sábado, 2 de mayo de 2020

DOMINGO ANTOMAS, escritor y teólogo jesuita en Chile


Jesuita en la América indígena. Foto: Aleteia.org

La vida de este desconocido carcarés nos va a situar en singulares momentos históricos del siglo XVIII y en los tristes sucesos que de él se derivaron. Aunque su historia no haya trascendido hasta hoy en su pueblo, fue el P. Antomas un jesuita muy reconocido en Chile y entre los de su orden. Ya en 1850, el sacerdote e historiador chileno José Ignacio Eyzaguirre decía de él: "El nombre de Domingo Anthomas es muy célebre en la historia de Chile por los recuerdos venerandos que lleva consigo de virtudes preciosas y erudición espiritual vastísima". Tan rotunda frase me ha incitado a indagar con entusiasmo en el personaje y esta es la biografía que sobre él he logrado confeccionar.

Domingo (Antonio) Antomas y Sádaba era hijo de Juan Domingo de Antomas y María Teresa Sádaba Martínez, esta última, hija de Joseph de Sadaba Piudo y Teresa Martínez Chocarro. Nace Domingo en Cárcar el día 13 de junio del año 1723 siendo el segundo de ocho hermanos. Su padre era escribano real y, hacia el año 1728, con cuatro de sus hijos ya nacidos, se traslada a vivir a la población de Cortes de Navarra para hacerse cargo de la administración de los bienes que poseía en esta localidad Antonio de Idiáquez y Garnica, duque de Granada de Ega, marqués de Cortes y Conde de Javier. Solo en Cortes, poseía este noble unas ocho mil robadas de regadío y diecinueve casas, a las que se sumaban los innumerables bienes repartidos por todo Navarra, incluidos el Castillo de Javier, el Palacio de Cortes y el Palacio de los Reyes de Navarra de Estella, de los que en buena parte también se haría cargo Juan Domingo. Cinco años permanece la familia Antomas en Cortes, para regresar a Cárcar, donde nacerá el último de los hijos. Poco después, y para atender a los intereses del duque, el escribano se instala con su familia en Pamplona, aunque ya para entonces había pasado Domingo toda su infancia y parte de adolescencia en Cárcar, y una pequeña parte en Cortes.
 
Castillo de Cortes. Imagen: Diario de Navarra

Uno de los hijos del duque de Granada de Ega se llamaba Francisco Javier Idiáquez y Aznarez de Garro, que fue un jesuita muy notable, rector y Provincial, y al que se le propuso como General de la orden. Seguramente este jesuita influyó en el ánimo y vocación de Domingo, ya que ingresa este en la Compañía de Jesús de la Provincia de Castilla el 11 de abril del año 1739 (con dieciséis años), y llevaron ambos unas vidas bastante paralelas, especialmente en esa primera época de la formación del carcarés, mientras Idiaquez era profesor. Domingo hace el noviciado en Villagarcía de Campos (Valladolid) y los primeros votos los emite el 12 de abril de 1741. Estudia filosofía en Palencia y Teología en la Universidad de Salamanca. 


Universidad Pontificia de Salamanca. Aula Magna

El día 10 de noviembre del año 1747, siendo todavía estudiante, se embarca Antomas rumbo a la América virreinal, primeramente a Buenos Aires. Cinco meses después, el 27 de abril de 1748, recibe en Santiago de Chile las órdenes sacerdotales de manos del obispo Juan Bravo del Rivero.
 
El 27 de abril del año siguiente, es nombrado el P. Antomas profesor de Filosofía y Teología en el Colegio Máximo San Miguel en Santiago; se dedicó con empeño a sus otras funciones de predicador y confesor. Se ofrece por voluntad propia  al entonces administrador y gobernador del Reino de Chile, Antonio Guill y Gonzaga, para que ser destinado a misionar a los indios promaucaes, y a la isla de Juan Fernández. Decía el padre Antomas que quería prestar auxilios espirituales a aquellos infelices que no oían jamás la Palabra de Dios por falta de sacerdotes, ya que nadie había ido todavía allá en misión. Su petición fue escuchada y allí se marchó, pero su estancia se prolongó apenas un año. 
Promaucaes llamaban los incas a los indígenas que no se querían someter a su dominio y que habitaban en una zona concreta de la Cuenca de Santiago (entre los ríos Maupo y Maile). La traducción de promaucae parece ser que significa "enemigos salvajes"


Prototipo de etnia promaucae. indigenasenchile.blogspot.com 

Estando en esa misión, el P. Antomas  escribe un libro titulado: Arte de Perseverancia Final en Gracia, para que las almas que aún no han pecado, y las que después del pecado hicieran verdadera penitencia en alguna Misión o Santos Ejercicios, puedan conservarse en gracia hasta la muerte. Este libro, que consta de doscientas dos páginas, fue impreso en el año 1766 en la Imprenta de Lima de la calle de la Encarnación, y se lo dedicó Antomas a la Virgen María Santísima de la Luz. Él mismo expresa los motivos que le movieron, tanto a misionar, como a escribir este libro“inspirasteis también, poco ha, a nuestro muy ilustre Gobernador y vuestro gran devoto el señor D. Antonio Guill y Gonzaga, ya el que en este reino de Chile empezase a fundar algunas congregaciones en honor vuestro, como lo había hecho en otras partes, ya también para que enviase apostólicos misioneros a la isla de Juan Fernández donde, con ser bien grande la necesidad de sus moradores, jamás se había hecho misión alguna. Hicisteis, en fin, que para esta empresa fuese destinado éste vuestro inútil siervo y, allí, después de varios prodigios que obrasteis a favor de los pecadores, le favorecisteis de modo que, falto de libros, lleno de estorbos y sobrado de incomodidades, dispuesto este pequeño Arte que dirigieses a la final perseverancia”.


Portada de la última edición del libro del P. Antomas

El carcarés divide la obra en tres partes, que separa a su vez en otros tres capítulos, y  se esmera en redactarlo con un estilo sencillo para que sea  entendido por todo tipo de personas, cosa que consigue.

En su crítica al libro, el P. José Toribio Medina afirma que, “ilustrando sus doctrinas con ejemplos deducidos de los hechos ordinarios de la vida, habla con tono persuasivo y familiar; es amable y sabe seducir pues no se encuentran en su libro las amenazas del Infierno tan frecuentemente insinuadas por otros escritores de su índole, ni el prisma engañador de exageradas promesas…” .

Se hizo una segunda edición en Madrid en el año 1807.
 



Contraportada del libro: Arte y Perseverancia....

Ya de vuelta a la capital chilena, el P. Antomas escribe: Relación del viaje a la isla de Juan Fernandez, y del fruto que de ella se hace, que no se llegó a imprimir, y Colección de Sermones Panegíricos y Morales, que quedó también inédita. En la ciudad de Santiago de Chile el P. Antomas fue director espiritual de los monasterios femeninos de El Carmen y de Santa Rosa. 

A propuesta del conde de Campomanes, y por motivos meramente políticos, el rey Carlos III decreta en el año 1767 la expulsión de los jesuitas de sus dominios, acusados de ser los instigadores del llamado Motín de Esquilache; por este motivo toda la Orden al completo tuvo que exiliarse, incluidos los que se encontraban en la España virreinal. 



Expulsión de los jesuitas. Grabado. revistamito.com

Así es que el Padre Antomas también tuvo que salir de Chile junto con otros  trescientos cincuenta y un compañeros. Este numeroso grupo chileno es traído a España, para  ser llevado posteriormente a Mantua y terminar en la ciudad de Imola, situada en los Estados Pontificios. Una vez allí se intentan adaptar a su nuevo y penoso estado, ocupándose principalmente en tareas de enseñanza; aunque, como su situación es precaria, languidecen ante la imposibilidad de ejercer su magisterio sacerdotal, ya que no se les permitía ni celebrar misa, ni administrar los Sacramentos, según otro decreto promulgado por del Papa Clemente XIV.

CARTA DEL P. ANTOMAS A UNA DIRIGIDA
Estando ya en Imola dio respuesta a una carta, quizá verdadera, quizá imaginaria, pero el caso es que la carta pasó a la imprenta. Dicha misiva iba dirigía a una señora marquesa a la que se dirige con la inicial N., señora de la que al parecer era capellán. Por lo que se desprende de su contenido, esta marquesa había ayudado al jesuita en esos delicados momentos: "Muy señora mía y mi apreciada favorecedora. Cuando mi espíritu débil y cercado de pasiones suspira por los amables objetos que me hizo abandonar la providencia, puedo asegurar con verdad que no es V.S. (vuestra señoría) quien tiene menos parte en mi corazón. Llegué a España falto de conocimientos y cuando aguardaba todas las calamidades consiguientes a los hombres que vivían en desgracia del mejor de los Monarcas, V.S. con una generosidad digna de sus virtudes, auxilió a este miserable bendiciendo su nobleza los temores de la opinión pública"

Al parecer, la marquesa ya le había enviado anteriormente otras misivas a Mantua, pero como hora el P. Antomas había sido llevado a Imola, no las había recibido. Esta marquesa era al parecer muy rica: "Bien veo que la ilustre casa de V.S. descolla entre los más altos capiteles de la opulencia de España"Viuda, en edad avanzada, sin hijos ni familia inmediata. la marquesa le había pedido consejo a este religioso ya que tenía intención de recogerse en un monasterio para vivir de modo secular, y dejar sus bienes a cargo de su administrador "para disponer de ellos a la hora de su muerte según las piadosas intenciones que tiene meditadas" .

El P. Antomas da su aprobación en cuanto a ingresar en el monasterio "porque en el estado actual de la Europa me parece difícil la tranquilidad en el siglo; siempre los cumplimientos de etiqueta, debidos a la dignidad de los grandes señores, la conservación de ciertas amistades y tertulias, de que no se puede prescindir, etcétera, han sido los enemigos de la paz y el sosiego, con que, el estado actual de las cosas le hace casi imposible". Pero pasa ahora al segundo de los puntos: "Espere V.S. que he de hablarle con la mayor ingenuidad: este es mi carácter, y aunque por desgracia no lo fuera, mi edad, mi estado y mi delicado cargo en que V.S. me pone, me obligarían a responder sin disimulación ni miramiento(...) "pero en cuanto reservar para el punto de la muerte las disposiciones que me anuncia, jamás será de mi dictamen". Y da sobradas razones, pues opina que cuando la persona está para morir es cuando menos lúcida está y más se puede dejar persuadir por otros: "crea V.S. y crea a un hombre que tiene bastante experiencia, que cuando uno está enfermo nada más resuelve que lo que tiene la codicia de sus parientes y allegados. Entonces, todo el mundo está solícito, porque casi todo el mundo es ambicioso". Y añade que llegado a los últimos momentos: "En fin, todas las facultades se reparten, ya entre los dolores que nos atormentan, ya en el amor a la vida que se va a perder, ya en la dura separación de las cosas que nos han poseído el corazón, y, sobre todo, en el temor del gran paso a la eternidad (...) y a todo esto se une las sugestiones de los asistentes para acabarlo de oprimir. Todos tratan de su interés: cual hace uso de las lágrimas, cual supone más obligaciones mal fundadas, o que no existen, y hasta desde el ministerio de la Religión se abusa con fines ambiciosos". Concluye: "Decía pues, Señora, que nada hay mas peligroso que no aprovechar los momentos de salud y tranquilidad para formar unas buenas disposiciones. Esto es señora lo que me parece a la consulta de V.S.. Puedo haber errado por no comprender su mente, pero V.S. suplirá lo que faltare, o si juzgare útil podrá proponerme las objeciones que hallare conveniente".
  
La carta estimo por su contenido que es una reliquia, no solo por ella en sí, sino por lo que supone para un acertado conocimiento del carácter del jesuíta carcarés. Esta misiva, que ocupa nada menos que veintiún páginas, se custodia en la Universidad de Harvard, aunque se puede leer completa en el siguiente enlace: https://curiosity.lib.harvard.edu/latin-american-pamphlet-digital-collection/catalog/43-990039525800203941

OTROS LIBROS DEL P. ANTOMAS
Será en este escenario de Imola donde el P. Antomas escriba su cuarto y último libro; este tiene una extensión de ciento tres páginas y el tema principal se centra en el Apocalipsis de San Juan. Su largo título en latín comienza así: Christianus huius seculi (…). que traducido al castellano su título completo sería: El cristiano de este siglo, iluminado e instituido divinamente por la Carta de Nuestro Señor Jesucristo, escrita en el capítulo 3º del Apocalipsis a todos y cada uno de los Ministros de Dios, que por su cargo, instituto o caridad, tiene la cura de almas, y por ellos va encaminada a todas y cada una de las Iglesias de Cristo, Comunidades y Congregaciones. La expone el presbítero y teólogo señor Antomás.
De este libro se hizo en Bolonia una segunda edición en el año 1786 en la imprenta de Saxo.


Portada del librito Christianus...

Mucho debieron de sufrir en el exilio estos sacerdotes. En Bolonia, el P. Francisco Javier Idiaquez (su mentor antes citado), como Superior de la orden, intentaba paliar de algún modo la situación que estaban padeciendo con las aportaciones económicas que les proporcionaba su adinerada familia; sin embargo, la angustia que les embargaba a todos ellos se intuye a través de las cartas que uno de ellos enviaba periódicamente a su familia; este era el jesuita y teólogo chileno, padre Manuel Lacunza y Díaz (Santiago de Chile, 1731-Imola, 1801). El padre Lacunza había profesado en Chile en el año 1766, justo un año antes de decretarse la expulsión de su Orden. Lacunza fue una figura muy discutida pues, inspirado en la corriente Milenarista, escribió estando en esa ciudad italiana el polémico libro: La venida del Mesías en gloria y majestad, que en su momento fue prohibido por la Inquisición. 

A lo largo de esas cartas, Lacunza relata el  lamentable estado psicológico en el que se encuentran, y cómo era el transcurrir diario de sus vidas. Gracias a esto se puede saber también como se encontraba el fraile carcarés.  

Manuel Lacunza. Foto: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Asegura Lacunza que se sienten deshonrados, injuriados y calumniados: “nos vamos muriendo en silencio y en paciencia debajo de la Cruz”. El día 9 de octubre del año 1788, dirige una carta a su madre y a su abuela, donde apunta: Por acá todo está quieto respecto de nosotros. Todos nos miran como un árbol perfectamente seco e incapaz de revivir o como un cuerpo muerto y sepultado en el olvido: casi todas las cortes nos son contrarias, unas por un motivo, otras por ninguno. Entre tanto nos vamos acabando. De 352 que salimos de Chile, apenas queda la mitad, y de éstos los más están enfermos o mancones, que apenas pueden servir para caballos yerbateros/.../ Acaba de morir Ignacio Ossa, hermano de doña María, el otro hermano, Martín, ya murió cerca de tres años ha. Antomas, aunque siempre fue loco tolerado, ahora está del todo rematado, ha estado en la loquería pública, más como no es loco furioso lo tenemos ahora entre nosotros, aunque encerrado con llave, porque ya se ha huido”. Cartas del Padre Manuel Lacunza.  pag. 215. Juan Luis Espejo.

Un valioso documento este que hiela la sangre y donde hace saber que el P. Domingo Antomas se había vuelto loco y en su locura había intentado huir de su triste situación. Al parecer, en una de esas huidas llegó hasta Francia. Walter Hanisch Spínola en su libro titulado: Itinerario y Pensamiento de los jesuitas expulsos de Chile (1767-1815),  especula sobre este punto, seguramente de forma certera, “tal vez con deseos de llegar a Navarra su tierra natal”.

Estremece pensar en las veces que debió pensar en huir, buscando desesperadamente el amparo de su familia; aún cuando esto suponía arriesgarse a ser detenido y a perder incluso la pequeña pensión que se les había asignado. Sería de verlo escondido y agazapado por montes y caminos,  salvando todo tipo de obstáculos, buscando con anhelo llegar a Cárcar, su patria chica, y el amparo de los suyos.
Lo cierto es que lo descubrieron y lo devolvieron de nuevo a Imola, donde demente y muy probablemente a consecuencia de su triste situación acabó sus días el P. Antomas un 17 de enero del año 1792, a la edad de setenta años, según según asegura Herman Schewember,  en el libro Las Expulsiones de los Jesuitas, o los Fracasos del Éxito.

La primera obra de Antomas: Arte de la Perseverancia Final en Gracia, se ha reeditado recientemente y se puede adquirir por medio de la empresa de comercio electrónico Amazon.

Los padres de Antomas, Juan Domingo y Teresa, fundaron un aniversario en Cárcar con limosna de medio ducado. Y otro aniversario más para el día de Santa Teresa (15 de octubre), poniendo por hipoteca una casa de su propiedad que lindaba con la del herrero Juan Laserna y por el otro lado con la del padre de Teresa, que en ese momento era ya difunto y pertenecía a los herederos. por lo que se deduce que se les recordó en Cárcar hasta muchos años después de morir.

Y, finalmente, a dos años de cumplirse trescientos de su nacimiento, traigo a luz la semblanza de este escritor y fraile jesuita que salió un día de su Cárcar natal y acabó desterrado y loco, añorando alcanzar su patria y el cariño de los suyos. 
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Investigación y redacción: María Rosario López Oscoz

Bibliografía:
-CALDERÓN DE PUELLES, Mariana. Contado con los Malvados. Retórica y Milenarismo en Manuel Lacunza. Universidad Nacional de Cuyo. 10 pag. 215 
-FERNÁDEZ ARRILLAGA, Inmaculada. Crónicas inéditas de Jesuitas expulsados por Carlos III (1767-1815). Universidad de Alicante. 2013. Pag. 85
-HANISCH ESPÍNDOLA, Walter. Los jesuitas expulsos en Chile 1767-1815. Andrés Bello. 1972. Pag. 123.
-SCHEWEMBER, Herman. "Las Expulsiones de los Jesuitas, o los Fracasos del Éxito. J.C. Saez, editor. 2005.
-SEPERIZA PASQUALI, Iván. Lacunza el Milenarista. Mundo Mejor nº 65. Quilpué, Chile. 2001.
-TORIBIO MEDINA, José. Historia de la Literatura Colonial de Chile. Tomo segundo. Imprenta de la Librería del Mercurio. Santiago de Chile. 1878.
-TORIBIO MEDINA, José. Imprenta en Lima. Educación. 2013. Pag. 570
-VIRTO IBAÑEZ Juan Jesús. Tierra y nobleza en Navarra (1850-1936). Gobierno de Navarra, departamento de Educación y Cultura. Año 2002

http://indigenasenchile.blogspot.com/2008/05/promaucaes.html
https://haimbhausenveas01.blogspot.com/2014/08/cartas-del-padre-manuel-lacunza-y-diaz.html
-http://www.fondazioneintorcetta.info/pdf/biblioteca-virtuale/documenti_1/Storni.pdf

10 comentarios:

  1. Aún vivió años con todas las penurias pasadas.
    Buen trabajo Charo.
    El apellido Antomas, sigue en Peralta.

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    1. Gracias Pedro. Si, alcanzó cierta edad para la época, lo que le generaría más sufrimiento, seguramente.
      Como bien dices, el apellido Antomas parece que se afianza en Peralta, y estoy casi convencida de que el padre vino de allá como escribano real (notario)a ejercer a Cárcar. En próximas visitas al archivo lo trataré de averiguar...

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  2. Cada vez me impresionas mas. Enhorabuena.

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    1. Gracias Miguel Javier por tus amables palabras. Lo sorprendente es que este personaje no haya salido a la luz antes. Es costoso tomar datos de aquí y de allá y formar con todos ellos estas pequeñas (o grandes) historias, por eso anima mucho saber que hay personas que valoran este trabajo.

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  3. Bien merecido tu artículo para este carcares que dejó esos interesantes textos. Para escribir en aquellos años debía de ser muy bueno!

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    1. Gracias Agustín. En el 2017 se reeditó uno de estos libros, y en Cárcar no sabíamos nada de la vida de este hombre. Pero, ya ves, nunca es tarde ;-)

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  4. Impresionante trabajo, reitero mis agradecimientos por acercarnos la historia de Cárcar.
    Gracias

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    1. Muchas gracias, Juan Ignacio. Se agradece saber que hay personas que se interesan por el trabajo que estoy realizando.

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  5. Todo lo que leo es impresionante. Gracias por dedicar tiempo, trabajo, interés, etc. a todo esto, para que los demás lo podamos leer con toda facilidad. Muchas gracias prima.ANIMO LO HACES MUY BIEN

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    1. Un abrazo, Isidro. Agradezco mucho tus palabras. El esfuerzo es grande; espero que merezca la pena...

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