MANUEL DE ALBENIZ Y SENOSIAIN, fue uno de los primeros organistas, si no el primero, que tuvo la parroquia de San Miguel de Cárcar desde que se construyera el nuevo órgano, obra de Joseph de Mañeru. Este lucía en una nueva ubicación, en contraposición al anterior que había estado justo enfrente. Fue Manuel el organista de Cárcar al menos desde el año 1772 hasta un período no inferior a veintiocho años, o, lo que es lo mismo, durante toda su carrera profesional. Tras pasar el examen previo, llegó Manuel con su familia a Cárcar procedente de Estella, donde había nacido el día 16 de julio del año 1740. Al día siguiente de nacer fue bautizado en la iglesia de San Juan Bautista y se le impuso el nombre de Manuel Antonio. Su padre era Matheo de Albéniz y de Olaberri y su madre Manuela Senosiain y Sotes.
Había empezado Manuel su andadura profesional en la parroquial de San Pedro de la Rúa de la capital del Ega, como así se ve en los documentos del año 1768. Un año antes, el día 21 de abril de 1767, se había casado en la iglesia de San Miguel de esa ciudad con una joven llamada Francisca Xaviera de Goñi y Galdeano, hija de Rafael y María Josefa. Manuel y Javiera vivieron al principio en Estella donde el día 6 de diciembre del año 1769 tuvieron su primera hija, a la que bautizaron en la iglesia de San Pedro y le pusieron el nombre de María Vicenta Nicolasa. Más tarde, y tras previo examen, Manuel consigue plaza como organista en la parroquial de Cárcar, y será ya en esta población donde nazca el 18 de enero de 1772 la segunda de las hijas, a la que pondrán el nombre de Petra Josefa. Después nacerán (también en Cárcar) Xavier Balthasar y María Ramona Manuela, en los años 1775 y 1779, respectivamente.
Detalle del órgano
En 1782 sigue figurando Manuel entre los pagos de las cuentas de la parroquial de Cárcar; en ese año recibe del ecónomo la cantidad de ciento cincuenta y dos reales fuertes en concepto de salario: “Entregué al organista D. Manuel de Albeniz 152 reales fuertes a cuenta de su salario”. En el sueldo iba incluida también la enseñanza de música a los infantes y la formación y mantenimiento del coro; el cabildo se hacía cargo del calzado del organista, y era el zapatero local el encargado de hacerle los zapatos nuevos.
Debió estar a gusto el organista, así como su familia. Este era un oficio muy respetado y sin duda que serían bien aceptados, y también el cabildo satisfecho del trabajo del artista. Había mucha faena en Cárcar. Ocho o diez presbíteros, incluido el párroco, componían el cabildo parroquial. Muchas misas solemnes en las que tocar y muchos funerales. Ensayos, clases de canto para formar y mantener el coro. El órgano sonaba maravillosamente y el cabildo deseaba sacarle partido al flamante "Mañeru" . No se conformaba con los cantores locales, quería un coro de prestigio del que se hablara en el contorno. Así que llegó Celestino.
Ligado en Cárcar a Manuel de Albéniz estaba CELESTINO VILLALÓN MUGARTEGUI; este había nacido en el Casco Antiguo de Bilbao siendo bautizado en la Iglesia catedral de Santiago el día 6 de abril de 1783; hijo de Fernando Ramón y María Vicenta, se destacó como contralto o contratenor para música de capilla. Según asegura Fernando Abaunza en el Diccionario de músicos vascos, Celestino ejerció su profesión en iglesias de La Rioja y Navarra, pero no especifica en cuáles. En la parte navarra se refiere sin duda a Cárcar, ya que Celestino se casa en esta localidad el día 26 de octubre del año 1800 con la hija mayor del organista, Manuel de Albéniz.
Llama la atención que Vicenta tenía en ese momento treinta y un años de edad y Celestino tan solo diecisiete; una respetable diferencia de catorce años, siendo además él el más joven, cosa poco habitual que daría para manejar más de una hipótesis.
Sillería del coro y facistol. Cárcar
El nuevo matrimonio seguirá viviendo en Cárcar, lo que indicaría que Celestino se afianzó en el pueblo y en su coral parroquial. ¿Había efectivamente llegado anteriormente contratado como cantor por la parroquia? ¿Se encontraba en casa del organista estudiando canto y se enamoró de la hija mayor? ¿Hubo una fuerza mayor que le obligó a casarse con la joven a pesar de la diferencia de edad? Nada de eso se podrá saber sin duda, pero lo cierto es que en Cárcar nacerán los dos primeros hijos del nuevo matrimonio Villalón Albéniz: Lorenzo, el día 18 de agosto del año 1801 y Manuel Severino que lo hará el día 8 de enero de 1803. Una tercera hija, María Thomasa Ramona, nacerá sin embargo en Santa Cruz de Campezo, el día 19 de septiembre del año 1804, lo que indicaría que Celestino luchó por promocionarse en su profesión y trabajó en otros diferentes lugares. Por fin, en el año 1807, obtiene la plaza de contralto en la capilla de música de la iglesia Catedral de Santiago de Bilbao, su tierra natural. Hay indicios de que Celestino muere joven, pero no son datos que pueda de momento contrastar.
Catedral de Santiago. Bilbao. Imagen: Barceló.com
En los pueblos de aquella época, por pequeños que estos fueran, pujaban por no quedarse atrás y todos se afanaban en conseguir para su parroquia, órganos, organistas y corales competentes, y a poder ser de relumbrón. Cárcar no fue una excepción, y a los datos me remito. Los organistas se fueron sucediendo y el órgano siguió sonando año tras año tañido por sus distintos maestros organistas, hasta quedar un día mudo. Y mudo sigue a pesar de los esfuerzos por rehabilitarlo por parte de asociaciones especializadas que sueñan con verlo restaurado, dado su valor artístico. Y no solo ellos, también a muchos del común de los mortales que nos gustaría escuchar extasiados el sonido que sale de sus tubos y trompetería; un magnífico sonido que durante siglos se propagó por todos los rincones de esa hermosa iglesia parroquial y cuyos ecos se fueron apagando poco a poco hasta quedar ahogados por el silencio.
María Rosario López Oscoz
enero de 2022
Muchas gracias Charo por certificar a través de tu blog qué tiempos pasados en Cárcar fueron de gran esplendor
ResponderEliminarResulta llamativo comprobar la importancia que se le daba al arte también en los espacios rurales. No escatimaban a la hora de buscar artistas competentes y se formaban del mismo modo en estos pueblos para ser hábiles en sus oficios. Un auténtico Siglo de Oro el que vivió Cárcar en aquella época...
ResponderEliminarTodo muy curioso y muy ilustrativo. Lástima que tengamos ese órgano empantanado. Apalausos como siempre.
ResponderEliminarEs una pena que una iglesia tan bien cuidada tenga un órgano tan valioso en tan lamentables condiciones. La ANAO (Asociación de Amigos del Órgano de Navarra) está muy interesada en recuperarlo, pero tiene que haber voluntad por todas las partes. Desde Cárcar se podría hacer fuerza también. Yo intento concienciar de su valor.
EliminarEn su tiempo fue motivo de orgullo y echaban el resto por contratar buenos organistas que sacaran lo mejor al instrumento. Había cultura musical...
Muy bien prima. Animo con tus trabajos. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Isidro. Intento dejar constancia de tantas cosas ya olvidadas. Historia de Cárcar en estado puro. Que no se olvide. Un abrazo
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