jueves, 26 de septiembre de 2024

¿SON DE CÁRCAR LOS SANTOS DE ARNEDO?

Los Santos Cosme y Damián que se veneran en Arnedo. Foto: Bibiano Esparza

SAN COSME Y SAN DAMIAN son dos santos que venera la Iglesia Católica. Eran médicos y hermanos y se significaron por ser cristianos en tiempos de persecución y prestar servicios médicos de forma desinteresada a la gente sin recursos. Hacia el año 300 d. C., fueron torturados y decapitados en tiempos del emperador Diocleciano. Su patrocinio alcanza a médicos, cirujanos, boticarios y barberos y son titulares de muchos lugares, entre ellos de la ciudad riojana de Arnedo.

Las imágenes que se veneran es esta ciudad son dos bustos idénticos de madera, por lo que no se puede diferenciar un santo del otro. Lucen cabello oscuro y abundante, así como cerradas barbas y, sobre sus cabezas, sendas coronas martiriales. Son dos tallas-relicario que a la altura del pecho contienen una pequeña cavidad acristalada donde se guarda un trozo de hueso de cada uno de estos santos. Eran al parecer muy milagreros y desde tiempo inmemorial se les tiene gran devoción, no solo en Arnedo, sino también en la zona alta de la Ribera Navarra.  Las tallas se conservan en su parroquia arnedana desde al menos el siglo XVII y hay documentos que ya hablan de ellos y de su tradicional fiesta y procesión. En un principio, y datado al menos desde el siglo XIX, estas imágenes eran llevadas en carro en fechas concretas a Navarra, introducidas en dos urnas y expuestas a la devoción de los devotos, que ofrecían en gratitud por sus milagros limosnas en forma de trigo: tantos kilos de trigo como pesara la persona que había sido sanada por intercesión de estos  médicos y mártires: “Porque se daba y se da el caso de que más devoción, mayor cariño, y mayor fe que los propios de Arnedo sentían por estos santos de medio cuerpo en Cárcar, Andosilla, Lodosa y San Adrián; de manera especial los carcarujos”. (JM Iribarren. De Pascuas a Ramos. Pag. 107).


Se pregunta Iribarren en este libro si estos santos pudieran ser realmente de Cárcar y pasaron a Arnedo en virtud de concordia, cesión u otro modo menos jurídico. Una pregunta que él mismo no puede contestar por no haber encontrado documentos que lo avalen. “El hecho es que anualmente y desde tiempo inmemorial los navarros de esta zona del Ebro, los de Cárcar, los de Andosilla y los de San Adrián, marchan a Arnedo el día de la fiesta de los Santos, los unos por promesa, los otros por costumbre y agradecimiento, y todos por un caso de devoción casi “idolátrica”. (Ibidem, pag. 108).

Asegura este autor navarro que hasta los primeros años del siglo XX, salían los romeros navarros para celebrar la fiesta de sus pueblos respectivos en caballerías en la noche del 24 de septiembre. Iban en algunos casos con enfermos a los que presentar a tan milagrosos intercesores. El 25 pasaban de largo por Arnedo para ir a Muro de Aguas donde veneraban al Cristo de Ambasaguas. El día 26 volvían a Arnedo y en una campa paraban a almorzar. Aquí ya les venían a recibir los arnedanos, que les daban la bienvenida y les ofrecían sus casas para pernoctar. Por la tarde de ese día se confesaban todos y al día siguiente participaban en la procesión y comulgaban en la misa para volver de nuevo a sus casas. 

Pero antes de volver, en el transcurso de la procesión, ocurría algo muy peculiar. Un hecho tan tradicional y clásico que constituye un número de fiesta que era anunciado en los programas, dice Iribarren, desde que estos existen. Y es que un pequeño grupo de  esos navarros, debidamente aleccionados, no solo hacen amago, sino que intentan “robar” las imágenes hasta en tres ocasiones. La primera, y siempre basándome en el relato de Iribarren, se produce en el cruce de las calles Mayor con Santa Clara. Allí se detiene la comitiva y “un hombre viejo natural de Cárcar (en tiempos el tío Cosme y después el tío Cachorro) con un librote viejo…” y vuelto del revés se dirige al clero y a las autoridades con estas o parecidas palabras: “¡Navarros hermanos! ¡Arnedanos queridos! Según cantan estos papeles viejos y como ya sabís de siempre porque hace muchos años que se os viene diciendo, los Santos son nuestros y muy nuestros. Vusotros los tenéis, pero nos pertenecen a los navarros. Otros años os los himos dejáu porque nos dábais pena, pero este año se han rematáu las contemplaciones. Este año nos los himos de llevar. Ya sé que sus molesta y que sus duele, porque los quéreis mucho, pero nosotros los queremos más y pedimos lo nuestro”. Y cerrando el libro grita con voz imperiosa: ¡A Navarra con ellos!

En ese momento los navarros cogen las andas y corren veloces en dirección opuesta a la procesión. ¡No os los llevéiiiis! ¡Dejadlo para otro añooooo! ¡Pa otro año, pa otro año!, dicen los arnedanos suplicantes de modo un tanto jocoso. 

Convencidos de que los “ladrones” van a volver, la gente espera en la procesión; y así sucede. Al verlos llegar dice de nuevo el tío Cosme, o en su defecto más tarde Felipe Lorente, al que apodaban Cachorro: “¡No os apuréis; ya vienen! Por esta vez os lo dejamos. Y sus los traemos porque icen los Santos que no se han despedido de su compañero Santo Tomás, que les paice mal isen de Arnedo sin decíle adiós. Así que vamos a dáles gusto y a lleválos a Santo Tomás”. Por lo que toda la comitiva se encaminan hacia la iglesia de Santo Tomás. Pasan esta y al llegar a la esquina de la Plaza Mayor,  el tío Cosme detiene la procesión y abre de nuevo el libro diciendo una nueva perorata, reclamando los Santos con aquello de que, “estáis cansos de saber que estos Santos son nuestros, así que, ¡A Navarra con ellos!”.

Uno de los puntos donde se produce el "robo" de los Santos. Foto: Navarra.com Okdiario

Corren de nuevo con los Santos al hombro y se vuelve a repetir la misma súplica: -"¡No os los llevéis, dejarlo para otro año! -¡Dejarlos! ¡Dejarlos!”, sabiéndose los arnedanos actores pasivos de la representación. 

Vuelven una tercera vez, ya casi a punto de acabar la procesión. En un amago de reconciliación con los riojanos, solía decir Cachorro en esta ocasión y a punto de llegar al destino: “¡Arnedanos queridos! Ya sabéis que los Santos nos pertenecen como cantan estos papeles, y que no renunciamos a ellos. Pero, en fin, como esta mañana en la comunión habís prometido solemnemente dáles mejor trato que astaura, los navarros confiamos en vuestra promesa y por este año sus los dejamos. Así que ¡a ver si sois buenos con ellos! Y hasta el año que viene. Aura, ¡Todos a misa!”. Asegura Iribarren que si el tío Cosme era gracioso, Cachorro, su sucesor, no lo era menos. 

Pero tampoco los carcareses querían acaparar el protagonismo de la fiesta, y tras “jubilarse” Felipe Lorente, cedió el testigo a Máximo Monasterio, natural de San Adrián y este a Ezequiel Esparza, de Andosilla, que siguieron haciendo las delicias de la fiesta. Actualmente son dos las personas que intervienen en el discurso: Carlos Fuertes y Montserrat Altozano, ambos de Andosilla.

El primer conato de la escenificación del robo de los Santos a Navarra. Año 2024. Cedido por Juan I. Fernández

De cuándo data esta fiesta ancestral no parece estar claro, y el propio Iribarren sugiere lo interesante que sería dar con el polvoriento legajo o pergamino que explicara este singular acontecimiento. 

También sobre el tema aporta su granito de arena el librito de la novena a la Virgen de Gracia (patrona de Cárcar). De él se conservan ediciones desde al menos el año 1856 y en sus páginas se relatan algunos de los milagros que por intercesión de la Virgen han tenido lugar a lo largo de los tiempos. Cada día de la novena se lee uno de estos. En una edición de finales del siglo XIX, y en su día sexto, se cuenta como un 26 de septiembre del año 1885 habían ido muchos vecinos de Cárcar a Arnedo a celebrar la fiesta de San Cosme y San Damián; y añade: "Costumbre vieja en esta villa, pues una tradición muy antigua dice que ambas esculturas fueron compradas a la parroquia de Cárcar, estipulándose en la venta, que los naturales de Cárcar habían de ser los primeros, todos los años, en llevarlas en procesión". Sigue diciendo como uno de los peregrinos se rompió a la vuelta una pierna que de forma milagrosa es curado por la Virgen. Este dato de hace 139 años viene bien para conocer la tradición que unía a Cárcar con Arnedo y los Santos. Vemos, no obstante, que ahora ya no se habla de pertenencia, pero sí de un acuerdo en la venta para que los carcareses portasen privilegiadamente las andas el día de la fiesta de los Santos.

Choca todo lo dicho hasta ahora con la propiedad que reclaman desde otros lugares de Navarra sobre estos mártires. Y es que también los de Andosilla dicen, basándose de nuevo en la tradición, que fueron robados por los arnedanos cuando los cuerpos decapitados de los Santos bajaban por el río a la altura de la ermita de Santa Cruz de Andosilla, donde los depositaron para robarlos posteriormente los de Arnedo. Y esta sería una de tantas versiones que maneja Jesús Gonzalo en un estudio realizado sobre el tema. Quizá nunca sepamos cual es la verdadera versión, pero en lo que todos coinciden es en que, de siempre, en esto han estado involucrados navarros y riojanos de la zona. En el 2019 esta fiesta fue declarada Bien de Interés Nacional y lejos de aminorar, suscita cada año mayor interés y afluencia de peregrinos y público en general. 
 
 Los navarros llevándose los Santos "de culo", como diría el tío Cosme. Foto José Osa

Hace ya bastante tiempo que los andosillanos tomaron el relevo a los de Cárcar y son ellos los que acuden ahora cada año a Arnedo a celebrar la fiesta y continuar con la tradición del robo de los Santos. El grupo de auroros de Andosilla parte el día 27 de septiembre con la noche bien cerrada para, a eso de las cinco de la madrugada, ser recibidos con gusto y expectación por los arnedanos. Juntos cantan la clásica aurora de los Santos: “Los navarros y riojanos, hoy con gran solemnidad, honramos en este día a San Cosme y San Damián. Santos mártires de Arnedo, escuchad nuestra oración, y guiadnos por la senda del camino de la gloria que nos lleve junto a Dios”. Seguidamente acuden a la misa de siete donde cantan en esta, y tras el posterior ágape fraterno, aguardan la hora de la esperada procesión donde tiene lugar el simulacro de "robo" de las imágenes de San Cosme y San Damián.

Grupo de auroros llegados de Andosilla para la fiesta de los Santos. Foto: José Osa

Larga vida a la fiesta y a la devoción compartida entre navarros y riojanos a estos Santos Mártires de Arnedo, ya sean llegados desde Cárcar, Andosilla, San Adrián, Azagra o Lodosa, o de todos estos pueblos juntos.

MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ

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Fuentes: 
-IRIBARREN José María. De Pascuas a Ramos. Librería Gómez. Pamplona. 1946
-GONZALO MORENO Jesús. El robo de los Santos de Arnedo o un misterio a través del drama. Revista Berceo. Logroño. 1994
-Novena a Nuestra Señora la Virgen de Gracia. Imprenta Tudelana. Edición antigua

miércoles, 18 de septiembre de 2024

CONSERVANDO EL RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE CÁRCAR

Retablo mayor de la San Miguel de Cárcar

Consultando el Catálogo Monumental de Navarra, encontramos que el retablo mayor de la iglesia de San Miguel Arcángel de Cárcar se eleva sobre un alto pedestal de alabastro fechado en el año 1727. Este retablo, que la experta en arte María Concepción García Gaínza, no duda en calificar como: “lo más selecto del churrigueresco en Navarra”, o  que, “Por su efectismo y finura de talla se le puede considerar como una de las principales obras del Barroco navarro” constituye un bien artístico, cultural y patrimonial de primer orden. 

Está compuesto por una gran máquina de madera “de pino de ley de la que baja por el río Aragón, teniendo obligación el maestro de cortar la dicha madera en los menguantes de enero, febrero o marzo, por ser los más a propósito para su duración”  que ocupa todo la cabecera de la iglesia. Este extremo se detalla en la contrata que hizo el maestro y artífice de la obra, José de San Juan (Sanjuanillo). Al parecer, cortar la madera en esos meses concretos se hacía porque era cuando se producía la primera savia del año. Era importante dejarla secar en el monte con la copa hacia abajo antes de utilizarla, según asegura el catedrático de Historia del Arte, Ricardo Fernández Gracia.

Traza de la obra que presentó José de San Juan al cabildo de Cárcar. Foto tomada del Catálogo Monumental de Navarra. II Merindad de Estella. MC García Gaínza y otros. Año 1982

El maestro principal de la obra fue pues José de San Juan, que lo apodaban Sanjuanillo, para diferenciarlo de su padre, el famoso retablista lerinés Francisco de San Juan. Además de él, trabajaron en la obra expertos de diferentes gremios: carpinteros, pintores, escultores, doradores, estofadores, etcétera. 

El dorado del conjunto se hacía después de que los carpinteros hubieran ensamblado todas las piezas, incluidas las columnas. Policromar el retablo era mucho más costoso que todo lo anterior, ya que para ello se utilizaba oro de ley proveniente de monedas y joyas, que el experto batihojas convertía en finísimas hojas de pan de oro que con gran detalle iba colocando el maestro dorador a lo largo del retablo, otorgando al conjunto un aspecto impactante cuando el sol se colaba por las ventanas. 

Este retablo consta, entre otros elementos, de columnas salomónicas, “mascarón en el Calvario y ángeles a modo de gloria barroca: en el centro del retablo va el titular triunfantes sobre el demonio, con las dos alas desplegadas, muy dinámico; decoración profusa y menuda de efecto riquísimo”. (Francisco Javier Zubiaur). 

Una maravilla, en definitiva, que podemos admirar ahora con todo detalle gracias a la potente iluminación que recientemente se ha colocado. Eso ha hecho también que el polvo acumulado con el paso de los años se vea de modo clamoroso y afee bastante una obra tan espectacular y valiosa. 


Andamiaje colocado para la limpieza del retablo. Fotos: Juan I. Fernández

Video corto del aspecto que presenta la iglesia con los andamios. Gentileza de Juan I. Fernández

Afortunadamente este punto se está corrigiendo estos días ya que el retablo lo están limpiando manos expertas.

Esperamos con interés el resultado. 
MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ

miércoles, 4 de septiembre de 2024

FRANCISCO LÓPEZ, HIJO DE MADRE ISIDORA

Placa sobre la fachada del el Ayuntamiento de Cárcar. Foto: Juan Ignacio Fernández García

“Pueblo escogido, cuna de sabios y de santos”. De este modo se expresaba el P. Francisco López al hablar de su pueblo de Cárcar, lo que revela que conocía bien el talante de los suyos, sin embargo en su pueblo apenas conocemos la vida de este claretiano, si no es por las escasas  referencias que quedaron en la semblanza que hice a su madre, Isidora del Corazón de María (pinchar en el nombre para ver). Tiempo es pues de descubrir también a este personaje.

FRANCISCO LÓPEZ PÉREZ nace en Cárcar (Navarra) el día 10 de octubre de 1877. Su padre, José López Sanz, natural de Valencia, era un militar que vino a luchar en la tercera guerra carlista a la zona norte de España. Su madre, Isidora Pérez Arróniz, era natural de Cárcar. El matrimonio tuvo cuatro hijos pero solo sobrevivió Francisco. Enseguida de acabar la guerra, y a consecuencia de ella, José enferma y muere tempranamente a los treinta y cinco años quedando Isidora viuda con su hijo Francisco que tenía en ese momento once años. 
 
Convento seminario de Alagón. Foto: claretianos.es

Parece ser que Isidora, a pesar de haberse casado, tenía inclinación hacia la vida religiosa, y lo mismo se intuía en el pequeño Francisco. Así que, pocos meses después de morir su marido decide enviar a estudiar a su hijo a Alagón (Zaragoza), al seminario de la Congregación de los Misioneros del Corazón de María (claretianos). Era octubre del año 1889. Francisco mostró ser precoz en los estudios y por ello adelantó dos cursos en cuatro años. Se le veía tan aventajado que se preguntaban algunos si quizá había estudiado en Cárcar algún año de latinidad, y probablemente así fuera guiado por el párroco del pueblo. 
Para el año 1891, habiendo cursado ya la Retórica, pasó al seminario menor leridano de Cervera. Allí, como no tenía todavía la edad para hacer el noviciado,  hizo también un año de Lógica. Emitió finalmente los votos el día 29 de octubre del año 1893. Nueve días después de esa fecha, su madre ingresa en la Congregación de las Religiosas Oblatas del Santísimo Redentor de Cienpozuelos (Madrid), consagrando así ambos su vida a la religión. En octubre de 1899 hace Francisco el diaconado y el día 13 de mayo del año 1900 es ordenado sacerdote de manos del arzobispo de Burgos monseñor Gregorio Aguirre García.

Tras el período vacacional, el P. López Pérez es destinado a Cervera como coadjutor del maestro de novicios don Crispiniano Garcia. En 1901 pasa a Vich para realizar el mismo cometido pero ahora con el P. Mariano Fernández, siempre con ejemplaridad destacable. 

Sabía tocar el órgano y era organista de la comunidad, además de un personaje muy activo y talentoso. Era también virtuoso para el dibujo y se las pintaba solo para construir altares. También, en algunos períodos de su vida fomentó su faceta de escritor. En 1905, estando en Vich escribió el primero de sus libros: Biografía del Virtuoso Joven Eusebio Bofill. Eusebio Bofill y Bayés, era un estudiante profeso en el mismo instituto y uno de sus ayudantes en la tarea de hacer altares. Era un modelo de estudiante y murió joven con fama de santo.  El libro consta de 187 páginas y se imprimió en Imprenta y Librería de Montserrat. El P. López escribió también una extensa e ilustrada Memoria sobre la Universidad de Cervera, y otro libro sobre la ley de quintas, titulado: El Servicio Militar y el Canon 121, editado con elogios por el Consejo General de Misiones. Decían de él que su carácter constante y tenaz eran genuinamente navarros. 

En el año 1906 se procedió en Vich a abrir el sepulcro del entonces venerable P. Antonio María Claret, fundador de la orden claretiana, y el misionero carcarés estuvo presente en tan solemne acto reconociendo los restos de su fundador. En calidad de amanuense, junto al P. Medardo Alduán, dieron fe escrita del hecho. Decía el P. López que haber tenido tal privilegio suponía uno de los sucesos más felices de su vida.

San Antonio María Claret. Foto: La Nuova Boussola Qoutidiana

Vuelve el P. López a la universidad de Cervera para hacerse cargo de la cátedra de Ética, aunque solo permaneció aquí durante un curso, ya que al año siguiente lo envían a Alagón para atender las clases de Moral en el Seminario. Aquí fue durante cuatro años profesor de Moral. 

Santuario y convento del Corazón de María en la calle del Buen Suceso antes de ser destruido a principios de la guerra civil. Madrid. Foto claretianos.es

En 1911 va a Madrid con un nuevo cometido: encargarse de la administración de las revistas claretianas. Residía en el convento del barrio del Buen Suceso y en su imprenta se imprimían abundantes libros y distintas publicaciones de mucha solera, como el Almanaque del Corazón de María, El Iris de Paz, El Legionario de la Buena Prensa, Ilustración del Clero, Tesoro Sacro Musical, entre otras, siendo en ese tiempo los principales impulsores de estas publicaciones los también claretianos, Padres Juan Postíus y José Dueso. 

Revista claretiana El Iris de Paz

El claretiano carcarés desempeñó esta labor durante trece años. El P. Antonio Naval, vice-superior general de la orden, al referirse a él dirá: “Su actividad y carácter emprendedor le hizo abarcar muchos otros asuntos sin menoscabo  de su intervención en los libros y en los demás  asuntos de las revistas”. Por su parte el P. Postíus opinaba: “El P. López ha derrochado energías para servir a los individuos de la congregación, superiores e iguales, y extraños”.  En el ejercicio de su tarea de administrador ocurrió un desfalco en las cuentas por valor de unas decenas de miles de pesetas, y aunque el P. López fue exonerado de toda culpa, sufrió mucho con estos inconvenientes. 

De Madrid va a pasar a Zaragoza donde intenta fundar un instituto pero sus esfuerzos no dieron los frutos deseados. Finalmente sí se consiguió fundar, aunque no ya por la influencia del carcarés. De este nuevo instituto será también Superior por un período de siete años, los que van desde 1924 hasta 1931.

MADRE E HIJO EN ZARAGOZA
Durante ese período puso visitar y atender a su madre que se encontraba de Superiora de las Oblatas también en Zaragoza. Ella era conocida en religión como Madre Isidora del Corazón de María y había sido Superiora también en los institutos de Santander y Vitoria, aunque fue en Zaragoza donde especialmente desgastó su vida y entregó su vocación, muriendo en olor de santidad el día 9 de enero de 1928, confortada en sus últimos momentos por su hijo claretiano. 

Tres meses después del fallecimiento de Madre Isidora, el Ayuntamiento de Cárcar aprobó por unanimidad hacer un homenaje a esta monja y a otros tres hijos ilustres del pueblo, ya vistos en este blog (Juan Cruz Aranaz, Salvador Ordoñez y Francisco Marín Sola). Dicho acto contó con la presencia de abundantes personalidades españolas de la vida civil, militar y eclesiástica y, por supuesto, con la del hijo de la finada. Este, que se movía con soltura entre imprentas y libros, inmortalizó el acto plasmándolo en un librito que detallaba todo lo acontecido en ese día: actos, personalidades participantes, discursos y adhesiones. A cada uno de los cuatro homenajeados se les dedicó una calle con su consiguiente placa; la Madre Isidora contaría con dos placas colocadas a ambos lados de la fachada consistorial. El P. López fue el encargado de descorrer la cortina que mostraba la placa del callejero en el que su madre comparte nombre con los Fueros de Navarra. 
El librito, del que todavía se conservan algunos ejemplares, supone un documento de primer orden que debemos al P. López Pérez. 

Una de las placas que se colocaron en abril de 1928 sobre la fachada del Ayuntamiento con motivo del homenaje a Madre Isidora. Foto: Juan I. Fernández


Contratapa del librito homenaje a Madre Isidora hecho por su hijo el P. Francisco López

Del superiorato de Zaragoza pasó Francisco de nuevo a Alagón para dirigir este centro entre los años 1931-37. Aquí también se desvivió por el Seminario y por mejorar las instalaciones: arregló la cocina, el refectorio y restauró la enfermería, acondicionando un pequeño oratorio con tribuna a la iglesia. 

CONFESOR EN BURGOS DE ESCRIVÁ DE BALAGUER
Por orden del Superior General, P. Felipe Maroto, aceptó ser por un tiempo Procurador de la Comunidad Claretiana ante el Gobierno Nacional, por lo que dejó el superiorato en Alagón y se trasladó a Burgos. En esta ciudad fundó un 5 de abril del año 1937 la Casa Claretiana (dependiente de la Provincia de Cantabria) con el fin de atender y cuidar a los misioneros de su orden llamados a filas con motivo de la guerra civil. 
Esta casa se ubicó en la calle Huerto del Rey, 5. Aquí el P. López confesaba y atendía espiritualmente a cuantos se acercaban a su confesionario. Uno de sus penitentes fue el fundador del Opus Dei, San  Josemaría Escrivá de Balaguer, que se confesó con él mientras este residió en Burgos. Posiblemente el hecho de que Escrivá se dirigiera en Madrid con el claretiano Juan Postius, director de las revistas claretianas que el P. López administraba, pudo influir para ese acercamiento espiritual. Escrivá de Balaguer guardaba una tarjeta de visita del claretiano carcarés en la que se leía: «P. Francisco de B. López Pérez / Misionero Hijo del Inmaculado Corazón de María / Delegado Oficial del Gobierno General de la Congregación / cerca del Gobierno Nacional de España / Huerto del Rey, 5 / Burgos». Y escrito a mano con letra del propio Escrivá: «Tº 2.088», y a renglón seguido: «Mi confesor en Burgos». (Sacerdotes en el acompañamiento espiritual de san Josemaría Escrivá, de Constantino Ánchel. Pag. 103).  

Al parecer, el propio Escrivá quedó bien agradecido de haber encontrado en el P. López en quien descansar su alma en tiempos tan convulsos. La escritora y periodista Pilar Urbano muestra ese agradecimiento: “Siempre le guardará gratitud y reconocimiento”. Y aporta un dato más:  “Así, en los primeros años cuarenta, este religioso (P. López) lo visita en Madrid en la residencia de Diego de León. Son tiempos de dura carestía de posguerra, pero Escrivá no duda en regalarle una gruesa capa, la única que tiene, para que la usen él y otros de su convento”. El Hombre de Villa Tevere. Pilar Urbano. Barcelona. 1995. Pag. 368.


Y es que, como ya apunta Pilar Urbano, una vez acabada la guerra, el P. Francisco López había regresado de Superior al convento de Madrid. Y como el convento de la calle del Buen Suceso había sido dinamitado y destruido al principio de la guerra, iban a pasar ahora a un local en la calle Toledo, hasta quedar instalados finalmente en el definitivo de la calle Ferraz. 

Iglesia del Inmaculado Corazón de María de los Padres Claretianos situada entre las calles Ferraz y Urquijo. Foto: cormariaferraz

A decir de quienes le conocían, el carácter del P. López era de “una piedad, humildad y lealtad imbatibles y de una tenacidad desconcertante". Aseguran que la mayor parte de sus solicitudes eran atendidas en las altas instancias gracias a su tesón, tenacidad y perseverancia.

Con absoluta dedicación consiguió reunir un gran archivo fotográfico y la recopilación de los datos biográficos de muchos P.P. Claretianos: todo ello fue añadido a los Annales de la Congregación. Reeditó también las revistas, rehaciendo la biblioteca con todo lo que se había perdido durante la guerra. También reunió fotografías de los mártires claretianos y con ellas confeccionó un cuadro que presidió las entradas y recibidores de los conventos de su Orden. 

Este es un icono más actual realizado por Teodora Bozhikova. Foto: claret.org

El P. López Pérez falleció a los 74 años en Madrid, el día 14 de agosto del año 1951, víspera de la Asunción de María.

MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ


Conmemorando el primer aniversario de la muerte del P. Francisco López, Narciso García Garcés C.M.F. escribió su necrológica para los Annales de la Congregación de los años 1951-52 y de ellos me he servido para hacer esta semblanza. Dicho texto me ha sido facilitado por el P. Vicente Sanz Tobes C.M.F. Archivero General de los Misioneros del Corazón de María, a quien agradezco sinceramente su colaboración.

También he consultado el librito de recuerdos del Homenaje a la Madre Isidora del Corazón de María que confeccionó su propio hijo, el P. Francisco López, el libro El Hombre de Villa Tevere de Pilar Urbano, Sacerdotes en el acompañamiento espiritual de san Josemaría Escrivá, de Constantino Ánchel, y distintas páginas de internet.