sábado, 26 de diciembre de 2020

RESUMEN del año 2020. Blog Legado de Cárcar

 
Este es también el año en que el Ayuntamiento colocó el letrero a la entrada del pueblo.

Era principios de este año 2020 cuando me embarqué en la aventura de crear este blog digital al que llamé “Legado de Cárcar”. Mi objetivo era colgar al menos un artículo al mes y, de momento, lo voy consiguiendo. Cada uno de estos artículos supone la elaboración en tiempo récord de la historia concreta del personaje investigado y el entorno en el que se movió.  La inmersión en la vida de estos individuos me está llevando a la vez por caminos insospechados. Siendo Cárcar un pequeño pueblo, perdido en un diminuto punto del mapa, pudiera parecer que todo en él a lo largo de su historia hubiera sido insignificante y anodino; que fuera de sus muros las gentes de Cárcar no habrían tenido apenas nada que aportar al mundo; muy al contrario, todos los personajes que he ido descubriendo e incorporando al blog a lo largo de estos meses han resultado de una talla extraordinaria, al punto de dar la impresión de que el siguiente en la lista superaba en expectativas al anterior. Todos, absolutamente todos los individuos expuestos, son por sí solos estrellas rutilantes que inexplicablemente permanecían veladas.
 
Y haciendo ahora balance del año que termina, puedo decir que he conseguido recuperar gentes de las más diversas y variopintas profesiones y materias; incluso en algunos casos hasta he podido conseguir saber cual era su aspecto físico. Y así, hemos visto desfilar a Juan Bastero Lerga, catedrático de medicina legal y que brilló con luz propia en Zaragoza, y toda la impresionante familia que le sucedió después. 



Juan Bastero Lerga

A los escultores y arquitectos de retablos, tanto los Martínez de Puelles como Antonio Eizaguirre, sin olvidar al dorador y pintor Andrés de Mata y su portentosa descendencia. 

Fray Francisco Marín Sola

Al organista Bernabé Fortuño; al sabio y teólogo dominico fray Francisco Marín Sola;  al misionero, profesor y cronista Gregorio Roldán Marín, sin olvidarnos del escritor jesuita Domingo Antomas, que se embarcó en el siglo XVIII de misiones a Chile y sufrió en sus propias carnes la expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios españoles y murió loco y deprimido en Italia.

Gregorio Roldán Marin

Al gran maestro organero Domingo de Mendoza, que ocupó los puestos más altos de su profesión en la corte española y rompió moldes al innovar en esa difícil disciplina.

Salvador Ordoñez Abadía

 A los hermanos Salvador y Críspulo Ordoñez Abadía que, el primero como magistral de la catedral de Santander, y el segundo como Presidente de esa Comunidad santanderina, alcanzaron altas cotas de fama y gloria. 

Críspulo Ordoñez Abadía

Sin olvidar el hallazgo que me supuso descubrir la vinculación del famoso general Zumalacárregui con Cárcar motivo por el cual su hija Micaela eligió este pueblo como refugio y también como reposo de sus restos mortales.
 
Pancracia de Ollo y de Mata, esposa de Zumalacárregui

Un repaso, a través de los siglos que nos ha llevado también a saber detalles de la invasión napoleónica a principios del siglo XIX, de la mano de Juan Ángel Latreita, y a conocer a Ángel Sagaseta de Ilurdoz, último Síndico de la Diputación de Navarra, o conseguir una amplia información sobre la historia de la desaparecida ermita de Santa Bárbara.  Todo ello mostrado en este blog  para quienes gustan y se detienen en su contenido. 

Ermita de Santa Bárbara 

Creo pues que debo considerar este año con balance positivo ya que he ido avanzando en la consecución del objetivo fijado; es mi voluntad seguir adelante en lo sucesivo pues el filón tiene veta suficiente como para continuar al menos durante otro año más a este ritmo. 

Sería interesante que se dieran también las condiciones óptimas para poder pasar estos trabajos a la imprenta, lo que permitiría el acceso a su contenido de las personas que todavía no manejan dispositivos digitales.

En fin, que de momento todo me anima a seguir en este próximo año que en breve comienza. Y estas reflexiones me sirven además para felicitar el año a todos los seguidores del blog, así como a quien lo visita de forma esporádica. Y, especialmente, a los que pierden unos segundos de su tiempo en depositar un comentario o sugerencia que tanto me ayuda a continuar adelante en este proyecto con el ánimo bien templado. Y a todos en general: ¡Feliz 2021!.

jueves, 26 de noviembre de 2020

ANDRÉS DE MATA, MAESTRO DORADOR Y ABUELO DEL GENERAL ZUMALACÁRREGUI (II)

 

Retrato de Tomás de Zumalacárregui. Litografía. Legrand A. 1837. Museo Zumalacárregui

Efectivamente, los carcareses Andrés de Mata y Joaquina Oteiza fueron los abuelos políticos de Tomás de Zumalacárregui, como así iré mostrando; y aunque en este primer capítulo no habrá espacio suficiente para abordarlo a él, se irá de algún modo desvelando a partir de este. 

Ya dije en un post anterior que desde siempre me intrigaba  conocer el motivo por el cual una hija de este famoso militar carlista había muerto en Cárcar, ya que por más que buscaba no veía conexión; sin embargo, en el transcurso de la investigación que tuve que llevar a cabo para escribir el libro “López, retazos de la Historia de Lerín y Cárcar a través de un apellido”  se me fue abriendo luz, y, tirando del hilo y casando sus genealogías, descubrí que Tomás de Zumalacárregui entraba en la historia de la familia Mata, y, por tanto, también en la de Cárcar.

Cárcar vista desde Andosilla. Foto: Charo López

Pero no será solo Zumalacárregui el personaje relevante que se asocie a esta familia, sino también algunos otros individuos que iré desgranando a continuación; porque si espectacular fue la obra de Andrés, magnífico dorador de retablos, no lo fue menos la trayectoria de algunos de sus descendientes o relacionados con estos.

Andrés de Mata y Joaquina Oteiza tuvieron al menos seis hijos que fueron naciendo por los distintos lugares de la geografía navarra, según el padre se encontrara trabajando en ese momento, como expliqué en el capítulo anterior dedicado a él y a su obra. Estos hijos se llamaron: María Manuela, Francisco María, María Melchora, María Josefa, María Isabel e Ildefonso de Mata y Oteiza, cuyas vidas intentaré poco a poco desglosar separadamente.


1)- MARÍA MANUELA DE MATA Y OTEIZA. Esta fue la primera en nacer y lo hace en Caparroso cuando  su padre estaba dorando el retablo mayor de su iglesia de Santa Fe. El bautismo tuvo lugar en esa parroquia el día 8 de septiembre del año 1755. 

Como sabemos que el padre trabajó también en Pamplona, no es de extrañar que María Manuela (Manuela) encontrara novio en la capital navarra; de tal modo que se casa el día 16 de junio del año 1781 con un joven llamado Juan Ángel Latreita, que era hijo de Juan de Latreita Jaurion y Bernarda de Olagüe. Juan Ángel había nacido en Pamplona un 21 de noviembre del año 1754 y aquí lo harán también algunos de los hijos de este nuevo matrimonio. De Pamplona se trasladan por un tiempo a vivir a Vitoria y en octubre del año 1791, con apenas dos años de edad, muere en esta capital uno de los hijos, el pequeño Celedonio. Al año siguiente, un 17 de diciembre, nacerá estando todavía en Vitoria una niña a la que bautizaron con el nombre de María Joaquina Valentina (ya habían tenido anteriormente otra niña llamada María Joaquina que moriría de bebé, seguramente). En agosto del año 1795 la familia Latreita Mata estaba en Cárcar, no sé si residiendo o de forma esporádica, pero el caso es que el día 22 de ese mismo mes de agosto nace en este pueblo materno  Juan Lorenzo, el último de los hijos del matrimonio (recordar que aunque Manuela nació en Caparroso era carcaresa).

Factura dirigida al ecónomo de la parroquia de Cárcar donde se dice que Latreita ha satisfecho la deuda  de esa parroquia. Archivo parroquial

No he podido averiguar la profesión inicial de Juan Ángel pero debió de estar relacionada con el comercio. Lo  que sí está claro es que era un hombre de fiar ya que el ecónomo de la iglesia de Cárcar se valía frecuentemente de él para saldar deudas en Pamplona con los gremios que prestaban servicios a la parroquia. El caso es que, durante la ocupación napoleónica, el Marqués de Vallesantoro a la sazón virrey de Navarra, ordena a Latreita, a pesar de su reticencia,  hacerse cargo del aprovisionamiento de las tropas francesas que habían tomado la plaza de Pamplona, así como de los soldados que venían atravesando la frontera por Irún; para entonces nuestro hombre tenía ya 54 años. Todas las acciones llevadas a cabo por Latreita estaban supervisadas por el propio virrey y contaban además con el beneplácito de Fernando VII.

José Bonaparte. Foto: memoriademadrid.es

Cuando el marqués de Vallesantoro fue depuesto y enviado a Francia, José Bonaparte mantuvo en su puesto a Latreita y en el año 1809 lo nombra Administración General de las Rentas y Bienes Nacionales, así como máximo responsable y comisionado especial para la ocupación y supresión de conventos, monasterios y otros edificios eclesiásticos. El objeto era conseguir liquidez para sufragar los gastos que estaban ocasionando la ocupación y la manutención a la soldadesca. A lo largo de esta desamortización  se hizo también un inventario de los bienes incautados, lo que ha permitido conocer a día de hoy cual era ese patrimonio antes de la ocupación. En esta labor Latreita estuvo apoyado por Manuel Antonio de Gomeza (canónigo y subdelegado para la ocupación y supresión y enajenación de los conventos) y, particularmente en cada caso, con la colaboración y seguramente impotencia de los párrocos o abades en los que se actuaba. Y no solo conocemos gracias a ese inventario la relación del patrimonio existente, sino que nos permite también entender el proceder de Latreita, ya que los franceses no contaban con que de forma discreta este hombre se iba a poner del lado de los suyos evitando en parte el expolio a su tierra.  Sirva como ejemplo el llevado a cabo en el convento de los capuchinos de Lerín; después de detallar como era físicamente el interior de dicho convento y su contenido, al llegar al ajuar litúrgico (que es lo que más interesaba a los franceses por contener metales preciosos), se dice: “Sobre los ornamentos y vasos sagrados se informó de que habían sido robados pocos días antes por unos individuos que se suponía pertenecían a la tropa española”. ¡Qué casualidad! Esta aseveración, tomada de un trabajo de Pilar Andueza titulado: “Una aproximación al impacto de la guerra de la Independencia, la desamortización josefina”, muestra con esta vaga frase la treta que acostumbraba a utilizar Latreita (sírvame este juego de palabras) para despistar a los franceses y en la medida de lo posible poner a salvo de su rapiña  buena parte de los bienes, tanto eclesiásticos como civiles.

 

Guerra de la Independencia. Foto: Lhistoria.com

En el año 1813, poco antes de terminar la llamada, Guerra de la Independencia española, Latreita pide permiso para pasar a Francia por un período de seis meses “por asuntos concernientes a su casa”. La guerra estaba ya sentenciada y en septiembre de 1814, concluida esta y expulsados los franceses, los “afrancesados” son perseguidos y juzgados. Y así, por una Real Orden, Juan Ángel Latreita es desterrado de su tierra y condenado a no acercarse a Pamplona  a menos de veinte leguas. Es de suponer que debió llevarse al destierro también a su familia. No mucho tiempo después regresan a España y se establecen en Bilbao. Desde aquí, en el año 1815, pide providencia a las nuevas autoridades alegando que su participación mientras la ocupación no había sido voluntaria. En su alegato viene a decir algo así como que gracias a su heroísmo y servicios prestados a la religión, al rey, a la patria y a los particulares perseguidos por la tiránica aprensión de los franceses, y con exposición continua e inminente de su vida, no solo había conseguido aminorar el empréstito forzoso exigido a los pueblos de Navarra, sino que había conseguido liberarlos en muchos casos de la rapacidad del enemigo. Pidió que se hiciera una purificación de su conducta ya que manifestaba ser un verdadero español,  pues con los actos de su administración evitó cuanto pudo el saqueo “y libertó de la rapacidad del enemigo los intereses, frutos, ganados y alhajas más preciosas de los monasterio y conventos mandados exigir por aquel gobierno”. De tal modo que “por su manejo y buenos oficios se han conservado y los poseen en el día, como así lo manifiestan las actas capitulares de los conventos intervenidos”. Por todo ello y avalado por la friolera de 56 testigos, la mayoría de ellos “recomendables por su virtud, ciencia, profesión y empleos” solicita el perdón de los tribunales y la posibilidad de volver a Pamplona. El Tribunal de la Corte de Navarra que lo había encausado lo absolvió de todos los cargos y en el año 1818 regresó a su casa de Pamplona. 

En el año 1820 a Juan Ángel Latreita le tocará prestar ahora un peculiar servicio a su familia política representando por poderes nada menos que a Tomás de Zumalacárregui en la boda de este, ya que  el novio no podía estar presente. La novia, Pancracia de Ollo y de Mata, era, como veremos, sobrina política de Latreita.


JOAQUINA LATREITA MATA 

Una de las hijas de Juan Ángel Latreita y Manuela de Mata, y nieta del dorador Andrés de Mata, recibió el nombre  Joaquina, como su abuela materna (la carcaresa), y saldrá también del anonimato gracias a su marido. Joaquina, que como ya he dicho nació el 17 de diciembre de 1792 mientras la familia se encontraba residiendo en Vitoria, se casa en Pamplona un 18 de octubre del año 1818 (recién llegada la familia de Bilbao tras su destierro) con un flamante joven llamado Ángel Sagaseta de Ilurdoz y Garraza; el novio tenía en ese momento 34 años y la novia 26. Ángel Sagaseta desarrolló un importante papel en el devenir político navarro. Existen varias semblanzas sobre él pero me voy a fijar principalmente en algunos aspectos que ofrece Mercedes Vázquez de Prada en la página web de la Real Academia de la Historia para ofrecer unas pequeñas pinceladas sobre su trayectoria.

 Ángel Sagaseta de Ilurdoz nace en Pamplona el día 1 de marzo del año 1784; cursa estudios en los Escolapios de Sos del Rey Católico y en Zaragoza. El grado de bachiller lo obtiene en el colegio andresiano de Valencia y en el año 1807 se licencia en Derecho por la Universidad de Oñate para pasar a ejercer de abogado en el Consejo Real de Navarra. En 1814, y “dada la brillantez de sus estudios, sus méritos como abogado, sus servicios como asesor del Ayuntamiento de Pamplona y asesor jurídico militar y el hecho de que su conducta en todo tiempo de la opresión francesa se halla libre de toda sospecha”, es promovido para ejercer como Oidor del Real Consejo de Navarra. En 1818, año en que contrae matrimonio con Manuela, es nombrado Síndico Consultor de las Cortes de Navarra, cargo que ocupó hasta su muerte, siendo el último de los Síndicos del Reino de Navarra. Fue también Consultor de la Diputación; tenía su vivienda ubicada en el número 32 de la Plaza del Castillo, lugar donde acostumbraba a reunirse en amenas tertulias con amigos, que a la larga resultaron adeptos a la causa carlista. Uno de estos tertulianos sería Tomás de Zumalacárregui que acudiría sin levantar ningún tipo de recelo ya que las esposas de ambos eran primas carnales. En Marzo de 1820 Sagaseta de Ilurdoz es nombrado secretario de la Junta Interina del Gobierno de Navarra. El 17 de septiembre de ese mismo año firmó como testigo en la boda de Zumalacárregui (esa en la que el novio no pudo asistir y lo tuvo que hacer por poderes el tío de la novia, Juan Ángel Latreita, suegro a su vez de Sagaseta) y a finales de ese mismo año, este síndico navarro es elegido también Alcalde de Pamplona junto con el conde de Guendulain. 

Fachada Ayuntamiento de Pamplona. Foto: navarrainformacion.es

Sagaseta de Ilurdoz, hombre además insobornable, se mostró firme contra el absolutismo y ante lo que consideraba intromisión del Virrey en aquellos asuntos que solo competían al Reino de Navarra, negándose y criticado abiertamente el proceso abolicionista que se había iniciado por parte del Gobierno Español, -que acabó por imponerse-, por lo que tuvo que asistir impotente a los acontecimientos.  Mientras la primera guerra carlista se le acusó de conspiración  (recordemos su relación con Zumalacárregui y su vinculación al ideario carlistas) por lo cual, en las purgas contra los simpatizantes carlistas entre altos funcionarios navarros fue desterrado a Valencia, acompañado sin duda por su familia. Allí, en oposición a la Ley de 1839, escribió un detallado informe titulado  "Fueros fundamentales del Reino de Navarra y defensa legal de los mismos",  que se publicaría en la imprenta F. Erasun de Pamplona en el año 1840.

Portada del alegato escrito por Sagaseta de Ilurdoz. Foto: Academia-e.unavarra.es

En dicha memoria quedaban patentes las serias diferencias que marcaba con los llamados liberales progresistas, por lo que el texto fue incautado por las autoridades. Las primeras líneas de dicho texto son reflejo del carácter de este hombre: “Soy navarro, y me complazco en ser tal por naturaleza, castizo, leal, firme y honrado. Los tres Estados del Reino de Navarra juntos y congregados en Cortes Generales (…) perpetuaron e hicieron de por vida mi destino de Síndico Consultor de los mismos y de su Diputación. (…) hasta ahora he cumplido, y debo cumplir ahora, el juramente que como Síndico hice de defender a todo mi leal saber la existencia del Reino de Navarra y de sus Fueros, Leyes, Ordenanzas, usos, costumbres, franquezas, exenciones y libertades.(…) Como navarro tengo derecho a hablar sobre la materia de Fueros: como Sindico me considero en obligación de tratarla, de sostenerla privada y públicamente, y de colocarla en su único y verdadero estado legal ante la nación española, y sus Cortes y su gobierno (…)”. Y así continúa a lo largo de sus quince páginas.

Palacio de la Diputación. Pamplona. Foto: Gran Enciclopedia Navarra

Se opuso también reiteradamente a la ley de 1841 y, dos años más tarde, este imponente jurisconsulto navarro fallece  a los 59 años de edad.

Una hija de Ángel Sagaseta de Ilurdoz y Joaquina Latreita Mata, llamada  Manuela como su abuela materna, nacerá en Puente la Reina en el año 1823 y contraerá matrimonio en el año 1846 con Francisco Javier Espinosa de los Monteros y Azcona. Carlos, uno de los hijos de este matrimonio será el primer Marqués de Valtierra, militar, embajador y ascendiente de los Espinosa de los Monteros actuales y también con una extensa biografía que omitiré para este trabajo por alejarse ya del apellido Mata.

Para no hacer demasiado largos los capítulos, el resto de hijos de Andrés de Mata y Joaquina Oteiza los iré desarrollando en los siguientes. Según el orden marcado, a Tomás de Zumalacárregui le corresponderá aparecer en el siguiente de los tres capítulos en los que he dividido la historia de esta singular familia.

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Investigación y redacción: María Rosario López Oscoz

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miércoles, 4 de noviembre de 2020

ANDRES DE MATA. MAESTRO DORADOR Y ABUELO DEL GENERAL ZUMALACÁRREGUI (I)

 

Firma original de Andrés de Mata.

Mediaba siglo XVIII cuando aparece en Cárcar un joven llamado Andrés de Mata, o Matha. Era hijo de Nicolás de Matha y María Martínez. Me había resultado muy complicado encontrar el lugar de nacimiento de este artista hasta que el historiador y genealogista, Iñaki Garrido Yerobi, me facilitó el dato que rescató del Archivo General de Navarra (TRA-PV,ABOGADOS, Leg. 15, Expte. 254) donde se decía que procedía de la población burgalesa de Villayernos  (hoy Villayerno Morquilla). Como Andrés llegó a Cárcar de jovencito y aquí se casó, en los documentos y contratas no hacía constar su procedencia natal sino declarándose: de Cárcar, o vecino de Cárcar lo que daría idea del arraigo que llegó a tener con esta población. 

El caso es que Andrés era un excelente artista y debió de recibir sin duda una vasta formación de la que de momento los documentos no ofrecen datos. Fue dorador de retablos, pintor de cuadros y grandes murales, así como estofador de imágenes, escultor y constructor de algunos otros monumentos para ornato de iglesias, por lo que tuvo por fuerza que formarse en alguna buena escuela o taller de prestigio.


Vista aérea de Cárcar. Foto: Carlos Fresno

¿Qué hacía pues Andrés en Cárcar? ¿Había llegado aquí a trabajar para alguna obra que se estaba realizando en su iglesia parroquial? ¿Existía quizá en esta población algún taller especializado y había acudido allí a formarse? ¿Podría ser, tal vez, que siguiendo los pasos de alguno de sus maestros éste le llevara hasta Cárcar? Son preguntas de las que de momento no tengo respuesta. Lo que sí es cierto es que en esta localidad de Cárcar conoce a una joven con la que se casa en su iglesia parroquial de San Miguel Arcángel el día 31 de marzo del año 1749. La joven se llamaba María Joaquina Oteiza y Díaz y era hija de Juan de Oteiza y María Díaz Mateo.  Estos se habían casado también en Cárcar el día 8 de febrero del año 1706 y eran, por así decir, carcareses de raíz.

Cárcar vista desde la torre de la iglesia San Miguel.

Era un tiempo aquel en el que muchas parroquias estaban remozando  sus templos y estos maestros estaban muy cotizados.  Aunque las obras de Andrés de Mata no están todavía catalogadas de forma exhaustiva, algunos historiadores no dudan en calificarle como “pintor prolífico”, lo que indica  que no es extraño que su nombre aparezca en la documentación que manejan.  Buscando y rebuscando he encontrado una parte de las huellas que fue dejando Mata a través de sus obras, y que hoy podemos admirar; en este breve artículo voy a tratar de recoger algunas de ellas, con el interés de darlo a conocer si acaso sus creaciones no fueran más que suficientes para decir de él.

Retablo de la iglesia Santa Fe de Caparroso. Foto: verpueblos.com

Durante casi toda la segunda mitad del siglo XVIII se la pasará el maestro Mata atendiendo contratas en los más diversos lugares de la geografía navarra. Una de las primeras obras clasificadas de este artífice será el dorado del retablo mayor de la iglesia de Santa Fe de Caparroso que se hizo en el año 1754; será en esta población donde nazca el primero de sus hijos. Cuando estos artistas entraban a trabajar en una nueva obra acostumbraban a llevar consigo a la familia ya que eran muchos los días que empleaban en concluir tan minuciosos trabajos y no era oportuno ausentarse por tan largos períodos dejando sola a esposa e hijos; en cierto modo se podía decir que eran un poco nómadas ya que cambiaban continuamente de casa, a pesar de que Andrés y su familia seguían teniendo la casa madre en Cárcar y a ella volvían al concluir los trabajos. 

Retablo de la iglesia San Marín de Tours de Lesaca. Foto: Gran Enciclopedia de Navarra

Las contratas se irán sucediendo ya que, como digo, era un artista muy cotizado. A la iglesia de Caparroso le sucederán otras. En el año 1762 se le requiere para dorar el retablo mayor de la iglesia de San Martín de Tours de Lesaca, una obra espectacular por la que cobró la cantidad de 5.200 pesos.

Retablo la anunciación del Convento del Carmen de Pamplona. Foto: Museo de Navarra

 Retablo de la iglesia San Martín de Urzainqui. Foto unav.edu

Entre los años 1763 y 1764 se trasladó a Pamplona para dorar el retablo de la Anunciación del Convento del Carmen. En 1768 le tocó el turno al retablo mayor de la iglesia de san Martín de Urzainqui, y más tarde al de San Miguel de Iturmendi: “en el año 1772, el visitador da licencia al abad de la iglesia de Iturmendi para comprar los paneles de oro necesarios para dorar el retablo mayor. El dorado lo realizó Andrés de Matta, dorador, estofador y pintor de Cárcar, residente en Puente la Reina”. Los trabajos de dorado no se harán sin embargo hasta el año 1777. El presupuesto de la obra fue alto, alcanzándose los 8.000 reales (1.000 pesos); este retablo había sido construido y dorado por el arquitecto y escultor vianés Juan Bautista de Suso pero al llevarse a cabo estas nuevas reformas en la que actuó Andrés de Mata “se alteró sustancialmente la decoración del retablo al dorarse por entero el mismo y por pintarse las tallas con pintura al temple ocultando la policromía; además realizó pinturas decorativas en la bóveda y muros del presbiterio” (El Devenir Histórico de la Iglesia Parroquial de San Miguel de Iturmendi, NICOLÁS ARBIZU). Al parecer, según apunta Naiara Ardanaz, aquí en Iturmendi pintó unas tablas dedicadas a San Miguel Excelsis y que en la actualidad se conservan en el Museo de Navarra.

Retablo mayor y grabados de la iglesia de Iturmendi. 
Foto: Gran Enciclopedia Navarra

Mientras Andrés se encontraba en Iturmendi realizando el dorado de estos retablos dio también las condiciones para dorar el órgano de la iglesia de Echarri Aranaz, además de otro condicionado para construir el monumento del Jueves Santo de la iglesia de Alsasua, en cuyo diseño aparecen un par de personajes asomados a sendas ventanas laterales, según detalla el experto Ricardo Fernández Gracia.  

Retablo mayor de la iglesia San Román de Cirauqui

La ermita de San Marcial, situada en el término de Sarriá de la localidad navarra de Puente la Reina, tiene como titular en su retablo, como no puede ser de otro modo, al santo de Limoges y se trata de una talla hecha también por el “escultor” Andrés Mata; la obra costó  250 reales y era el año 1773. Vemos pues por tanto a Andrés ejecutando una nueva disciplina, la de escultor; pero como lo suyo era más el dorado de retablos, en el año 1776 Mata dorará también el retablo mayor de la iglesia san Román de Cirauqui.

Grabados murales en la cúpula de la ermita de la Virgen del Soto. Foto: R.Lasaosa

En muchos y diferentes lugares fue dejando su espectacular huella este fecundo maestro carcarés, pero de entre todas ellas sin duda la más llamativa sea la realizada en la ermita de la Virgen del Soto de Caparroso; aquí no solo doró de forma espectacular el retablo mayor, hacia el año 1767, sino que entre los años 1775 y 1776, junto con el italiano Pedro Bardini, decoró con pinturas al fresco la bóveda y los muros con grandes pinturas murales y decoración rococó, de manera que otorgan al conjunto una espectacularidad inusual. Al parecer estas obras se hicieron aprovechando la limosna de quinientos pesos donados por un indiano llamado Cristóbal Labairu. Dice Ricardo Fernández Gracia que la actuación de Mata en esta ermita tiene muchas semejanzas con las que había realizado en la iglesia de Iturmendi. También el cuadro de Santa Bárbara que aparece en una de las capillas del crucero es obra del experto maestro, aunque al parecer  en su vertiente de pintor no fue tan destacado: “quizá lo más destacado de Matta sea su vertiente de dorador, donde introduce compleja decoración rococó, llegando a realizar rocallas y escenas de ángeles complicadas y vistosas; en las obras pictóricas baja en calidad” (Nicolás de Arbizu).

Vista de la ermita de la Virgen del Soto desde la parte de atrás. Foto: Patrimonioparajovenes.com
 

Detalle de uno de los grabados. Foto: R.Lasaosa

Parte del retablo de Santa Bárbara, pintada también por Andrés de Mata. Foto: R.Lasaosa

También se le requerirá a Andrés de Mata como experto tasador para revisar las obras realizadas por otros artistas; así vemos, por ejemplo, que en el año 1775, el Patronato sangüesino llamará a Andrés de Mata, vecino de Cárcar, para tasar el retablo mayor de la iglesia de Santiago que había sido dorado por Diego Díaz del Valle. (Juan Cruz Labeaga Mendiola). También hay constancia de que le tocó reconocer las obras que se llevaron a cabo en la basílica de San Gregorio Ostiense de Sorlada realizadas por Santiago Zuazo.
 

Imagen procesional de San Miguel Arcángel, situada en la capilla de los Santos Pasos de la parroquia de Cárcar, que bien pudiera haber sido pintada y estofada por Mata. Foto: la autora
 
Detalle de la pintura y el estofado de la talla 

Viendo el palmarés de este artista extraña que no se haya encontrado de él ninguna obra documentada en su propio pueblo, aunque eso no quiere decir que no la haya.  Personalmente me atrevería a decir que una segunda talla de San Miguel Arcángel (titular de la parroquia) que se encuentra habitualmente en los Santos Pasos bien pudo ser pintada y estofada por el maestro Mata. Esta imagen es la que salía en procesión el día de su festividad (29 de septiembre),
 

Vista parcial del órgano de Cárcar. Como se puede observar, no se llegó a dorar. Foto: la autora

Extraña mucho también que habiendo en Cárcar un maestro dorador de semejante talla quedara el órgano de la iglesia sin dorar.  Los papeles no aportan mucho en este tema ya que desgraciadamente, y por diversos avatares, la documentación que se conserva en la parroquia es muy exigua y no hay apenas datos al respecto. Se conserva sin embargo un documento en el que Andrés da las condiciones para dorar el retablo del Cristo Crucificado que se encuentra también en la capilla de los Santos Pasos. En dicho documento explica detalladamente como concebía este proyecto:

 “Condicionado para Dorar y Pintar el retablo del Ssmo. Christo de la Iglesia Parroquial de Carcar.

-Se ha de aparejar con toda prolijidad y en especial la talla por ser delicada, la que se ha de dorar, y las molduras y los tríos pintados de color morado y bien barnizado.

-Que las Colunas se an de dorar todas desde el Capitel a la base y en el respaldo de Ssmo. Christo se ha de pintar un Jerusalen, pintando los dos santos de la Virgen y San Juan de paños naturales dorando las orillas de las ropas=

-Que en los costados se ha de pintar como una basa de pared, sea Pabellón u otro adorno y que el pedestal en que descansa el Retablo se pinte un Jaspe bien barnizado=

-Que el interior del sagrario se an de abrir labores de oro y el campo pintado, pero la puerta se ha de dorar por dentro y por fuera; siendo de cuenta del Maestro el andamio; 

y con estas condiciones me obligo el abajo firmado a ejecutar dicha obra en noventa y seis pesos (unos setecientos sesenta y ocho reales)=

Firmado Andrés de Matha"

Capilla de los Santos Pasos de la iglesia San Miguel de Cárcar. Retablo del Santísimo Cristo. Foto: la autora


El mismo retablo del Santísimo Cristo, visto con más detalle. Foto: la autora

Esa obra no llegó a efectuarse, como bien se puede apreciar viendo actualmente el retablo. El documento no va fechado por lo que tampoco se puede saber si Andrés lo redactó al final ya de su vida o quizá lo hiciera en otro momento. Podría ser perfectamente factible que le  sobreviniera la muerte antes de ejecutarlo y el Cabildo improvisara un apaño que ya no se volvió a revisar. De cualquier modo, gracias a este documento nos podemos hacer una idea de cómo podría haber quedado dicho retablo. El resultado pudo haber sido realmente espectacular. 

Andrés muere en una fecha no consignada antes de 1790 ya que para entonces ya aparece su hijo Ildefonso pagando religiosamente los aniversarios por su padre.

Pero si espectacular fue la obra de este maestro, no lo fue menos tampoco su descendencia, y aunque no podré aportar datos de todos ellos, sí que me gustaría destacar algunos. Aunque esto lo haré en un próximo artículo.


Investigación y redacción: María Rosario López Oscoz

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Para realizar este trabajo he necesitado consultar diversos documentos y archivos. Destacar: el archivo parroquial de Cárcar, familysearch, además de otros variados e interesantes trabajos de investigación realizados por Pedro Luis Echeverría Goñi, Ricardo Fernández Gracia, Juan Cruz Labeaga Mendiola, Nicolás Arbizu y Naiara Ardanaz, entre otros, a los que agradezco su generosidad al haber podido acceder a ellos desde internet. También he necesitado consultar mi último libro: LÓPEZ, retazos de la historia de Lerín y Cárcar a través de un apellido (2017), donde aparece la obra de Andrés de Mata, así como buena parte de los personajes con él relacionados.


martes, 13 de octubre de 2020

CRISPULO ORDOÑEZ ABADÍA. Un carcarés Presidente de la DIPUTACIÓN de SANTANDER. Los Ordoñez Abadía (y II)

 

Retrato de Críspulo Ordoñez en la sala de Presidentes de Cantabria. Fundacionsantamariadetoraya.com

Al indagar en la vida de Salvador Ordoñez (pinchar en Salvador) me he topado por casualidad con la figura de su hermano Críspulo, y aunque seguir su trayectoria me ha resultado algo complicada, pues partía de cero, la información conseguida ha sido tan impresionante que casi deja pequeña la historia de su hermano; y es que Críspulo llegó en lo suyo todavía más alto, tan alto, que alcanzó a ocupar el cargo de Presidente de la Diputación de Santander, cargo equivalente al que en la actualidad ocupa Miguel Ángel Revilla. Voy a tratar pues de reconstruir, a partir de pequeñas pinceladas, la vida y afanes de este carcarés.

CRISPULO  nace en Cárcar el día 10 de junio del año 1846 y era hijo del médico del pueblo, Ramón Eulalio Ordoñez Cuadrado y de Agapita Petra Abadía Goya.  Para conocer el resto de datos sobre su filiación ir al artículo dedicado a Salvador. 

Críspulo era el cuarto de los hermanos y cinco años menor que Salvador. Con trece años y tras hacer los estudios elementales en la escuela de Cárcar se traslada a Pamplona para hacer el Bachillerato. A su término estudia Farmacia y obtiene el título en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Madrid (actualmente Universidad Complutense). Tres años más tarde, en1872, solicita permiso al Ayuntamiento de Madrid para abrir una farmacia en la capital de España, a la que llamó “La Central de Específicos”. Esta farmacia está situada en el número nueve de la calle Puebla y a día de hoy sigue abierta llevando a gala su antigüedad y destacando el nombre de su fundador. En el primer piso de ese edificio vivió el escritor Ramón Gómez de la Serna

Farmacia en calle Puebla, 9. Madrid. Foto: sufarmacia.es 

 No permaneció mucho tiempo Críspulo en Madrid, ya que para el año 1878 estaba en la ciudad de Santander donde su hermano Salvador era Magistral de su Catedral; todo ello invita a pensar que el núcleo familiar buscaba estar agrupados, ya que también Anastasio, el pequeño, abrió farmacia en varios pueblos cántabros. 

 Ya en Santander, abre Críspulo farmacia en la calle Del Martillo (actualmente calle de Marcelino Sanz de Sautuola). Era esta una calle muy concurrida de la ciudad con abundantes edificios históricos en su entorno, además de estar situada muy cerca del mar. Por todo lo que se verá, Críspulo fue un farmacéutico inquieto y estuvo siempre a la cabeza de los intereses generales, y particularmente de los de su profesión. Sus colegas farmacéuticos de Madrid ya estaban colegiados y en la capital cántabra se empezaban a plantear también la necesidad de hacer lo mismo; pero no será hasta el mes de mayo de 1878 cuando se den los primeros pasos para la constitución del Colegio de Farmacia, creándose al efecto una comisión que nombró  a Críspulo Ordoñez como su presidente, sentando así los fundamentos de lo que será en un futuro el Colegio de Farmacéuticos de Santander,  instando además a Ordoñez a redactar las bases para su creación. 

Viendo Críspulo las responsabilidades que se le venían encima ve conveniente la necesidad de doctorarse, cosa que consigue en el año 1882, en la misma facultad madrileña donde se licenció. La tesis doctoral la defendió el día 30 de junio de ese mismo año y llevaba el tituló de “Angélica, asafétida y cicuta”. Para el año siguiente (1883), y con el título de doctor en la mano, presentó a la Comisión santanderina de Farmacia un proyecto de reglamento que esta aprobó enseguida. 

 Mientras se terminaba de constituir y formalizar el ansiado Colegio de Farmacéuticos santanderino, don Críspulo (con todo merecimiento se ganó el título de don) asume el cargo de Subdelegado Provincial de Farmacia, lo que equivale a  Presidente de  dicho Colegio en ciernes. 

En el libro "El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Santander", escrito por M.E. Alegre y M.P. Montero, se explica así esa evolución: Críspulo Ordoñez Abadía, tras veinte años de trabajo, conseguirá dejar a sus sucesores un Colegio Provincial de Farmacéuticos establecido. En 1898 asumirá la presidencia Leopoldo Hontañón".

En la “Guía Consultor e Indicador de Santander y su Provincia” del año 1892, escrita por Antonio María Coll y Puig (director también del periódico la Voz Montañesa), se dice que Ordoñez Abadía era en ese año Vocal de la Junta Provincial de Sanidad de SantanderDiputado por el distrito de esta ciudad, y Presidente de la Comisión Permanente de Hacienda; en una palabra, que se había metido en política y estaba totalmente involucrado en el gobierno de la provincia. Esto no debe extrañar, pues según asegura Pilar Montero en "Historia de la Farmacia en Cantabria en el siglo XIX", los farmacéuticos solían estar muy al tanto de lo que ocurría en política, debido a que en las tertulias habituales que tenían lugar en las llamadas reboticas, se acostumbraba a discutir mucho sobre estas cuestiones, por lo que no fueron pocos los boticarios que en aquella época ocuparon cargos políticos. Y tampoco hay que olvidar el hecho de que como  Crispulo ya representaba al sector farmacéuticos de Santander, estaba bastante familiarizado con el servicio público.

Es siendo Ordoñez el máximo representante farmacéutico de la provincia, además de Diputado, cuando tiene lugar en la capital santanderina una catástrofe de dimensiones apocalípticas. El día 3 de noviembre del año 1893 un  barco de vapor que hacía la ruta Bilbao-Sevilla, de nombre Cabo Machichaco, se encontraba atracado en el puerto de Maliaño cuando de pronto empezó a arder. Este barco  arribaba a Santander cada semana para dejar su carga y se encontraba en esos momentos en el muelle más céntrico de la ciudad. 

El barco de vapor Cabo Machichaco en el momento del incendio. Foto: desconocido.

El incendio, que fue tomando poco a poco un cariz importante, provocó que muchos curiosos se acercaran a las inmediaciones para ver el incidente. En el lugar del suceso se congregaron  dotaciones de bomberos, policías y casi la totalidad de las autoridades civiles y militares de la ciudad, además de un buen número de embarcaciones que se aprestaron a colaborar en las tareas de extinción. Pero un cúmulo de fatalidades hizo que la situación se agravara. Y es que como Bilbao estaba sufriendo una epidemia de cólera se había retrasado la salida del puerto del Cabo Machichaco y por esta razón la carga que acostumbraba a transportar se había multiplicado. El barco portaba en sus bodegas un total de 1.600 toneladas de toda clase de materiales, principalmente hierro; pero además, almacenaba 20 botellones de de ácido sulfúrico y 1.720 cajas de dinamita, con un peso de 25 kilos cada una, lo que unido a las llamas provocadas por el incendio, aumentaba aún más su peligrosidad.

Otra vista del accidente donde se ven los barcos de auxilio y la gente expectante. Foto: desconocido.

Como no conseguían apagar el fuego los responsables optaron por hundir el barco, pero al hacer esa maniobra los golpes y movimientos provocaron que la nitroglicerina detonara, lo que unido a la acción de la dinamita provocó una explosión de tal magnitud que el barco voló literalmente por los aires y “se llevó por delante media ciudad” -según dijeron después algunos cronistas-, ocasionando lo que se denominó la mayor tragedia civil y naval de la España moderna

Veinticinco manzanas de edificios quedaron destruidas y un total de seiscientos cadáveres yacían muertos en el suelo, a los que había que sumar alrededor de otros dos mil heridos de diversa consideración, la mayor parte de ellos mutilados debido al amasijo de hierros y metralla que se les vino encima. La onda expansiva destruyó multitud de edificios y el caos posterior fue total.  Las autoridades, que en ese crítico momento tenían que manejar la situación, habían perecido o se encontraban gravemente heridas. Esa noche, el Diario Montañés dirá: “Sobre la cubierta estaban presentes la totalidad de las autoridades, así como los grandes capitanes de empresas marítimas de la ciudad, discutiendo e impartiendo órdenes a los tiznados y empapados bomberos y marineros afanados en su lucha contra el fuego”. Otro corresponsal, un tal Sazatornil, aseguraba que en ese momento la ciudad había quedado destruida, descabezada y desnortada

Detalle de la onda expansiva en la detonación. Foto recogida del artículo de Luis Jar en la que dice que es: una composición y rotulación propias sobre mosaico fotográfico de "Google Earth". 

Se salvaron del desastre, el Presidente de la Diputación, señor Sainz Trapaga, y varios diputados, entre ellos Ordoñez, que se apresuraron a reconocer el lugar y la magnitud de la tragedia. Con objeto de controlar la situación se constituyó enseguida un gabinete de crisis y rápidamente se crearon diferentes comisiones de actuación, repartidos en distritos; en una de estas comisiones se encontraba Ordoñez. Para hacerse una idea de lo que este accidente supuso para la ciudad hay que tener en cuenta que en aquel momento Santander tenía un censo aproximado de cincuenta mil habitantes. Muy recomendable para conocer los pormenores de este accidente leer el artículo de Luis Jar Torre: https://www.practicosdepuerto.es/colegio-federacion/publicaciones/articulos-luis-jar/un-desastre-la-espa%C3%B1ola

Como la dinamita no estalló toda a un tiempo el peligro seguía y la ciudad de Santander vivió unos días de verdadera incertidumbre. Se intentó por todos los medios sacar el resto de dinamita que continuaban en el barco hundido, pero dada la peligrosidad que esta maniobra implicaba se tuvo que ir haciendo poco a poco. La catástrofe atrajo a no pocos periodistas que enviaron  su crónica de los hechos. La versión de uno de ellos no dejó muy contento al gremio de farmacéuticos, lo que provocó la indignación de Ordoñez, que se apresuró a escribir una carta al director de la agencia desde donde se había emitido la noticia. La carta de Ordoñez, que fue publicada, dice así: «Subdelegación de farmacia del partido de Santander, 12 de Noviembre de 1893. »SR. D. FRANCISCO MARÍN Y SANCHO. »Mi distinguido comprofesor y amigo: Un corresponsal de la Agencia Mencheta, venido aquí con motivo de la catástrofe del dia 3, ha comunicado á aquélla noticias que distan mucho de ser ciertas; y aunque personas respetables y dignísimas de esta localidad las han desmentido en telegramas dirigidos á varios periódicos de Madrid y publicados en los de LA FARMACIA ESPAÑOLA 739, ésta, como alguna de aquéllas afecta al buen nombre de la clase farmacéutica, me considero obligado, también yo, á consignar la más enérgica protesta contra esas falsedades. AI ocuparse el tal corresponsal de lo que en Santander ocurrió el día 8, cuando se tuvo noticia de que se iba á proceder á la extracción de 600 cajas de dinamita que habían quedado sin estallar en el vapor Machichaco, se atreve á decir que se cerraron algunas farmacias. «Como representante de la honrada clase farmacéutica de esta localidad tengo que decir que todos mis dignos compañeros ocuparon sus puestos, y que ni uno solo cerró su oficina al servicio público, en contra de lo que afirma el corresponsal aludido. «Sensible es que cuando un pueblo se halla bajo la pesadumbre de una inmensa catástrofe, se permita un periodista herirle en su dignidad, inventando noticias y dando como cierto lo que solo puede ser ensueño de una inteligencia enferma. »No para justificar á los farmacéuticos de Santander, cuya conducta en estos aciagos días no puede ser más correcta y digna, sino para satisfacción de la farmacia toda española, me permito dirigir á Ud, estos renglones, que han de confirmar más y más el general convencimiento de que todos y cada uno de nuestros comprofesores en los momentos de peligro, saben afrontarlo y rivalizar en celo por cumplir la misión que les está confiada. «Ruego á Ud. que dé cabida á estos renglones en las columnas de su ilustrada Revista, con lo que prestará un servicio á la profesión, y se lo agradecerá su amigo y compañero q. b. s. m., CRÍSPULO ORDONEZ.». La contundencia y el vigor de esta misiva muestra el enfado del boticario ante tan desafortunada crónica en momentos tan delicados. 

Cuatro meses después del accidente todavía quedaba dinamia en el barco y  los responsables seguían intentando sacarla evitando correr el mínimo de riesgo; a pesar de eso, una nueva explosión provocó la muerte de otras quince personas más.

Ese verano de 1894  se celebraron elecciones a Diputados Provinciales y Ordoñez obtuvo un total de 3.782 votos, quedando solo por debajo de Tomás Agüero Tagle que le superó en apenas 331.

Retrato de Críspulo Ordoñez. Enciclopedia Farmacéutica de Mariano Pérez Mínguez (1888-89)

En el año 1898 Francisco Rivas Moreno, en ese momento Gobernador Civil de Santander, crea  la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de la ciudad.  La idea surgió a raíz de una donación testamentaria que Rivas intentaba del mejor modo gestionar. Existe un memorial que este señor escribió en 1913, titulado: “El Ahorro en España. Mis Instituciones”, que refleja el momento en el que convoca a las autoridades provinciales para explicar su proyecto: “El día 23 de Enero de ese año (1898), se celebró en el Gobierno civil una reunión, a la que, convocados por mí, asistieron D. Alejandro Gil de Revolaño, en representación del señor Obispo; D. Críspulo Ordóñez, Presidente de la Diputación; D. Fernando de Meana, Presidente accidental de la Audiencia; D. José Barrasa, Comandante de Marina; D. Dimas Martínez, Coronel jefe de la zona militar; D. Ricardo Orga Alcalde accidental, y un largo etcétera. Este documento demuestra que para esa fecha Críspulo era ya Presidente de la Diputación de Santander; ese cargo lo volvería a ocupar también años más tarde.

En septiembre del año 1904 la revista La Atalaya recoge un acto celebrado en el Hotel Europa de Santander; aquí se reunieron un grupo de farmacéuticos con motivo de ofrecer una comida al entones Presidente de la Junta del Gobierno español, Joaquín Ruíz Jiménez. En el brindis Ordoñez manifestó a Ruíz Jiménez cosas tan contundentes como estas: “…prosiguiendo en su laudable trabajo, haga entender en todas partes, y muy principalmente en las esferas oficiales, que los farmacéuticos no son sencillamente mercaderes de drogas, sino hombres de ciencia, acreedores á ser tratados como tales…”

En el año 1907, Ordoñez Abadía es de nuevo elegido Presidente de la Diputación Provincial de Santander. Reinaba en España Alfonso XIII y acababa de ganar una vez más las elecciones el partido conservador de Antonio Maura.

En el desempeño de su cargo como Presidente de la Diputación Ordoñez tuvo que recibir varias veces al rey Alfonso XIII. El día 29 de julio de ese mismo año, el monarca se desplazó hasta la ciudad de Santander para inaugurar el Monte de Piedad que llevaba su nombre, y cuyo proyecto se había forjado en el año 1998, como se ha visto anteriormente. La cónica de ese día dice que: “en el edificio esperaban el Presidente de la Diputación, Críspulo Ordoñez (…), los diputados, concejales, representación del Cabildo y de los cuerpos consulares (…) y todos los representantes del Consejo de Administración del Monte de Piedad”
Como la familia real acostumbra a veranear en Santander resultaban habituales estos eventos protocolarios.

En mayo de 1909 Ordoñez Abadía asumirá interinamente el Gobierno Civil de Santander al dimitir Justino Bernad Valenzuela, según se ve en el Boletín Oficial de la Provincia del día 15 de mayo de 1909. 

Reseña publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Santander

Ordoñez fue también Presidente de la Asamblea de Diputaciones, y por este motivo el entonces Presidente del Gobierno español, Manuel Maura, lo nombra Jefe Superior Honorario de Administración Civil
Ordoñez dejará la presidencia de la Diputación de Santander en el año 1909 y pocos meses después, fallece.

Esquela que se publicó en el diario El Cantábrico

Murió concretamente el día 3 de febrero del año 1910. La Diputación provincial y el Gobernador civil de Santander encargaron una esquela que se publicó al día siguiente en el periódico "El Cantábrico". En ella se hacían constar sus títulos y cargos: doctor en Farmacia, Jefe Superior honorario de la Administración civil, diputado provincial y expresidente de la Diputación de Santander. Los funerales tuvieron lugar al día siguiente, 4 de febrero en la iglesia de Santa Lucía de la ciudad de Santander.

Dicho periódico le dedicó también un obituario digno de destacar: "En la madrugada de ayer ha fallecido en Santander quien era nuestro amigo particular, el respetable señor don Críspulo Ordoñez Abadía a quien, no obstante la distancia que en ideales políticos le separaba de nosotros, profesábamos la estimación a que sus buenas prendas, unánimemente reconocidas, le hacían acreedor. El señor Ordoñez Abadía era navarro por naturaleza, pero su larga estancia en Santander le había hecho compenetrarse hondamente con los intereses que a nuestra provincia afectan, pudiéndosele ya considerar como un paisano. Sus coterráneos tenían en él, en Santander, un cariñoso y decidido protector, a quien no en balde podían acudir en todas ocasiones.
En política pertenecía al partido conservador.
Ha sido el señor Ordoñez concejal del Ayuntamiento de Santander, pero donde durante más años representó a este distrito ha sido en la Diputación provincial, siendo el diputado más antiguo de cuantos componían la Corporación, y habiendo ocupado el cargo de presidente de la misma, que abandonó en diciembre último. Su administración, cuando dejó la presidencia, fue elogiadísima por todos sus compañeros, sin distinción de matices políticos. 
Es recordada también su labor como presidente de la Asamblea de Diputaciones que le valió del Gobierno el nombramiento de jefe superior honorario de administración civil.
A la atribulada familia del señor Ordoñez hacemos presente hoy, con toda el alma, nuestro pésame muy sentido y cordial".

Recibir este tipo de elogios de quien se reconoce oponente en sus ideas políticas da muestras de la valía personal y humana del carcarés y según se desprende de dicho artículo, los paisanos de su pueblo natal que acudían a Santander lo buscaban para saludarlo o pedirle apoyo. 

Y queda aún por citar a Anastasio, el último de los hermanos Ordoñez Abadía.

ANASTASIO ORDOÑEZ ABADÍA

Anastasio, el más pequeño de los hermanos Ordoñez Abadía, nació en Cárcar el día 27 de abril del año 1848; hizo los estudios elementales en su pueblo natal y los de Bachillerato, al igual que su hermano Críspulo, en Pamplona; en el año 1873 se trasladó a la Facultad de Farmacia de la Universidad Central para conseguir la licenciatura; allí estaba todavía su hermano Críspulo en su farmacia La Central de Específicos, pero pronto se irá a Santander donde para el año 1874 abrió su propio establecimiento de farmacia en el pueblo montañés de Quijano. En el año 1876 aparece como farmacéutico en el municipio de Piélagos para pasar de allí a la ciudad de Santander. Probablemente y dada la competencia tiene que volver de nuevo a Piélagos; en el año 1884 abre un nuevo establecimiento farmacéutico en la localidad de Arce, también de la misma provincia. Murió en la capital cántabra el día 2 de noviembre del año 1887 con tan solo treinta y nueve años. La prensa de la época se hizo eco del deceso.

Fue Santander el destino de estos carcareses, y el lugar desde donde se proyectaron. Antes de iniciar esta investigación yo desconocía totalmente el recorrido de sus vidas, ¿las conocías tú?


                     Investigación y redacción: María Rosario López Oscoz

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Fuentes: 
-www.academia.edu. Las tesis doctorales de Farmacia defendidas en España. Catálogo de tesis.
-ALEGRE PEREZ, Mª Esther; MONTERO PARRA, Mª del Pilar. El Colegio Oficial de Farmacéuticos de Santander / Cantabria (1878-2015). Pag. 208. Ciencia y Profesión. El Farmacéutico en la Historia. E. Moreno, A. Ramos, A. González
-Archivos Pares. Archivo Histórico Nacional. Fechas 1869/1882. Universidades, 1122, Exp.11 
-COLL Y PUIG, Antonio María. Guía Consultor e Indicador de Santander y su Provincia. Año 1892
 -(El Aviso, 11-IX-1894.) Fuente, Rafael Gutiérrez Colomer. Santander 1875-1899. Institución Cultural de Cantabria. Centro de Estudios Montañeses. Diputación Provincial de Santander. 1973.
-familysearch.org
-www.farmaciapuebla9.com 
-La Diputación Provincial de Santander. desdesdr.eu 
-Los farmacéuticos de Santander. Biblioteca Virtual de la Real Academia Nacional de Farmacia. bibliotecavirtual.ranf.com
-La Columna. Hemeroteca digital. hemerotecadigital.bne.es
-MONTERO PARRA, Pilar. Historia de la Farmacia en Cantabria en el Siglo XIX. Madrid. 2016.
-Retrato de Críspulo Ordoñez. Reproducción de la lámina de la Enciclopedia farmacéutica de Mariano Pérez Mínguez editada en 1888-1889, Apéndice biográfico al final del vol. 3. Real Academia Nacional de Farmacia. 53 x 49mm
-Revista Científica y Profesional. Periódico Consagrado a la Defensa de los Intereses de la Clase Farmacéutica Española. Nº47. 23-11-1893. Director Francisco Marín y Sancho
-RIVAS MORENO, “El Ahorro en España, Mis Instituciones”. Biblioteca de la “La Cooperación”. Vol. IX. Sevilla. 1913. Pag. 14. Est. Tip, de J. Santigosa, S. en C., Albareda, 45 Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha.