queda vacío las parejas se retiran al soto, junto al río, donde comen, beben y bailan hasta la hora del regreso al pueblo, para concluir la gran fiesta del día.

Son las cinco de la tarde. Siempre precedidas por la música, entran con solemne ritual cada pareja sobre su caballo, desde el comienza de la calle El Portal. A ritmo de marcha pasan El Paredón, calle Medios, Plaza de abajo, calle Mayor, Barrio Monte y de nuevo Medios, recogiendo aplausos y vivas mientras los jinetes saludan y sonríen, cual si se tratara de cortejo real.

El ceremonial ha concluido con la primera vuelta. La música se retira y empieza la veloz carrera de caballos, azuzados por jinetes y espectadores que galopan endiablados por las calles cuesta arriba y mitigan su ritmo en el barrio Monte. El griterío, la zozobra e incluso el temor por alguna caída arma la gran fiesta, mientras los novios aguantan con toda maestría el ritmo de la galopada. Todo el pueblo en las calles aplaude a sus guapas amazonas, decididas y valientes que hoy como nunca lucen toda su juventud. Algunas empiezan con esta fiesta su “noviazgo formal”. Lo ha formalizado la Virgen de Gracia.

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Han llegado tiempos nuevos. Los caballos solo existen en el motor de cada “atuendo” de labranza. Los carros y galeras han muerto. Han muerto los novios, porque hoy solo hay “amigos” y “amigas”. Ha muerto también el atractivo más bello de la fiesta. Alguien pensará que todo esto son antiguallas. Yo diría más bien que todo esto es historia, vida, corazón.

FIN

Subiendo la entonces embarrada cuesta de El Portal. Del programa de fiestas en honor a la Virgen de Gracia del año 2009

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-El artículo está tomado de los apuntes inéditos: "Pequeñas historias de un siglo", de Juan Antonio Díaz de Rada Ruíz

martes, 22 de abril de 2025

LA ENIGMÁTICA ARQUETA NUPCIAL DE LA PARROQUIA DE CÁRCAR



La parroquia San Miguel de Cárcar conserva una antigua arqueta entre su patrimonio. Se la venía denominando arqueta-relicario porque al parecer en su interior se custodiaban las reliquias de Santa Bárbara, pero los expertos actuales aseguran que se trata de una arqueta nupcial, es decir, una pieza hecha para que el novio obsequiara a la novia en sus esponsales, quizá para contener las arras. Esto agranda el enigma que genera esta valiosa pieza, y surgen preguntas que hasta el momento no tienen respuesta: ¿Quiénes serían esos novios, seguramente principales, y por qué y cuando la donaron a la parroquia? 
 
Esta pieza fue sometida hace cincuenta años a su estudio y restauración. Del resultado de esta intervención quizá quede documentación, pero lo cierto es que como no ha trascendido, nos quedamos sin saber todo lo que da de sí esta joya artística; unos dicen que si es del siglo XV, otros que del XIV. Incluso, hay quien arriesga más y la sitúa en el siglo X. Esto último lo afirma el autor de la antigua novena a la Virgen de Gracia (no consta su nombre) que en el ejemplo del día séptimo dice lo siguiente: “precioso relicario del siglo X traído de Oriente en tiempos de las cruzadas que constituye el mejor tesoro de la parroquia”.

Seguramente esta datación no será tenida en cuenta ya que los expertos apuntan a que la pieza es de estilo gótico tardío y de tiempos del rey navarro Carlos III el Noble, por lo cual sería de finales del XIV o principios del XV. La talla está hecha de madera y hueso. De este último material serían las figuras femeninas colocadas a través de los cuatro lados de la arqueta. Dice el Catálogo Monumental de Navarra que estas figuras aparecen: “agrupadas por parejas o de tres en tres, excepto en los extremos donde aparecen solas. Algunas de ellas portan ramas o filacterias, y en el centro del frente principal se sustituyen por una pequeña torre”. En el interior de la torre hay un centinela con casco que sería la única figura masculina del conjunto. Continúa diciendo el Catálogo Monumental: “La cubierta de la arqueta aparece decorada por ángeles, motivos geométricos y dos escudos que se sitúan en los frentes menores”. El estudio de estos escudos habría permitido conocer las dos casas nobles que se unían en aquellos desposorios, pero, a día de hoy, estos escudos se encuentran desgastados o borrados por lo que resultará casi imposible aventurar nada, salvo que en algún lugar de la arqueta, oculto a la vista, se encuentre rastro del artífice o procedencia.


Sorprende que semejante reliquia se haya salvado de los constantes expolios a los que la Iglesia ha estado sometida a lo largo de los siglos. Y que haya sobrevivido custodiada a lo largo del tiempo es casi milagroso.

Como ya he apuntado, en el año 1973 los responsables de Arte y Patrimonio del Arzobispado se la llevaron a Pamplona para estudiarla. El párroco de ese momento, don Ángel Garrido Zudaire, estuvo siempre pendiente de su estado y situación. Para el 7 de agosto de ese mismo año la reclamaba por carta porque la quería tener para las fiestas patronales de la Santa Cruz (14 de septiembre). Uno de los responsables de la Comisión Diocesana de Arte, Jesús María Omeñaca, le respondía con otra misiva en nombre del responsable máximo, Miguel Iráizoz, y le decía que para poderla estudiar mejor  “es preciso previamente llevar a cabo una restauración de la misma que deje patentes algunas de sus partes más ocultas”. Y añadía: “Dicha restauración, por otra parte, haría aparecer en toda su belleza el conjunto artístico de la misma”. También le hacía saber que el especialista encargado de la restauración se encontraba todo el verano fuera de Pamplona por lo que la cosa se iba a alargar. 

Y ciertamente que se alargó. Don Ángel se impacientaba, y periódicamente escribía al Arzobispado apremiándoles. El 16 de abril del año 1975 (dos años después) volvía a reclamarla; diez días más tarde contestaba Miguel Iráizoz asegurando que el responsable de dicha restauración “Sr. Navascués no la ha terminado todavía, pese a nuestras reiteradas insistencias. Le hemos llamado hoy para rogarle que la termine la próxima semana, indicándole que si no lo hace procederemos a recogerla tal y como esté”

Veintiún días después vuelve Iráizoz a escribir a don Ángel: “Como continuación a mi carta anterior le participo que hemos visitado al artífice que está restaurando la arqueta de esa parroquia. El trabajo lo lleva muy adelantado, pero aún tardará algún tiempo en terminarlo, ya que se trata de una labor muy minuciosa y delicada. Hay que recomponer algunas piezas. Si viene V. por aquí algún día se la podremos enseñar”.
  

Pasó todo el año de 1975, y para el verano siguiente la arqueta seguía sin volver a Cárcar. La feligresía se impacientaba y también el Consejo Parroquial. Incluso se empezó a desconfiar del párroco. Pero don Ángel no tenía la culpa. El 10 de agosto este se volvía a poner en contacto con los responsables de su restauración, para apremiarles una vez más, y dar cuenta de las quejas que por ese motivo le participaban sus feligreses. El 3 de septiembre llegará la respuesta por medio del secretario de la Comisión de Arte Sacro de la Diócesis, de nuevo el señor Jesús María Omeñaca. Pero el señor Omeñaca no le iba a dar la alegría a don Ángel que esperaba: “En cuanto al asunto concreto de la arqueta, tengo el gusto de comunicarle que se encuentra en proceso de restauración (noticia fresca). El profesor que se ocupa de ello solo puede dedicarle ratos durante el curso académico, por lo que puede explicarse la tardanza, que puede parecerle excesiva, pero que nos parece preferible a realizar una labor menos garantizada”. Así que de nuevo se posponía sine die la vuelta de la arqueta a la parroquia.
 
No obstante, y para evitar suspicacias, añadía: “De todos modos, quiero decirle para su tranquilidad y la de sus feligreses que en todo este tiempo de intervalo está depositada y expuesta en el MUSEO DIOCESANO de la Catedral de Pamplona, donde pueden verla en las horas de visita, tanto Vd, como cualquiera de sus feligreses que lo deseen. El lugar exacto es una vitrina de la SALA DE PINTURA de dicho museo”.


En posdata apuntaba que adjuntaba en el sobre dos entradas para poder visitar dicho Museo. Y allí que se presentó don Ángel con una comisión para comprobar in situ el estado en que se encontraba la arqueta; menos mal que por lo menos dos de los comisionados no iban a pagar entrada por verla.

No hay más correspondencia al respecto, por lo que se supone que ante la insistencia ejercida se aceleraría el proceso de restauración y la arqueta regresaría finalmente a su lugar de origen: la parroquia San Miguel de Cárcar.
El fieltro rojo con el que se cubrió en sus distintas partes sería la más llamativa de las actuaciones. 


En septiembre de este año de 2025 se van a cumplir seiscientos años del fallecimiento del rey Carlos III el Noble, y para conmemorar el acontecimiento el Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra va a llevar a cabo distintas exposiciones, ciclos de conferencias y publicaciones. Una de las piezas que van a ser expuestas al público será la arqueta nupcial de Cárcar, de nuevo tras previo estudio y restauración. Los tratamientos de restauración que se le van a aplicar a la arqueta se podrán ir viendo desde los talleres de restauración de dicho Departamento. Se dice que en nota de prensa que “durante los meses previos al inicio de la muestra se han organizado visitas guiadas para que las personas interesadas puedan conocer de primera mano las tareas de restauración de algunas de estas piezas”.
 
Es deseable pues que tras su restauración sean muchas las personas que puedan disfrutar en todo su esplendor de esta joya artística; que la conozcan y la admiren, y que gracias a esa restauración, y a las que se sucedan en el futuro, la sigamos conservando al menos por otros seiscientos años más. 
 
María Rosario López Oscoz
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Agradecer a Juan Ignacio Fernández García por facilitarme las fotografías incluidas en este trabajo.

Fuentes consultadas:
-Archivo parroquial de Cárcar
-GARCÍA GAÍNZA María Concepción y otros. Catálogo monumental de Navarra II. Merindad de Estella. Año 1982. Pag. 402
-Novena a Nuestra Señora la Virgen de Gracia. Imprenta Tudelana
-https://www.navarchivo.com/es/c%C3%A1rcar
-https://www.navarra.es/es/-/nota-prensa/el-gobierno-de-navarra-conmemora-en-2025-el-vi-centenario-del-fallecimiento-de-carlos-iii-el-noble?pageBackId=7574878&back=true

jueves, 3 de abril de 2025

VIRGEN DEL REGADÍO DE CÁRCAR (desaparecida)

 
En terreno situado en el regadío de Cárcar, en dirección a Lerín, se levanta un templo mariano dedicado a la advocación de Nuestra Señora de Gracia. El templo fue reedificado en 1748 (acoge a más de seiscientas personas), pero la talla de la Virgen sin embargo es del siglo XIV, por lo que hemos de entender que antes de este templo hubo otro, seguramente ubicado en el mismo lugar, donde tiempo atrás también se veneraba esta imagen.

Nuestra Señora del Regadío. Recorte del cuadro que compuso Eduardo Carceller (Valencia,1844-Pamplona, 1925) donde aparecen las imágenes de la Virgen de Gracia y la del Regadío sobre el cielo de Cárcar.

Pero ocurre que en el mismo templo, y desde tiempo inmemorial, se exponía también a la devoción otra imagen mariana situada en la capilla lateral del lado del Evangelio; esta era la de Nuestra Señora la Virgen del Regadío, imagen un siglo más antigua que la citada de Gracia. Y los expertos no hallan consenso, al sostener algunos que la ermita actual se asentaba sobre otra dedicada a la Virgen del Regadío, y los otros que ésta era otra distinta. 

La ermita de la Virgen de Gracia de Cárcar cuando todavía existía la casa del ermitaño. Foto tomada del libro: Contribución a un catálogo de ermitas de Navarra, de Tomás López Sellés. 1974. Institución Príncipe de Viana

Pero es más lógico pensar que efectivamente en su día hubo otra ermita en un lugar cercano, dedicada, esta sí, a la Virgen del Regadío, y que por las circunstancias que sean desapareció, recuperándose la talla para ser custodiada y venerada en la ermita de Gracia, junto con la titular. 

Ermita de la Virgen de Gracia en la actualidad. Foto: José York

Cuadro que compuso para la devoción mariana del pueblo de Cárcar Eduardo Carceller (Valencia,1844-Pamplona, 1925)

Que la ermita de Nuestra Señora del Regadío existió, no hay duda. Los archivos son muy claros al respecto. En el Archivo General de Navarra se guarda un pleito del año 1561 donde se dice que una señora de Cárcar llamada Francisca de Allo donaba en su legado testamentario 50 ducados para obras de construcción de la ermita de Nuestra Señora del Regadío de Cárcar, por lo que hay que pensar que antes de acabar el siglo XVI ésta ya estaría terminada. Y esa ermita perduró en el tiempo. 

Existe otro documento, este custodiado en el archivo diocesano con fecha de 1 de julio de 1621, en el que «el obispado de Pamplona concede licencia a Fray Juan Martínez, ermitaño de Nuestra Señora del Regadío, sita en los términos de Carear*, a pedir «limosna osteatin (de puerta en puerta) y por las eras en dos leguas al contorno de la ermita y ruega a los clérigos y vecinos le favorezcan con mano ligera y larga».

Otro pleito, también procedente del Archivo Diocesano (C/837-N°19) del año 1661, dice que un vecino de Lerín, que venía huyendo de la justicia de su señor Conde, se acogió a sagrado en la ermita de Nuestra Señora del Regadío de Cárcar. El individuo fue “apresado por los ministros de la justicia con fuerza y violencia”. La sentencia, no obstante, devuelve el preso a sagrado. 
Este documento deja bastante claro que sobre los templos religiosos no había jurisprudencia civil. 
 
El caso es que ambas imágenes marianas convivieron en el acervo religioso local, y en la misma ermita de la Gracia, sin ningún tipo de problema, y ambas tenían sus fieles devotos a las que se acogían. En el año 1947 se le sometió a la del Regadío, a la vez que a la de Gracia, a una restauración en Pamplona “haciéndose cargo de los trabajos el Sr. Rubio, bajo los auspicios de la Institución Príncipe de Viana”. La restauración supuso un montante de dos mil setecientas pesetas, a las que había que sumar setenta y ocho pesetas, con cincuenta céntimos más por retornarla a su lugar de origen. 

Interior de la ermita donde se aprecia a la izquierda el cuadro situado en el lugar donde hace cincuenta años fue robada la talla de la Virgen del Regadío de Cárcar. Foto: Charo López Oscoz 

Pasado el tiempo, sucedió que en el año 1974 (otros apuntan que era en 1976) unos ladrones, aprovechado la nocturnidad y lo alejado del casco urbano, robaron la talla de la Virgen del Regadío, dejando intacta sin embargo a la titular. Nada, absolutamente nada se ha vuelto a saber ya de la valiosa talla desde entonces. Pocos conservamos aún su imagen grabada en la memoria, por haberla conocido físicamente, para para el resto solo han quedado algunas fotografías que dan fe y recuerdan su existencia. 

Hoy traigo aquí estas imágenes, en la esperanza de que con las nuevos modos de comunicación, tan asequibles a cualquiera, ayuden a que alguien la pueda reconocer donde quiera que se encuentre. Es una talla, como digo, que data del siglo XIII, en la que tanto la Virgen como el Niño adoptan postura frontal, y mientras la Virgen tiene en su mano derecha una flor, el Niño Jesús sostiene en su izquierda un libro, a la vez que bendice con su mano derecha

Virgen del Regadío de Cárcar. Imagen recogida en el folleto de la fiesta que celebraron en 1995 los quintos nacidos en 1930

La talla de la Virgen del Regadío era de Cárcar y en Cárcar se la veneraba con devoción, y todavía se sigue añorando aquella dulce sonrisa, reflejada tanto en la cara de la Virgen como en la del Niño. 

Supuso para sus devotos una grave pérdida. Transcurridos cincuenta años desde aquel hurto, todavía mantenemos la esperanza de recuperarla. Si la ves en algún lugar, no dudes en comunicarlo.

MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ

Fuentes:
-Archivo General de Navarra (AGN/146/145638)
-Archivo parroquial
-Catálogo del Archivo Diocesano (C/837-Nº19)
-Folleto del año 1995 de los quintos de Cárcar nacidos en el año 1930 
-LÓPEZ SELLÉS, Tomás. Contribución a un catálogo de ermitas de Navarra. 1974. Institución Príncipe de Viana
-https://www.navarchivo.com/es/c%C3%A1rcar
-https://www.vmarbeloa.es/los-castros-de-lerin-carcar-andosilla-y-azagra/