martes, 28 de octubre de 2025

EL ÓRGANO DE LA IGLESIA DE CÁRCAR: un tesoro mudo

 

Texto que se lee en el secreto del órgano de Cárcar: Joseph de Mañeru y Ximenez me fecit en Lerín. Año 1736 rueguen a Dios por él. Foto: José Luis Echechipía

Introducción

El presente artículo está pensado como recordatorio para mostrar una vez más la necesidad de recuperar este tesoro mudo, instrumento musical de gran valor que languidece en el desván del olvido desde hace muchas décadas, testigo pasmado del mayor esplendor patrimonial que ha tenido Cárcar a lo largo de los siglos y que sigue pidiendo a gritos su reparación y vuelta a la vida musical para la que fue creado.

Origen y valor artístico

El órgano de la iglesia parroquial de Cárcar es un instrumento salido de la prestigiosa escuela de organería de Lerín. Estudiado detenidamente en el año 1985 por Aurelio Sagaseta y Luis Taberna, y en 2018 por Rubén Pérez Iracheta y José Luís Echechipía, está catalogado en su conjunto como “de mucho interés”, aún considerando el lamentable estado en el que se encuentra. Este órgano, como todos los de sus características, es una pieza única, irrepetible, dotada del carisma que cada maestro organero lograba imprimirle y, por lo tanto, susceptible de cuidar y preservar convenientemente.

Aspecto actual del órgano de Cárcar. Foto: RLO

Antecedentes históricos

Antes del que vemos actualmente hubo otros órganos, ya que eran elemento imprescindible en los templos católicos para seguir la liturgia, especialmente en días de solemnidad. El inmediatamente anterior databa del año 1696, como así consta en los litigios que mantuvieron dos organeros lerineses: Félix de Yoldi y Joseph de Mañeru, tío y sobrino, respectivamente. Pero el tiempo pasaba y por diversos motivos los de Cárcar lo quisieron renovar.

Lugar donde se encontraba el instrumento anterior y que da acceso al coro desde la sala capitular. Foto: RLO

La solicitud de 1735

De modo que corría el año 1735 cuando los cabildos eclesiástico y secular enviaron al obispado una solicitud con un memorial exponiendo las causas que impulsaba esa petición. Entre ellas se dice, que el existente llevaba más de treinta años sin apear ni afinar por lo que tenía acumulado mucho polvo y los registros iban muy lentos y, alguno incluso, estaba estropeado. A esto se unía que:

“se halla plantado en la Capilla por donde sube y baja el cabildo de la sacristía al coro y por el mismo paraje sube la gente al campanar a tañer las campanas a las procesiones, nublados y demás que ocurre (...) Y no solo embaraza dicho órgano para el paso de la gente, sino que al pasar se conmueve y se desafina aquel, y está expuesto a que la gente de él guste y descomponga flautas, como ha sucedido algunas veces”.

Pero eso no era todo, además pretendían cambiarlo de ubicación alegando estas causas:

“y así bien sucede que de donde el presente está dicho órgano, no se ve el altar de la imagen de Ntra. Sra. del Rosario donde todos los días de sábado se dice misa cantada y salve, y es preciso avisar siempre que ha de callar el órgano”.

En resumen, que todo eran inconvenientes, por lo que pretenden revertir esta situación adaptando una nueva capilla donde colocarlo, enfrente a donde hasta ahora se encontraba:

“donde no habrá paso a parte alguna, y se verá dicho altar de Nuestra Señora del Rosario y se evitarán todos los inconvenientes que van mencionados”.

Estudiado el caso en Pamplona, se concede la licencia con condición

“con tal que no saquen ni usen del dinero que se halla en el archivo”

sino que lo hagan con el dinero de que disponen

“hasta el importe de doscientos y doce pesos que supone podrán tener de gasto la efectuación de todas dichas fábricas, procurando hacerlas con la seguridad y menor coste que se pueda sobre que les grabamos sus conciencias”.

El documento está firmado por el licenciado Fermín de Lubian el 7 de noviembre de 1735.


La construcción del nuevo órgano (1736)

Así que, una vez obtenido el permiso se ponen manos a la obra. De la construcción del nuevo órgano se va a hacer cargo uno de los más famosos organeros del momento: Joseph de Mañeru y Ximénez, maestro lerinés, ya citado, que para el siguiente año lo tendrá listo, dejando constancia de ello en el secreto izquierdo donde aparece la siguiente leyenda:

“Joseph de Mañeru y Ximénez me fecit en Lerín Año 1736. Rueguen a Dios por él”.

Pero el caso es que el órgano se hace, pero a los de Cárcar no les debió de llegar el dinero para colocarlo en el lugar que pretendían, por lo que se colocó nuevamente donde había estado el anterior, y así se mantuvo hasta que tres décadas más tarde se removió de sitio aprovechando que se iban a llevar a cabo otras obras en la iglesia, como era una nueva sillería para el coro. De modo que, toda esa parte de atrás iba a sufrir un cambio notable en su fisonomía.

Reformas posteriores y nueva caja rococó

Del tallado de la sillería se van a hacer cargo dos prestigiosos tallistas: Julián Martínez, artista de Calahorra y Francisco de Bousou, natural de la población francesa de Meiac y residente también en Calahorra; y de la nueva capilla y caja para el órgano (donde se había de trasladar la maquinaria construida por Mañeru) correría a cargo de un maestro carpintero carcarés: Joseph de Arbizu y Brabo.

Mantiene Pérez Iracheta, que el delicado trabajo de adaptación del órgano a la nueva caja corrió a cargo de otro maestro organero lerinés, uno de los hermanos Tarazona López de Velasco, sin llegar a precisar si fue Lucas o Ramón.

Interior del órgano. Foto: José Luis Echechipía

Al parecer se rescataron algunas piezas del órgano anterior, como el Flautado de 13, que data de principios del siglo XVII. Sospecha Pérez Iracheta  y Echechipía la posibilidad de que por la tipología, esta pieza pudiera pertenecer al organero italiano Guido Baldo Fulgencio, unido a que en una de sus partes se advierte la leyenda: “Ubaldo”.

También la Flauta alemana de dos hileras podría ser de un posterior arreglo que hizo Pedro Roqués en el año 1841. Cabe señalar, por los indicios, que el anterior instrumento había estado policromado, pero no va a ser así con el que se estaba construyendo; y no se hizo, seguramente, porque de nuevo se les iba del presupuesto.

Así que, esta nueva caja será de madera de pino sin policromar, sobre la que se advierte una ligera capa de cera que la protege y le aporta color y brillo. Como toda ella es de estilo rococó y muy similar a la sillería, bajaran los expertos que bien pudieron intervenir de algún modo los tallistas encargados de la sillería, ayudando o aconsejando al carpintero carcarés.

Detalle donde se aprecia su perfecto tallado, obra de Arbizu. Foto: RLO

El caso es que dicha caja, según criterio de Sagaseta y Taberna, recuerda a algunas fachadas barrocas italianas. El conjunto consta de un teclado “de ventana” con una curiosa tapa.

Distintos puntos de visualización del teclado. Fotos: RLO

A mano izquierda tiene registros, tales como: viola, violón, bajón, trompeta real, címbala, diez y novena, quincena, docena, octava y flautado de 13; a mano derecha: corneta (en ecos), lleno (de 4 h.), clarín de ecos, corneta, flauta alemana, clarín de batalla, clarinete, quincena, címbala, docena, violón, octava y flautado de 13.

Una soberbia lengüetería horizontal de fachada, con nada menos que cinco filas de tubos, completaba el conjunto. Cuando estos tubos desaparecieron se optó por tapar el hueco con una madera conteniendo la siguiente inscripción:

“Laudate Dominum in chordis, et organo” (Alabad al Señor con cuerdas y órgano).

Los tubos verticales de fachada se encuentran distribuidos en cinco campos sobre dos alturas. Tiene un cuadro de registros barroco con los nombres primitivos de estos, pero también se encuentran tapados con una madera.

El modo de accionar la maquinaria no ha cambiado desde que se creó en 1736; es decir, alimentada por un fuelle manual.

El conjunto del coro y los libros de música

El órgano y la sillería lucieron soberbios tras su inauguración en 1766; toda una agrupación de armoniosa belleza. Los tallistas calahorranos hicieron también un facistol sobre el que se habían de colocar los grandes libros de coro escritos en pergamino y que servían para visualizarlos holgadamente desde los asientos mientras los cantos.

Sillería y facistol. Foto: RLO

Sagaseta y Taberna dejaron constancia en el libro Órganos de Navarra: “se conservan seis de aquellos librotes de música de los siglos XVII y XVIII y así se pueden ver a día de hoy.” Advierten que:

“en una contratapa aparecen hojas sueltas con música gregoriana medieval (una línea roja) y notas in campo aperto. La notación es aquitana”.

Todo ello añade valor al conjunto.

Algunos de los libros de música existentes en el archivo de la parroquia. Foto: Juan I. Fernández

Uso, deterioro y valoración actual

Orgullosos quedaron los feligreses de como había quedado la zona del coro: sillería y órgano. A ello se sumó la gran puerta de cancela que se alza bajo el órgano, obra también del maestro Joseph de Arbizu y realizada para la ocasión.

Ya nada estorbaba al organista para seguir la misa cuando el celebrante oficiaba en la capilla del Rosario; nada perjudicaba ahora el paso de los transeúntes que accedían a la torre o al coro, como anteriormente ocurría. El órgano se encontraba ahora en lugar expresamente pensado para él y para que solo el organista lo manipulara, lo cual facilitaba su buen funcionamiento y conservación.

Muchos fueron los organistas que a lo largo de los siglos tañeron este instrumento, impregnando su melodioso y sublime sonido por cada uno de los rincones de esta iglesia. Todos ellos debían ser expertos y accedían previo examen, tras haber hecho estudios musicales, y eran además los encargados de educar al coro de voces que le acompañaba con sus cantos. Voces locales que se afanaron también en aportar dignidad a las celebraciones.

Uno de los primeros organistas de esta etapa fue seguramente el estellés Manuel de Albéniz; pero se podrían citar algunos otros, como su yerno, el bilbaíno Celestino de Villalón, Esteban Aranáz y su hijo Miguel, o los ya más próximos en el tiempo Gregorio Ojer o Alberto Lezáun
Pero llegó un día en que dejó de sonar y así sigue desde entonces.

Las puertas por las que se accede a su interior se encuentran bastante bien conservadas, y el órgano, aunque sin la prestancia física que le aportaba la trompetería horizontal, no ha perdido su estructura barroca; aunque, desgraciadamente mudo, no sirve para aquello para lo que fue creado.

Catalogado como DETERIORADO por los expertos citados, todos ellos coinciden en calificarlo no obstante con una valoración global: DE MUCHO INTERÉS.

Sagaseta y Taberna hacen una reflexión final muy a tener en cuenta:

“Es un buen órgano, bastante bien conservado y se puede rehacer su maquinaria y estructura dentro de un presupuesto razonable. Merece la pena. Y añaden: ¡Lástima de la venta estúpida de su tubería exterior horizontal!”

Epílogo

Si físicamente se ha mantenido en pie durante casi trescientos años, ¿No seremos capaces de volverlo a dotar de sonido, y dar de nuevo vida a este valioso instrumento, devolviéndole la sonoridad de aquellas sublimes notas que durante tantos años disfrutaron nuestros antepasados?

MARÍA ROSARIO LÓPEZ OSCOZ

AGRADECIMIENTO

Me gustaría destacar y agradecer los desvelos y la encomiable labor que se viene realizando desde ANAO (Asociación navarra de amigos del órgano), en general, y del compositor José Luis Echechipía París, en particular, que no escatiman esfuerzos en dar visibilidad y poner en valor la importante organería barroca lerinesa, y por los repetidos intentos de recuperación de estos valiosos órganos, incluido este de Cárcar. Me consta también que don Cesar Rueda, actual párroco de Cárcar, se muestra muy interesado en su recuperación (lo cual agradecemos hondamente) por lo que mantenemos elevada la esperanza. 

Para realizar este artículo ha sido imprescindible consultar diversos documentos, además del libro Órganos de Navarra, de Aurelio Sagaseta y Luis Taberna, editado por el Gobierno de Navarra en el año 1985, además de la ficha técnica que realizaron Rubén Pérez Iracheta y José Luis Echechipía París en otoño de 2018, a raíz de la visita que realizaron con el objeto de estudiar este órgano concreto de Cárcar

7 comentarios:

  1. Buen articulo Charo. Y tiene doble valor... o más que doble, donde pone órgano de Cárcar se puede poner órgano de Lerín...

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    1. Así es, y más teniendo en cuenta que el de Lerín es el buque insignia, el máximo representante como sede de tan importante escuela. Y los dos obra de Mañeru. Y los dos mudos. Duele.

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  2. Como siempre exhaustivo. A ver si hay alguien que se anima a mover las cosas. Creo que habría mucha gente que aportaríamos dinero para que vuelva a funcionar. De chicos movíamos los fuelles por detrás.

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    1. Así es, estoy segura de que Cárcar respondería con generosidad para sacar adelante este proyecto, con la ayuda de las instituciones. Es arte y patrimonio universal que obliga moralmente a su buena conservación.
      Yo no recuerdo haberlo escuchado sonar, por lo que considero muy valioso vuestro testimonio personal...

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  3. Enhorabuena Charo , eres genial,me ha gustado mucho tu articulo ,yo recuerdo cuando todavía se tocaba

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    1. Vuestro testimonio es muy valioso, por lo que agradezco que dejéis constancia de ello aquí en los comentarios. Yo solo recuerdo tocar el armónium a don Abundio. Y recuerdo también cuando cantaba en los funerales Eduardo Lorente aquello de: Al Paraíso te lleven los ángeles... y otras.

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  4. Magnífico artículo, Charo. ¡Enhorabuena!
    Ojalá se consiga recuperar cuanto antes. Obras de ese nivel suponen un patrimonio cultural y artístico impresionante, pero muchísimo mas si se conservan "vivos" y en funcionamiento. En el caso del órgano de Lerín, aún resulta más sangrante y desolador, ya que tras muchos años intentándolo, y habiendo conseguido la mayor parte de la financiación para su recuperación completa, el gobierno municipal de turno no fue capaz de llevarlo a cabo y se perdieron todas las ayudas. Quién sabe cuándo llegará otra oportunidad semejante. Ojalá que tengamos pronto la ocasión de verlo, y de escuchar y disfrutar del sonido de estas joyas de ambos pueblos. :-)

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