En esta segunda entrega sobre los arquitectos de Cárcar voy a abordar a un personaje prácticamente desconocido: Antonio Eizaguirre.
Antonio de Eizaguirre Igúzquiza nace en Cárcar el día 4 de abril del año 1734. Era hijo de Joseph de Eizaguirre y María de Iguzquiza Balduz; estos se habían casado en Cárcar el día 30 de abril del año 1728. El apellido Eizaguirre aparece en algunos documentos escrito como Izaguirre.
Antonio era primo carnal de Tomás Antonio Martínez de Puelles Igúzquiza, arquitecto citado junto a su padre en una anterior entrada de este blog, ya que las madres de ambos eran hermanas. Cabría la posibilidad de que el joven Antonio se pudiera haber formado junto a su tío Tomás Martínez de Puelles, aunque tampoco serían descartables otras hipótesis. Lo cierto es que Antonio se educa y especializa en el difícil arte de diseñar y construir retablos de iglesias y el tallado de imágenes en un momento en el que el estilo rococó se estaba ya imponiendo como culminación del barroco. Era una época en la que la mayoría de parroquias querían poseer algún retablo de esa nueva tendencia por lo que a estos maestros se les multiplicaba las contratas. No hay muchos datos de los trabajos que realizó Eizaguirre pero sí que lo hace en compañía de otros arquitectos, por lo que estos serán de autoría compartida.
Dado el trasiego y lo mucho que estos personajes se tenían que mover por distintos pueblos, no es extraño que Antonio encontrara esposa fuera de su Cárcar natal; y así, el día 16 de agosto del año 1759, a la edad de veinticinco años, se casa en la iglesia de san Mamés de Oteo (Alava) con Juana de Ona y Gómez de Segura (Oteo, 19-4-1730), hija de Juan Bautista de Ona y Juana Gómez de Segura. Los Ona eran una acomodada familia alavesa que a partir de ese momento se mantuvo muy unida a Cácar; varios de los hermanos Ona se casaron y afincaron en esta localidad. Uno de ellos, Tiburcio, diez años más joven que su hermana Juana, se casó en Cárcar con María Arbizu y Ruíz, hija de José y Josefa, y otro de los hermanos, Fausto, también tiene visos de haberse asentado en este pueblo.
Tiburcio de Ona y Gómez de Segura, como hombre hacendado y linajudo, plantó su solar en Cárcar defendiendo el proceso que probaba su hidalguía, lo que le permitió colocar sobre la fachada de su casa de la calle Portal, un soberbio escudo de armas, bellamente ejecutado en alabastro y que todavía se conserva en bastante buen estado.
Antonio Eizaguirre y Juana se quedaron a vivir durante un año en Oteo; al año siguiente, el día 19 de octubre del año 1760, nació el primero de los hijos al que pusieron por nombre Francisco Antonio aunque se le llamará Antonio, como a su padre. Hasta no hace muchos años existía en los pueblos la costumbre de que, al casarse, la nueva pareja viviera durante un año en la casa paterna de la esposa, y es posible que así ocurriera en este caso, ya que enseguida se trasladan a vivir a Cárcar donde se asientan definitivamente y donde nacen el resto de los hijos: Isabel, Juana Benita, Florentina Benita, Blas Francisco y Nicolás Jacinto Eizaguirre y de Ona.
Antonio de Yzaguirre Iguzquiza fue arquitecto y maestro escultor y se le relaciona junto a otros dos arquitectos: Francisco Javier Coll y Miguel López de Porras. El primero, Francisco Javier Coll y Suso (Viana, 1717-1787), era hijo de Jerónimo Coll un afamado arquitecto y escultor natural de Viana que se formó en el taller de su suegro, Juan Bautista de Suso; por su parte Miguel López de Porras era un escultor y arquitecto alavés, nacido en la zona de Campezo lugar donde posteriormente realizó interesantes trabajos; a lo largo de su vida residió en Torres del Río, Cabredo y Viana. El posible que la vida laboral de López de Porras y la de Eizaguirre corrieran parejas desde sus inicios.
Aunque es bastante escasa la documentación encontrada de las obras en las que actuó Eizaguirre, está confirmado que entre los años 1771 y 1774 realizó junto con Miguel López de Porras los retablos del Corazón de Jesús y la Virgen de Nieva de la iglesia de San Andrés de la localidad navarra de El Busto; el tallado de las imágenes corrió a cargo de Francisco Javier Coll.
En el año 1776, Eizaguirre y López de Porras hacen también los retablos de la Virgen de Nieva (hoy Dolorosa) y del Santo Cristo de la parroquia de Santa María de Armañanzas. Todo ello de bella traza y en el pujante estilo rococó tan en boga en aquella época.
Retablo del Santo Cristo. Armañanzas. Foto: Héctor Arratibel
Probablemente realizó muchas más obras pero de momento no tengo constancia. En los archivos parroquiales de Cárcar se conserva una factura emitida el día 24 de diciembre del año 1801 por Antonio Eizaguirre, en calidad de maestro albañil, a cuenta de los trabajos realizados en las obras que se estaban llevando a cabo en dicha parroquia. Vistas las fechas, y al no constar el segundo apellido de este Antonio, se entiende que se trata de Antonio Eizaguirre y de Ona, hijo del anterior. Este, que era el primogénito, se había casado también en Cárcar el 28 de mayo de 1785 con Josefa Bravo Sádaba, hija de Antón Bravo Corroza y Josefa Sádaba Martínez,
Y es que entre los años 1790 y 1802 se hizo en la iglesia de Cárcar una última gran restauración, comenzando por una ampliación de la nave hacia los pies del crucero y añadiendo una capilla que vendría a denominarse de los Santos Pasos, ya que ahí se guardaban los pasos que procesionaban en la Semana Santa. Esta obra se adjudicó al arquitecto local Ildefonso de Arbizu Brabo, pero a raíz de una serie de problemas Ildefonso no la llegó a terminar. Es por eso que el cabildo de la parroquial echó mano de un renombrado arquitecto del momento: Francisco de Sabando y Corcuera (Labastida 1743). Este maestro se había formado en Madrid en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y destacó más tarde por imponer, abandonando ya el estilo rococó, los nuevos usos arquitectónicos neoclásicos. Su papel en las obras de Cárcar consistieron en terminar esa capilla de los Santos Pasos, cambiar la estructura de la torre (la anterior era de planta octogonal con chapitel –parecida seguramente a la de Lerín, y que al parecer se había hecho no hacía muchos años), construir la sacristía, hacer el atrio, el enlosado del pavimento y las escaleras para bajar a la plaza.
Detalle factura que presenta Eizaguirre. Archivo Parroquial de Cárcar
El cometido de Eizaguirre en esta obra parece que fue diverso ya que actúa tanto de albañil como de maestro carpintero. Entre otras cosas, Eizaguirre se hizo cargo de colocar los andamios para que Sabando actuara en la torre. Contrató también a una cuadrilla de trabajo, entre los que se encontraba uno de sus hijos, -“mi chico” lo llama-, para echar tierra, que habían subido con la ayuda de tres caballerías, y cubrir el suelo de la iglesia y tapar así las sepulturas recubriendo los cadáveres “que causan edor”. Esto último punto no debió de hacerlo a gusto de Sabando pues este se queja en una carta al ecónomo de que le habían echado poca tierra a las sepulturas y el olor a muerto subía a la nave. Lo cierto es que Sabando enviará varias misivas al cabildo, no solo para reclamar sus honorarios, que al parecer se demoraban en el tiempo, sino para dar instrucciones sobre errores que había advertido en las obras.
Para llevar a cabo todas estas tareas, Eizaguirre elaboró y colocó ventanas, mesas, bastidores; encoló cajones, errajes, puso la tarima, tubos, clavos; utilizó tachuelas doradas, enceró la mesa de la sala capitular, compuso la escalera y un sin fin de detalles que se precisan en este tipo de obras y que se detallan en la factura de marras.
Concluida la obra, se encargaron también de quitar el polvo de “todos los retablos, sillería, órgano, paredes y pavimento”, usando para ello escobas arpilleras. El montante de sus honorarios, más los jornales de los peones contratados, incluidos tres oficiales carpinteros y un empedrador (que se habían desplazado a tal fin desde Calahorra), ascendían a setecientos sesenta y dos reales fuertes y diecinueve maravedíes, según factura presentada el día 24 de diciembre del año 1801.
El apellido Eizaguirre siguió presente en Cárcar hasta bien entrado el siglo XIX para perderse finalmente por línea femenina. Quede pues aquí constancia de esta familia de artesanos que con su trabajo contribuyeron a hacer más bello el patrimonio de los lugares allá donde actuaron, incluido su pueblo.
Investigación y redacción María Rosario López Oscoz
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Fuentes:
-Archivo parroquial de Cárcar
-AZANZA LÓPEZ, José Javier. LOS ARCOS Y SU DISTRITO: TRES SIGLOS ENTRE DOS REINOS (1463-1753) Armañanzas: tras las huellas de su iglesia, retablos y casas blasonadas. Universidad de Navarra. 2016
- familysearch.org
-FERNÁNDEZ GRACIA Ricardo, Director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro. Los trabajos y los días en el arte navarro (25). Protectora contra rayos y centellas: la Virgen de Soterraña. 18/05/18 Publicado en Diario de Navarra
-FORTÚN PÉREZ DE CIRIZA, Luis Javier. Historia de Cárcar. Pag. 50. Cárcar, Historia, Vocabulario y Plantas. E. Mateo, L.J Fortún, J.A. Díaz de Rada, M.C. Pardo. 2002
-Gran Enciclopedia Navarra. http://www.enciclopedianavarra.com/?page_id=12037
-LABEAGA MENDIOLA Juan Cruz: Juan Bautista de Suso, escultor barroco, y sus colaboradores.
De nuevo me dejas admirado.
ResponderEliminarGracias, creo, que de parte de todos los carcareses
Muchas gracias Miguel Javier por tus amables palabras; quiero mucho a nuestro pueblo y este sería mi modo de agradecimiento. Además, este pueblo es una fuente inagotable en sus personajes...
EliminarExtraordinario prima, que fácil es leer así. Gracias por tu trabajo.
ResponderEliminarMuchas gracias Isidro. ¡Un abrazo!
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