SAN COSME Y SAN DAMIAN son dos santos que venera la Iglesia Católica. Eran médicos y hermanos y se significaron por ser cristianos en tiempos de persecución y prestar servicios médicos de forma desinteresada a la gente sin recursos. Hacia el año 300 d. C., fueron torturados y decapitados en tiempos del emperador Diocleciano. Su patrocinio alcanza a médicos, cirujanos, boticarios y barberos y son titulares de muchos lugares, entre ellos de la ciudad riojana de Arnedo.
Las imágenes que se veneran es esta ciudad son dos bustos idénticos de madera, por lo que no se puede diferenciar un santo del otro. Lucen cabello oscuro y abundante, así como cerradas barbas y, sobre sus cabezas, sendas coronas martiriales. Son dos tallas-relicario que a la altura del pecho contienen una pequeña cavidad acristalada donde se guarda un trozo de hueso de cada uno de estos santos. Eran al parecer muy milagreros y desde tiempo inmemorial se les tiene gran devoción, no solo en Arnedo, sino también en la zona alta de la Ribera Navarra. Las tallas se conservan en su parroquia arnedana desde al menos el siglo XVII y hay documentos que ya hablan de ellos y de su tradicional fiesta y procesión. En un principio, y datado al menos desde el siglo XIX, estas imágenes eran llevadas en carro en fechas concretas a Navarra, introducidas en dos urnas y expuestas a la devoción de los devotos, que ofrecían en gratitud por sus milagros limosnas en forma de trigo: tantos kilos de trigo como pesara la persona que había sido sanada por intercesión de estos médicos y mártires: “Porque se daba y se da el caso de que más devoción, mayor cariño, y mayor fe que los propios de Arnedo sentían por estos santos de medio cuerpo en Cárcar, Andosilla, Lodosa y San Adrián; de manera especial los carcarujos”. (JM Iribarren. De Pascuas a Ramos. Pag. 107).
Se pregunta Iribarren en este libro si estos santos pudieran ser realmente de Cárcar y pasaron a Arnedo en virtud de concordia, cesión u otro modo menos jurídico. Una pregunta que él mismo no puede contestar por no haber encontrado documentos que lo avalen. “El hecho es que anualmente y desde tiempo inmemorial los navarros de esta zona del Ebro, los de Cárcar, los de Andosilla y los de San Adrián, marchan a Arnedo el día de la fiesta de los Santos, los unos por promesa, los otros por costumbre y agradecimiento, y todos por un caso de devoción casi “idolátrica”. (Ibidem, pag. 108).
Asegura este autor navarro que hasta los primeros años del siglo XX, salían los romeros navarros para celebrar la fiesta de sus pueblos respectivos en caballerías en la noche del 24 de septiembre. Iban en algunos casos con enfermos a los que presentar a tan milagrosos intercesores. El 25 pasaban de largo por Arnedo para ir a Muro de Aguas donde veneraban al Cristo de Ambasaguas. El día 26 volvían a Arnedo y en una campa paraban a almorzar. Aquí ya les venían a recibir los arnedanos, que les daban la bienvenida y les ofrecían sus casas para pernoctar. Por la tarde de ese día se confesaban todos y al día siguiente participaban en la procesión y comulgaban en la misa para volver de nuevo a sus casas.
Pero antes de volver, en el transcurso de la procesión, ocurría algo muy peculiar. Un hecho tan tradicional y clásico que constituye un número de fiesta que era anunciado en los programas, dice Iribarren, desde que estos existen. Y es que un pequeño grupo de esos navarros, debidamente aleccionados, no solo hacen amago, sino que intentan “robar” las imágenes hasta en tres ocasiones. La primera, y siempre basándome en el relato de Iribarren, se produce en el cruce de las calles Mayor con Santa Clara. Allí se detiene la comitiva y “un hombre viejo natural de Cárcar (en tiempos el tío Cosme y después el tío Cachorro) con un librote viejo…” y vuelto del revés se dirige al clero y a las autoridades con estas o parecidas palabras: “¡Navarros hermanos! ¡Arnedanos queridos! Según cantan estos papeles viejos y como ya sabís de siempre porque hace muchos años que se os viene diciendo, los Santos son nuestros y muy nuestros. Vusotros los tenéis, pero nos pertenecen a los navarros. Otros años os los himos dejáu porque nos dábais pena, pero este año se han rematáu las contemplaciones. Este año nos los himos de llevar. Ya sé que sus molesta y que sus duele, porque los quéreis mucho, pero nosotros los queremos más y pedimos lo nuestro”. Y cerrando el libro grita con voz imperiosa: ¡A Navarra con ellos!
En ese momento los navarros cogen las andas y corren veloces en dirección opuesta a la procesión. ¡No os los llevéiiiis! ¡Dejadlo para otro añooooo! ¡Pa otro año, pa otro año!, dicen los arnedanos suplicantes de modo un tanto jocoso.
Convencidos de que los “ladrones” van a volver, la gente espera en la procesión; y así sucede. Al verlos llegar dice de nuevo el tío Cosme, o en su defecto más tarde Felipe Lorente, al que apodaban Cachorro: “¡No os apuréis; ya vienen! Por esta vez os lo dejamos. Y sus los traemos porque icen los Santos que no se han despedido de su compañero Santo Tomás, que les paice mal isen de Arnedo sin decíle adiós. Así que vamos a dáles gusto y a lleválos a Santo Tomás”. Por lo que toda la comitiva se encaminan hacia la iglesia de Santo Tomás. Pasan esta y al llegar a la esquina de la Plaza Mayor, el tío Cosme detiene la procesión y abre de nuevo el libro diciendo una nueva perorata, reclamando los Santos con aquello de que, “estáis cansos de saber que estos Santos son nuestros, así que, ¡A Navarra con ellos!”.
Corren de nuevo con los Santos al hombro y se vuelve a repetir la misma súplica: -"¡No os los llevéis, dejarlo para otro año! -¡Dejarlos! ¡Dejarlos!”, sabiéndose los arnedanos actores pasivos de la representación.
Vuelven una tercera vez, ya casi a punto de acabar la procesión. En un amago de reconciliación con los riojanos, solía decir Cachorro en esta ocasión y a punto de llegar al destino: “¡Arnedanos queridos! Ya sabéis que los Santos nos pertenecen como cantan estos papeles, y que no renunciamos a ellos. Pero, en fin, como esta mañana en la comunión habís prometido solemnemente dáles mejor trato que astaura, los navarros confiamos en vuestra promesa y por este año sus los dejamos. Así que ¡a ver si sois buenos con ellos! Y hasta el año que viene. Aura, ¡Todos a misa!”. Asegura Iribarren que si el tío Cosme era gracioso, Cachorro, su sucesor, no lo era menos.
Pero tampoco los carcareses querían acaparar el protagonismo de la fiesta, y tras “jubilarse” Felipe Lorente, cedió el testigo a Máximo Monasterio, natural de San Adrián y este a Ezequiel Esparza, de Andosilla, que siguieron haciendo las delicias de la fiesta. Actualmente son dos las personas que intervienen en el discurso: Carlos Fuertes y Montserrat Altozano, ambos de Andosilla.
El primer conato de la escenificación del robo de los Santos a Navarra. Año 2024. Cedido por Juan I. Fernández
De cuándo data esta fiesta ancestral no parece estar claro, y el propio Iribarren sugiere lo interesante que sería dar con el polvoriento legajo o pergamino que explicara este singular acontecimiento.
También sobre el tema aporta su granito de arena el librito de la novena a la Virgen de Gracia (patrona de Cárcar). De él se conservan ediciones desde al menos el año 1856 y en sus páginas se relatan algunos de los milagros que por intercesión de la Virgen han tenido lugar a lo largo de los tiempos. Cada día de la novena se lee uno de estos. En una edición de finales del siglo XIX, y en su día sexto, se cuenta como un 26 de septiembre del año 1885 habían ido muchos vecinos de Cárcar a Arnedo a celebrar la fiesta de San Cosme y San Damián; y añade: "Costumbre vieja en esta villa, pues una tradición muy antigua dice que ambas esculturas fueron compradas a la parroquia de Cárcar, estipulándose en la venta, que los naturales de Cárcar habían de ser los primeros, todos los años, en llevarlas en procesión". Sigue diciendo como uno de los peregrinos se rompió a la vuelta una pierna que de forma milagrosa es curado por la Virgen. Este dato de hace 139 años viene bien para conocer la tradición que unía a Cárcar con Arnedo y los Santos. Vemos, no obstante, que ahora ya no se habla de pertenencia, pero sí de un acuerdo en la venta para que los carcareses portasen privilegiadamente las andas el día de la fiesta de los Santos.
Choca todo lo dicho hasta ahora con la propiedad que reclaman desde otros lugares de Navarra sobre estos mártires. Y es que también los de Andosilla dicen, basándose de nuevo en la tradición, que fueron robados por los arnedanos cuando los cuerpos decapitados de los Santos bajaban por el río a la altura de la ermita de Santa Cruz de Andosilla, donde los depositaron para robarlos posteriormente los de Arnedo. Y esta sería una de tantas versiones que maneja Jesús Gonzalo en un estudio realizado sobre el tema. Quizá nunca sepamos cual es la verdadera versión, pero en lo que todos coinciden es en que, de siempre, en esto han estado involucrados navarros y riojanos de la zona. En el 2019 esta fiesta fue declarada Bien de Interés Nacional y lejos de aminorar, suscita cada año mayor interés y afluencia de peregrinos y público en general.
Los navarros llevándose los Santos "de culo", como diría el tío Cosme. Foto José Osa
Hace ya bastante tiempo que los andosillanos tomaron el relevo a los de Cárcar y son ellos los que acuden ahora cada año a Arnedo a celebrar la fiesta y continuar con la tradición del robo de los Santos. El grupo de auroros de Andosilla parte el día 27 de septiembre con la noche bien cerrada para, a eso de las cinco de la madrugada, ser recibidos con gusto y expectación por los arnedanos. Juntos cantan la clásica aurora de los Santos: “Los navarros y riojanos, hoy con gran solemnidad, honramos en este día a San Cosme y San Damián. Santos mártires de Arnedo, escuchad nuestra oración, y guiadnos por la senda del camino de la gloria que nos lleve junto a Dios”. Seguidamente acuden a la misa de siete donde cantan en esta, y tras el posterior ágape fraterno, aguardan la hora de la esperada procesión donde tiene lugar el simulacro de "robo" de las imágenes de San Cosme y San Damián.
Grupo de auroros llegados de Andosilla para la fiesta de los Santos. Foto: José Osa
Larga vida a la fiesta y a la devoción compartida entre navarros y riojanos a estos Santos Mártires de Arnedo, ya sean llegados desde Cárcar, Andosilla, San Adrián, Azagra o Lodosa, o de todos estos pueblos juntos.
MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ
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Fuentes:
-IRIBARREN José María. De Pascuas a Ramos. Librería Gómez. Pamplona. 1946
-GONZALO MORENO Jesús. El robo de los Santos de Arnedo o un misterio a través del drama. Revista Berceo. Logroño. 1994
-Novena a Nuestra Señora la Virgen de Gracia. Imprenta Tudelana. Edición antigua